Dedocracia avanzada

Hemos tenido una demostración más, y ya van unas cuantas, del talante democrático por el que se rigen nuestros partidos políticos.

Fue en la reunión del Comité Federal del PSOE en la que, por aclamación y al dictado del índice de la mano derecha del líder supremo del partido, Zapatero, se eligió al candidato para encabezar las listas electorales del Partido Socialista de cara a las próximas elecciones generales que, cosa que dudo, serán en la Primavera del 2012.

Se ha repetido hasta la saciedad, desde las propias filas socialistas, que la elección en su día del candidato del Partido Popular, don Mariano Rajoy, por obra y gracia del “dedazo” de Aznar, era una muestra evidente de la carencia de valores democráticos por los que se rige dicho partido de la “derechona” española; al tiempo que se alardeaba de los procesos de primarias por los que el socialismo español siempre ha elegido a sus candidatos a la Presidencia del Gobierno.

Como reza el sabio refrán español, “se coge primero a un mentiroso que a un cojo”, y no han tenido que pasar muchos meses para comprobar la certeza del refranero y la hipocresía y carencia de valores democráticos que padecen nuestras formaciones políticas, de tal forma que, en las próximas elecciones generales, si el destino no lo remedia y dudo que lo haga, tendremos a dos candidatos: Rubalcaba y Rajoy, encabezando respectivamente las listas del PSOE y del PP, que habrán sido designados a dedo, en un alarde de talante democrático, por sus respectivos predecesores en el cargo; “tanto monta monta tanto”; detrás de ellos, cuadrados y en formación, los cientos de miles de afiliados que, incapaces de tomar ninguna iniciativa democrática, permanecen acuartelados a la espera de órdenes superiores para iniciar la campaña y, en frente, a todo un país deprimido y desorientado ante el incierto destino que se dibuja en el horizonte.

Todo un panorama que describe la dedocracia avanzada en la que vivimos y que probablemente no nos merecemos, dedocracia a la que saludo y despido con el dedo que acompaña al índice mirando al cielo, en un desairado y vulgar corte de mangas.