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Strauss-Kahn cae por un rijoso lío de faldas

miércoles, 25 de mayo de 2011
Referente a París y Francia vemos una de cal y otra de arena. La de cal estaría representada por la última y risueña película de Woody Allen "Midnight in Paris" (Medianoche en París) y la de arena, por el sórdido caso del político y economista Dominique Strauss-Kahn (DSK), acusado de intento de violación de una camarera en un hotel de Manhattan donde se alojaba. Cara y cruz.

La película del divertido y brillante director nos recuerda nuestra deuda permanente con la deslumbrante capital, da cuenta de cuanto han influido en nuestro bagaje cultural los movimientos intelectuales y corrientes artísticas de antes y de ahora que se han originado en los barrios de Montparnasse o de Saint-Germain des Près y que han conformado nuestro gusto en literatura, pintura, escultura, cine. El original e irónico cineasta se ríe y quiere hacer cómplices a los espectadores actuales de su crítica amable a los mitos y los estereotipos de la Ville-Lumière en esta graciosa e imaginativa comedia.

Cuenta cómo cada medianoche al sonar las doce campanadas un taxi antiguo aparece y lleva al protagonista - un aprendiz de novelista- desde la época actual al París de los tiempos de Picasso, Dalí, Hemingway, Scott-Fitzgerald, Gertrude Stein, Degas, Modigliani, Toulouse-Lautrec o Luis Buñuel... Todos ellos, descritos en el filme de un solo trazo y con rasgos de ingenio y vis cómica, pertenecen a momentos estelares de la Edad de Oro de París. Constituye un gran acierto, un verdadero hallazgo narrativo eso de subir a un taxi y cambiar de época. Pero es que, además, Woody Allen, un norteamericano contemporáneo, ha sabido captar el espíritu de la ciudad, capital intelectual por antonomasia de Europa durante décadas. Y lo hace de forma entretenida.

En la ficción, la memoria selectiva de la Belle Epoque y de la Generación Perdida nos reconforta, cualquier tiempo pasado fue mejor, como decía ya en el siglo XV en sus coplas Jorge Manrique. Máxime ahora cuando en la realidad, por contraste, París y Francia se hallan confrontados al desagradable caso de ascenso y caída del político socialista Dominique Strauss-Kahn por un supuesto delito libidinoso. El escándalo, que ha conmocionado a Francia, adquiere repercusiones intercontinentales, y no exagero.

Como en la famosa novela de "El Dr. Jekyll y Mr. Hyde", de Robert Louis Stevenson (1896), Strauss-Kahn, respetado director del Fondo Monetario Internacional (FMI), una institución mundial de crédito que estaba prestando ayuda a Grecia, Portugal e Irlanda, albergaría dos personalidades al igual que en la célebre obra, la noble y honrada y la perversa. Según cuentan las televisiones y la prensa, en un ataque irreprimible de bajas pasiones, cometió un desafuero y se enfrenta a siete cargos de secuestro e intento de violación. En la ropa de la camarera se encontraron restos de ADN de Strauss-Kahn.

Como en el disparo de un misil de cabeza múltiple, DSK hundió a la vez su reputación, la de la institución que representaba, su candidatura a la presidencia francesa y el prestigio de Francia entera, cuya opinión quedó estupefacta. Tuvo que dimitir de su puesto al frente del organismo internacional para concentrarse en su defensa. Sólo le apoya su mujer, la atractiva, también multimillonaria por herencia , ex periodista de televisión Anne Sinclair y sus hijas.

De la noche a la mañana, en poco más de cuatro horas, lo habría perdido todo, al parecer por no poder resistirse a una pulsión carnal. Detenido y esposado como cualquier delincuente estuvo en una cárcel de Nueva York cuatro días hasta que sus abogados consiguieron su libertad bajo una fianza astronómica y condiciones acordes a su extraordinario caso: pago de un millón de dólares en efectivo y un depósito bancario de cinco millones más como garantía.

Hasta la fecha del juicio, a primeros de junio, Strauss-Kahn permanecerá en arresto domiciliario en un piso de su mujer en Nueva York, llevará permanentemente un brazalete electrónico y estará bajo custodia de un guardia armado para evitar su eventual huida.

Empieza la fase judicial pero quedan bastantes interrogantes en el aire ¿Qué impulso irreprimible asaltó a este ejecutivo sexagenario para abalanzarse desnudo a la salida del baño -según cuenta detalladamente la prensa norteamericana- sobre una empleada de 32 años, oriunda de Ghana (África) en una suite del hotel Sofitel donde, por cierto, la noche cuesta 3.000 dólares aunque él tuviera tarifa especial como funcionario internacional? ¿Está plenamente demostrado el atropello sexual? ¿Cómo es posible que alguien de tanta inteligencia probada cometa errores tan burdos como telefonear después de la agresión al mismo hotel e indicar que se había dejado en la habitación su teléfono móvil y que se lo llevaran al aeropuerto Kennedy? Para la sagaz policía de Nueva York todo fue como coser y cantar, los agentes fueron a arrestarlo en el propio avión momentos antes de que emprendiera el vuelo de regreso a París. Rocambolesco, ¿no? El relato, digno del mejor "thriller" cinematográfico, resulta demasiado escabroso y salaz. Como dicen los franceses, quelle histoire!

Naturalmente, hay cabida para una o varias teorías de la conspiración. Strauss-Kahn estaba muy bien situado para ganar las primarias del Partido Socialista Francés y convertirse en un candidato sólido para las próximas presidenciales; es posible que "alguien" haya querido cortarle la hierba bajo los pies.

Excepto la ultraderechista Marine Le Pen del "Frente Nacional", la clase política francesa, anonadada por la noticia, reaccionó sin embargo con relativa circunspección, incluido el presidente Nicolas Sarkozy, que disimuló su "sonrisa del infiel", como se decía históricamente en España aludiendo a los moros. Muy bajo en los sondeos, Sarkozy recibió esta noticia del descalabro de su rival potencial como agua de mayo, parece tener la "baraka." (buena suerte). La sucesión a la cabeza del partido socialista galo quedó desarbolada, la pugna por las primarias se ha establecido entre la primera secretaria, Martine Aubry, François Hollande y la ex mujer de éste, Segolène Royal, todos bajo el impacto del acontecimiento.

Por si fuera poco, la dimisión de Dominique Strauss-Kahn, ha dado el pistoletazo de salida, claro, a su relevo al frente del Fondo Monetario Internacional (FMI), normalmente bajo la égida de un europeo. A este puesto aspira la francesa Christine Lagarde, defendida por la Unión Europea, pero en esta ocasión tendrá que enfrentarse con otros candidatos extracomunitarios, entre ellos un mexicano, un turco y un surafricano.

¿Quién era DSK? Un prestigioso político antiguo profesor de Economía de la Universidad de Nancy (este de Francia), ex ministro de Comercio Exterior y luego de Economía ante el que se abrían los más altos destinos en su país. Su carrera queda abruptamente truncada por un rijoso lío de faldas.
Acuña, Ramón Luis
Acuña, Ramón Luis


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