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Hoy el problema de Camps

miércoles, 27 de julio de 2011

   Hace muchos años, una sobrina y ahijada, concluyó su carrera de periodismo, Nunca ha vivido de ella sino de volar en Iberia por todo el mundo. Cuando concluyó su licenciatura, su padre (sobresaliente con Matrícula de honor toda su vida estudiantil; Premio Extraordinario en Examen del Estado) pontificó: “Tengo una hija, mi hija mayor con una licenciatura en una carrera donde está facultada para hablar de todo, sin que tenga que saber una palabra de nada”. No voy a decir que, en general, no le faltaba razón (en todos los órdenes de la vida hay excepciones magníficas que no hacen si no confirmar la regla) pero hoy, ya no vale aquella expresión. Hoy, desgraciadamente, y quizá en muchas profesiones ocurra, es ingente el número de periodistas que se han prostituido, sin criterios ni convicciones, porque no hubo preparación ni formación previa, a aquellos patrones que por un miserable denario les dan trabajo siempre que cumplan con el ideario.
   Hoy con un diario de derechas, dos zurdos y otros varios que son monárquicos, “rajoyistas” o de quien subvencione, se ofrecen unas versiones de la dimisión del Sr. Camps que ignoro hasta que punto arregla o desarregla los problemas de esta España nuestra.
   Es deplorable hablar de política y citar el sinónimo corrupción. Este pueblo nuestro da la sensación de que ha llevado al arte político a todos aquellos que, no teniendo medios ni redaños con que vivir o buscarse la vida, se enchufan en la “política” para empezar de por vida, mejorar la situación y terminar siendo “alguien” con una dote que para si quisiera una princesa del Renacimiento.
   Con lo cual, hemos colocado a una serie de “gente barata” en la vida social de élite y, en su mayoría, no saben hacer una “o” con un canuto salvo si es para añadir ceros a la derecha de un ordinal.
   Como no caben hipótesis ni utopías resulta banal preguntarse qué sería de nuestro país sin Gúrteles, Faisanes, EREs, Filesas y compañía. Pero para evitar esas hediondas cuestiones son precisas dos cosas fundamentales: eliminar la dictadura “partitocrática” y castigar severamente a toda esa jauría de ladrones de guante blanco que, o bien se llevan el dinero de los contribuyentes o bien arruinan las instituciones despilfarrando el resultado del trabajo de los sujetos pasivos fiscales.
   ¿No es corrupción ocultar deudas de organismos públicos creadas por actuaciones frívolas, cuando no ilegales de los responsables públicos? Pero no dudemos de que se les llenará la boca diciendo: “Los que somos demócratas”. Basura.
   A mí me parece bochornosa tanto la “oración fúnebre” del dimitido Camps, como la “homilía elogiosa del cardenal“ Rajoy y nada digamos de los satélites convertidos en botafumeiros del cesado.
   Si es culpable no merece el más mínimo respeto ni comprensión. Y si no lo es, tenía que haberse ido a la primera imputación. ¡Qué lejos queda la sentencia de Cesar acerca de la limpieza de su mujer!
   Y me resulta indignante esa competición tan fomentada periodísticamente acerca de si el otro es tanto o más y se responde que es menos o distinta.
   “¡Lasciate ogni speranza!”, decía Dante. Todo político que robe, mienta, traicione o delinca de cualquier modo, manera o forma, tiene más bula que la que por una peseta o menos, ofrecía el Cardenal Pla y Deniel para poder comer carne los viernes. Si hubiese sacralización política, gentes como Zapatero o Rubalcaba, por citar a dos nombres que insensiblemente acuden a la mente de uno sin causa mayor, sustituirían a Santa Rita, abogada de los imposibles, el segundo y a San Valentín, patrono de los enamorados, el primero. Con peana de alabastro. A efectos de cumplir con al Ley de Igualdad, la Doctora Bibiana sustituiría a San Ramón Nonato y la afrodita Pajín, a la Doncella de Orleans. Sí, Juana de Arco.    Sobre la peana de estas últimas no me pronuncio a fuer de ser tachado de machista y procesado y condenado por el desafuero.
   Pero el pueblo soberano desea que el “negocio” siga produciendo y ahí están los indignantes e indignos haciendo la cama a los indigentes e indignos gobernantes con su filosofía de liberados sindicales: “el trabajo envejece, embrutece y envilece. No lo toques”
   Dice mi pariente Pepe: “Si Dios te oíra”

Goás Chao, Domingo
Goás Chao, Domingo


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