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El apagón nuclear alemán

miércoles, 15 de junio de 2011
Japón rozó el armagedón -el bíblico fin de los tiempos- el 11 de marzo pasado con el terremoto y tsunami que amenazaron a la central nuclear de Fukushima causando una pavorosa alarma atómica en todo el mundo que no cesa de producir efectos retardados como si se tratara de réplicas del seísmo. Sirva de ejemplo del temor generado la acertada decisión drástica e inesperada de Alemania de abandonar el desarrollo de la energía nuclear.

En efecto, tras un voto de castigo en las elecciones regionales, la canciller Angela Merkel ha anunciado inopinadamente que de aquí a 2022 cerrará las 17 centrales nucleares alemanas y que impulsará en cambio las energías renovables. Sea generada por una toma de conciencia súbita del peligro que corre el país u obedezca a un cálculo para ampliar su base electoral y aumentar su voto ecologista, la primera ministra ha tomado una alternativa sin precedentes después de tantas vacilaciones y dudas personales: el apagón nuclear.

De la nación que tiene la tecnología más avanzada de Europa nos llega la elección más juiciosa y respetuosa de la naturaleza.
Largo me lo fiáis, aún faltan 11 años para ello pero la decisión constituye ya un viraje de noventa grados en la política energética del país, viraje que cree conectar con el sentir generalizado de los alemanes. Merkel ve en su apuesta
una gran oportunidad de cambio de modelo económico y de generación de empleo, sobre todo con el desarrollo de energías no contaminantes, que imagina al parecer como una especie de gallina de los huevos de oro.

Nacida en 1954, canciller desde 2005, primera mujer que dirige los destinos del país teutón, se halla hoy en día ante un momento decisivo tanto desde el punto de vista personal como colectivo.

Aparte de dejar momentáneamente sin discurso a los defensores a ultranza del medioambiente, Merkel hace un guiño además al electorado que vota a los Verdes (Die Grünen), un partido bisagra que podría convertirse en árbitro de la política germana inclinando la balanza a uno u otro lado. Como todo en política, su apuesta es aleatoria, depende de diversos factores y se ha hecho repentinamente tratando de adivinar de donde sopla el viento tras las elecciones regionales. A nosotros nos permite centrar el foco de atención en una circunstancia única en la política europea, el auge de un partido como los Verdes en la nación más industrializada de la Unión Europea.

En una carambola a varias bandas, también upone una toma de conciencia del peligro en que se está incurriendo con la proliferación de las plantas atómicas en el continente aparte desimbolizar una batalla ganada por la ecología a la industria.

Todo ello sucede en el país más rico, extenso y poblado de Europa gobernado por una coalición entre los seguidores de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) y los del Partido Liberal (FPD) que representan a la derecha moderada, tendencia conservadora que, por cierto, gobierna hoy en día en toda la Unión Europea excepto Grecia, España y por ahora Portugal.

El partido de los Verdes alemanes (Die Grünen), fundado en 1980, llega así a su mejor momento y alcanza un 20% de intención de voto debido al aumento de la opinión pública contraria a la energía nuclear, precisamente tras el accidente de Fukushima, que está originando reacciones políticas críticas y adversas en todo el mundo.

La opción alemana a favor de las energías limpias va a pesar en una Viejo Continente muy dividido frente a la alternativa nuclear y es susceptible de crear un efecto de arrastre.

Podría decirse con una imagen macabra que Nación por nación, Francia vive sobre un barril de pólvora nuclear y ahora su gobierno se ha reafirmado con entusiasmo digno de mejor causa en esta arriesgada opción a raíz de la nueva política anunciada por Alemania. No habrá moratoria nuclear francesa, siguen adelante las obras de las dos centrales que se construirán en el país, en Flamanville y en Penly y que elevará a 60 el número total.

El gobierno de Nicolas Sarkozy acaba de hacer una temeraria profesión de fe atómica, se reafirma en sus trece a pesar del apagón alemán alegando que la elección de esta fuente de energía sigue vigente en el Reino Unido, en China o en la India y que Alemania tendrá que recurrir a las plantas térmicas de carbón y gas para producir electricidad, muy contaminantes.

Hay 143 reactores en el continente, 58 en Francia –que ha apostado a fondo por el átomo, 32 en Rusia, 23 en el Reino Unido, 15 en Ucrania, 10 en Suecia, 8 en España, ninguno en Italia, cuyo territorio está considerado como sísmico.

Justamente los italianos acaban de pronunciarse en un referéndum sobre las centrales nucleares, en consulta popular que no pudo impedir el Gobierno de Silvio Berlusconi, que une este revés a muchos otros en sus horas más bajas. Tal como están las cosas, el clima de opinión tras alpino se presenta como diametralmente opuesto a la eventual construcción de cuatro centrales que se proyectaba en la península italiana. El partido de centro izquierda “Italia de los Valores” ganó un recurso ante el Tribunal Supremo para que se permitiese a la población pronunciarse sobre la cuestión nuclear.

El “no” parece un clavo pasado, los italianos que ya se habían manifestado en contra en un referéndum en 1987 tras la explosión de Chernóbil en Ucrania volvieron a hacerlo estos días.

Nos encontramos en una encrucijada de la historia de la energía nuclear; Alemania parece dispuesta a abandonarla. Chernóbil fue el anterior momento crítico. Hace 25 años, el 26 de abril de 1986 ocurrió en Chernóbil el accidente más grave de todos los tiempos, uno de los mayores desastres medioambientales, una explosión 500 veces mayor que la bomba norteamericana lanzada sobre Hiroshima en 1945 al final de la II Guerra Mundial. Las cifras fueron escalofriantes, recordemos algunas: 31 personas muertas directamente, mil el primer día, 200.000 contaminadas después en mayor o menor grado, 5 millones de personas vivieron en áreas afectadas.. Se evitó el estallido de un segundo reactor que hubiera convertido en inhabitable a toda Europa… Es hoy el día en que aún no hay datos y trabajos concluyentes del tristemente famoso cataclismo causado por la mano del hombre.

Bajo tales circunstancias, a la canciller de Alemania, Angela Merker, no le parece razonable que su país siga tentando al destino y decretó un parón atómico.
Acuña, Ramón Luis
Acuña, Ramón Luis


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