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Valle Inclán y la España de ZP

viernes, 17 de junio de 2011
Escribía Valle Inclán en la escena XII de Luces de Bohemia: “España es una deformación grotesca de la civilización europea”.

Es muy probable que el Presidente Zapatero desconozca la obra del escritor barbanzano, a la vista de su manifiesta poca afición por la lectura. No obstante, consciente o inconscientemente, como un capricho del destino, se empeña en dirigir la puesta en escena de este grandioso esperpento que supone el gobierno que tan lamentablemente preside desde hace 7 años; esperpento tanto de personas (actores) como de ideas.

En lo tocante a las personas, destaca por su obcecado empeño en rodearse de asesores carentes de la mínima formación necesaria exigible a un dirigente público: indocumentados de la sigla (partido), ministras de cupo, etc. hasta el punto de que resulta grotesca la presencia de paisanos de Córdoba ejerciendo, sin rubor alguno, de nacionalistas catalanes, sempiternos estudiantes de Derecho castigándonos, cual cátedros, con fatigosos discursos sobre ética y estética, fiscales que protegen a los mismos terroristas a los que están obligados a perseguir, señorías de la cuarta vía que discurren por nuestra Justicia como si de sesudas juristas se tratase, portavoces del gobierno de los GAL dirigiendo el Ministerio de Interior, ministras que lo son con el único aval de tener un genotipo doble X, y así un largo etcétera.

En lo que respecta a las ideas, la tónica dominante es la carencia de las mismas pero, cuando por azar aparece alguna, su gobierno parece más una antología del disparate ideológico que un verdadero ejecutivo nacional. ¿Qué decir del ideario de un Presidente que confunde terrorista con hombre de diálogo, atentado con accidente, víctima con verdugo, ley con capricho personal, formación del espíritu nacional “socialista” con educación cívica, paridad con capacidad para desempeñar una función, etc? y cuya mayor aportación a la política internacional es la “Alianza de Civilizaciones”, engendro intelectual digno de su creador.

Verdaderamente cómico si no hubiera degenerado en esta suerte de tragedia cotidiana que nos asfixia.

Pero, ¿por qué los españoles soportamos a estos gobernantes? La respuesta es sencilla y está en el origen de esta Pseudodemocracia que padecemos que, en realidad, no es más que una dictadura de partidos en la que medran los mediocres, siempre los más dóciles y sumisos, mientras se aparta a los capaces, generalmente más rebeldes e indomables. Y el modus vivendi de un mediocre es, en esencia, mantener el cargo y, consecuentemente, el sueldo oficial. La alternativa es clara: el paro.

Por último y como colofón final a la antología del disparate gubernamental socialista, Zapatero, otrora paladín del talante, se ha convertido en un vulgar idólatra del poder, abandonado por un electorado que ha tomado, al fin, conciencia del peligro que entraña su gestión y repudiado por su propio partido, lejos de abandonar sus responsabilidades en el Ejecutivo persiste, empecinado y carente del mínimo sentido del ridículo y, lo que es más grave, de la mínima responsabilidad que se le supone y se le debe exigir a un dirigente público, amarrado al sillón y al cargo, en concluir su mandato, quizás confiado en que todavía le queda, a falta de algo mejor, el apoyo incondicional de Sonsoles y, quien sabe, tal vez de las góticas.

En este año, en el que celebramos el 75 aniversario de su muerte (5 de Enero de 1936), si don Ramón María del Valle Inclán levantara la cabeza para presenciar este grandioso esperpento nacional, no dudaría en calificar a nuestro entrañable presidente como una deformación grotesca de lo que deber ser un buen gobernante.
Durán Mariño, José Luís
Durán Mariño, José Luís


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