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Cohecho impropio

viernes, 22 de julio de 2011
Hace unas semanas publiqué en estas mismas líneas, bajo el título “Un traje para Camps”, una opinión crítica hacia el presidente de la Generalitat Valenciana, sustentada en la postura mantenida por éste en el caso Gürtel. Ante la sorpresiva renuncia a su cargo presidencial presentada por el señor Camps, no me queda otra que dar al césar lo que es del césar y mostrar mi satisfacción y mi reconocimiento ante este gesto tan responsable como democrático y, por otra parte, tan inusual entre los políticos de estos lares, que muestra la verdadera talla política y humana del “honorable”.

Debemos reconocer, en defensa de Camps, que su reelección como presidente de los valencianos estuvo respaldada por una mayoría aplastante del electorado de su comunidad, para los que el escándalo Gürtel no supuso motivo alguno para desacreditar, ni personal ni electoralmente, al candidato popular. Por el contrario, la oposición encabezada por el Partido Socialista, se agarró a la supuesta trama de corrupción como la única posibilidad de derrotar en los juzgados a un candidato que les había dado un verdadero baño democrático en las urnas. Aún así, y pese a ese amplísimo respaldo electoral que lo sustenta, no parece nada educativo democráticamente ver a un presidente de una comunidad autónoma sentado en el banquillo de los acusados para ser juzgado por un jurado popular. Por tanto, vaya nuevamente nuestro reconocimiento, y nuestro aplauso, al ya dimitido presidente valenciano por este gesto, que le refuerza, personal y políticamente, tanto a él como a su partido.

Dicho esto, la pregunta que nos surge es, ¿qué hará ahora el partido de los “cien años de honradez” con los casos de corrupción que afectan a don José Bono (recordamos que un constructor, amigo suyo, le arregló el piso en un gesto de altruismo sin precedentes), o al vicepresidente Chaves (implicado en el reparto de dinero público a empresas vinculadas con sus hijos Paula, 10 millones de euros para la empresa MATSA, e Iván Chaves), o con las múltiples tramas de corrupción política que salpican a la Junta de Andalucía, entre las cuales destacan sobremanera las de los “fondos de reptiles” o los ERES irregulares?

Por otra parte, ¿qué hará ahora el partido que presume de ser la reserva de los valores democráticos y éticos del solar ibérico, con el candidato Alfredo, después de que varios subordinados suyos en el Ministerio del Interior, hayan sido acusados formalmente por el juez de colaboración con banda armada? En este punto, ¡y faisanes aparte!, considero que bastaría recordar los papelones, tan brillantemente desempeñados en su momento por el señor Rubalcaba, como portavoz del gobierno de los GAL o la profanación, tan repugnante como antidemocrática, de la jornada de reflexión que siguió a los atentados del 11 M; ambos hechos igualmente reprobables en la esfera de la ética e impresentables desde el punto de vista estético. Si el señor candidato me lo permite, le sugiero que busque el camino a seguir en su propia casa, en su propio partido. Para empezar, no estaría de más que le echase un vistazo a la biografía de don Antonio Asunción y a la actitud mantenida por éste en el caso Roldán, en el que él no había tenido responsabilidad política alguna; aunque dudo mucho que don Alfredo esté a la altura de su antiguo predecesor en el Ministerio del Interior.
Durán Mariño, José Luís
Durán Mariño, José Luís


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