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La manipulación de la JMJ

lunes, 29 de agosto de 2011
Una vez apagados los ecos de la visita del Papa Benedicto XVI a Madrid, para celebrar la Jornada Mundial de la Juventud, y ya superadas las diversas polémicas acerca de la rentabilidad o no rentabilidad económica generada por tal evento, polémicas suscitadas y explotadas, por cierto, desde los distintos movimientos anticatólicos que proliferan en nuestro país, parece el momento adecuado para hacer una breve reflexión acerca del citado multitudinario acontecimiento.

Polémicas aparte, lo sustancial del viaje papal creo que podría resumirse en 2 aspectos fundamentales: la capacidad de convocatoria y el contenido del mensaje, el discurso del Papa.

En lo que se refiere a la capacidad de convocatoria y de movilización que tiene el sustituto de Pedro entre la población y, muy especialmente, entre la gente joven parece estar fuera de toda duda. Convocar a casi dos millones de personas para cualquier acontecimiento parece estar al alcance de muy pocas personas, pero hacerlo en Madrid, en Agosto y bajo un sol de justicia y con el agravante de que los gastos son a cargo de los participantes parece ciertamente milagroso. La imagen de un anciano de 84 años derrochando energía y alegría, rodeado de cientos de miles de personas de toda clase y condición, procedentes de los cinco continentes y cuyo único nexo de unión es el amor a un “sofista crucificado hace dos mil años” merece una reflexión bastante más profunda que la que nos han ofrecido los progres de siempre.

En cuanto al mensaje transmitido por el obispo de Roma, no es de extrañar que resulte difícil de asimilar, en estos tiempos de pragmatismo y paganismo, una filosofía que nos incita al amor hacia nuestros semejantes, a renunciar al odio, la venganza o la violencia, a luchar por defender la verdad, a practicar la fidelidad y la entrega altruista y, en definitiva, a ser verdaderamente libres.

Duro mensaje éste para tantos y tantos oídos acostumbrados a la rutina de la mentira, al chantaje, a la falsedad o a la corruptela generalizada; para los que el contenido y el sentido de valores eternos como el amor o el perdón, se antojan trasnochados en esta España de parásitos chupatintas y mediocres vividores de carnet.

Para el recuerdo quedan en nuestras retinas, como testimonio de la esperpéntica hipocresía que reina en el ruedo ibérico, las lastimosas imágenes de nuestro Presidente, del señor Bono o de varios de los insignes ministros de tan respetuoso gobierno con la fe católica, agasajando al ilustre invitado; los mismos que se han esforzado a lo largo de estos años, mediante la aprobación de diversas leyes, en ensañarse con los principios que representa y defiende el catolicismo y que se ven encarnados en el Papa.
Durán Mariño, José Luís
Durán Mariño, José Luís


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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