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De las Cousas de Castelao al microrrelato actual

jueves, 07 de abril de 2011
Se habla en los últimos años en la sociedad lectora del surgimiento de un nuevo género literario: el microrrelato, también dicho minificción o historia mínima. Se trata de una variante de la fábula, del poema en prosa o del aforismo, mejor aún, del cuento tradicional, pero aderezada con unos matices que la vuelven autónoma; un nuevo género que se aleja de la literatura convencional que cada vez tiene más adeptos y es objeto de singular atención por las editoriales, los críticos y la Universidad. Es una modalidad literaria -perdónenme esta necesaria transcripción- caracterizada por la brevedad (una o dos páginas, para algunos hasta treinta), por la concisión -sin palabras superfluas-, cierta narratividad -exige una trama- y un rápido desarrollo en su sencillez sintáctica, así como un final bien definido, sorprendente o ambiguo, o bien abierto a la imaginación del lector.

(Abundan en la actualidad, muy requeridos por el público, los relatos llamados hiperbreves o ultracortos, de una o dos líneas, cuyo paradigma es el Dinosaurio, de Augusto Monterroso: “Cuando se despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”. Relato más filosófico que literario, más narrativo que poético, cuya consideración, aquí y ahora, nos parece marginal e innecesario).

Es evidente que las versiones microcuentísticas aunque se manifestaron de modo claro a partir de la década de los sesenta del siglo pasado, no surgieron de la nada y si indagamos en la Historia de la Literatura, con su benévola aquiescencia, mencionaríamos a la Biblia como conjunto de relatos o historias cortas, los Proverbios medievales, los cuentos árabes o las sagas indias, pero es en el Romanticismo finisecular y en las vanguardias al inicio del siglo XX cuando adquieren su mayor expansión. Quién no recuerda las leyendas de Bécquer, los relatos de Dª Emilia Pardo Bazán o, subsiguientemente, las Greguerías y Caprichos de Ramón Gómez de la Serna, o los Cuentos Largos (en realidad, breves) de Juan R. Jiménez.

A qué viene, dirán ustedes, todo este recordatorio, pues para situar la secuencia temporal de tales cuentos breves pocos años después en Galicia, en la celebérrima Generación Nos, cuyos componentes aunque no fuesen muy aficionados al cuento literario, salvo las escasas muestras de Otero Pedrayo (Contos do camiño e da rúa) y la sincopada literatura de Vicente Risco (Leria, Libro de Horas), nos ofrece la singular figura de Alfonso Rodríguez Castelao, al que se puede considerar como el iniciador o, de algún modo, fundador de este tipo de relato corto, en gallego, con sus “Cousas”, una versión original, de“anacos da vida”, con viñetas tipográficas o sin ellas, recopilados en la década de los años veinte y treinta. La imagen es importante -Castelao es un magnífico dibujante- pero no lo es todo, su glosa es esencial y determinante. Corresponden pues estos sencillos relatos a una época muy anterior a la reconocida hoy como iniciadora en España de este tipo de microrrelatos: los “Niños tontos” de Ana María Matute, se cita como pionero, o los poemas en prosa de Juan Ramón Jiménez (que tendrían su reflejo, años después, por cierto, en el poeta orensano José Angel Valente).

En “Cousas”, como señalamos líneas atrás, si bien la especificación gráfica del dibujo o la estampa ofrecen gran interés introductorio, es transcendental la indeleble unidad de los textos escritos: aparentan ser poemas en prosa o cuentos mínimos o, tal vez, cuadros costumbristas y populares, concisos, no le faltan ni le sobran palabras, y transmiten una sutil emoción. “Su frase avanza suavemente con transparente fluidez, sin brusquedades ni desviaciones, en un ritmo sereno, sosegado”, dice, sobre ellos, R. Carballo Calero.

Castelao le da a “Cousas” un preciso toque de originalidad, un matiz por veces genial, que convierten estos relatos humildes en un género literario personal y único: nuevo. Quizá no tuviera conciencia entonces de que estaba alumbrando una modalidad literaria distinta, como reconocen tener ahora los escritores que se dedican a escribir, con fruición, sus microrrelatos y a reunirlos en antologías específicas. Pero si los así designados toman cuerpo en la década de los sesenta (Ana Mª Matute, Max Aub) y, sobre todo, en los ochenta y noventa, y en la actualidad, el escritor de Rianxo, y es el propósito que aquí, en estas anotaciones, queremos resaltar, representa un antecedente muy digno y ejemplar de tal género en la Península, con sus “Cousas”, editadas entre 1924 y 1929, y sus, no muy distantes, autobiográficos y expresionistas “Retrincos”, cuyo “Segredo” es de 1909, y “Sabela” de 1934 (año en que se publican en Pontevedra).

Concluyo con una amable recomendación: lean estos magníficos textos de Castelao, mejor en gallego, y quedarán literaria y emotivamente sorprendidos por su preocupación social y la “reelaboración artística de una anécdota o de un suceso”, el feliz maridaje de lo popular y lo culto, de lo tierno y lo humorístico, disfrutarán de una lectura gozosa, demorada, de una sola ojeada, que invita a repetirla con alborozo.
Fuertes Bello, Antonio
Fuertes Bello, Antonio


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