Indignados-Indignantes-Indignos
viernes, 08 de julio de 2011
Hace pocas fechas, me acerqué a comprobar los métodos reprobatorios de los indignados en una ciudad gallega y, entre los múltiples y variopintos carteles propagandísticos con que ornamentaban las paredes de los edificios adyacentes había uno que me impactó diferenciadamente sobre todo el resto que literalmente rezaba así: No trabajamos para el capital.
Mira que he dado vueltas a mis cortas entendederas acerca del posible significado de la consigna. Si no trabajan para el capital, ¿para quién lo harán? O, ¿no trabajarán? Porque vamos a ver: no querer trabajar para el capital supone que no querrán ver ni un solo empresario capitalista- aunque sea el Estado o el Sindicato.
Toda relación laboral que derive en una prestación de servicios necesariamente ha de hacerse, directa o indirectamente con el capital. No quieren trabajar para la empresa privada: industria, comercio, banca, profesiones liberales, empresas radiofónicas, televisivas, de pesca, alimentación, no sé
nada que huela la relación empleador-empleado. Ni siquiera pues trabajarán para el Inglés.
Pero no tengo dudas de que no pueden pretender trabajar todos ni para la Iglesia no tienen aspecto de ser adeptos- ni para la Cruz Roja, ni para ONGs que se dedican a ayudar al tercer mundo cuando aquí hay un submundo totalmente necesitado. Si pretenden tal idea tienen que saber que todas esas organizaciones viven, quizá malviven, gracias al capital que les apoya, ayuda o subvenciona.
¿Pretenderán engrosar la sobreabundante cuota de funcionarios del Estado, Autonomías, Provincias o Municipios? ¿A lo peor querrán enchufarse en la política, empresas públicas, organizaciones sindicales afines al Gobierno? Libres son de pensarlo pero debían saber que toda esa pléyade de empleos la mayoría inactivos, es decir, sin dar palo al agua- viven, cobran del capital que es la única fuente de ingresos de todos esos parásitos de organismos fagocitos del trabajo de quienes pagamos a los que no trabajan. No a los jubilados cuya mayoría bien merecida tienen su pensión. Pero a estos próceres de la inacción laboral hay que recordarles que el día que no haya capital para sacarle jugo es porque sólo queda un capitalista en el país: El Estado.
Corolario: Los indignados, si sus premisas son las expuestas están reclamando, con formas ilegales, la vuelta a regímenes execrables como los azules falangistas, los camisas negras fascistas, los camisas pardas nacional-socialistas o los camisas rojas social comunistas. Aquellos del No pasarán.
Indignos pues pregonan una democracia real ya y esa ya abrió sus celdas en España con BILDU, SORTU y los nacionalismos. Ya sabemos donde y para quien quieren trabajar los indignados:
Ahí tiene al Gobierno apoyándolos, a las autoridades con ellos, y a la mayoría del Tribunal Constitucional en cuanto les ha dado connivente u obedientemente con el Gobierno- a Bildu, al Estatuto de Cataluña y a Donostia como capital de la cultura de no se dónde.
¡Qué hemos hecho, Dios, para merecer tanta plaga! No somos Job. No queremos ser Job. Queremos ser libres con la libertad que nos da la Verdad. Pero cada día que pasa la pregunta crece de tamaño:¿Por dónde se esconde la Verdad?
Goás Chao, Domingo
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