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Portugal en la estacada

martes, 05 de abril de 2011
…Y la crisis económica y financiera europea, la crisis del euro, hace tambalear a Portugal.

Tras Grecia e Irlanda, la especulación desenfrenada de los mercados en busca de lucro a toda costa se ceba ahora en el vecino país. El Parlamento luso rechazó el draconiano plan de austeridad presentado como último recurso por el primer ministro José Sócrates. No aceptó el recorte en las pensiones y en el gasto público. Los diputados se negaron a que sean siempre los mismos quienes paguen los coletazos del capitalismo y precipitaron la dimisión del jefe del Gobierno con la caída consiguiente de todo el Gabinete.

Mal momento para cambiar de Gobierno en la coyuntura adversa actual y mal momento también para toda la Unión Europea, cuyos dirigentes veían con buenos ojos los remedios de cirujano de hierro anunciados por Sócrates. Pero no hubo nada que hacer: en la Asamblea de la República lusa sólo 97 diputados de los 230 totales votaron el Programa de Estabilidad y Crecimiento, que “pasó a mejor muerte”, como decía Quevedo parafraseando la famosa frase hecha.

Corren tiempos aciagos para Portugal. España se cura en salud con medidas preventivas.

Como reza el refrán popular, las desgracias nunca vienen solas y la mala suerte se ensaña con nuestro país medianero porque Eurostat, la oficina estadística de la Unión Europea, acaba de poner en duda las cuentas públicas portuguesas de 2010, su déficit no sería de menos del 7% como comunicó el Gobierno luso a la Comisión Europea sino superior al 8%, un punto porcentual significativo que es la gota que colma el vaso pues agrava la difícil situación y constituye otra mala noticia para la economía del otro lado de la Raya, autocalificada sin ambages por el propio ministro de Finanzas, Teixeira dos Santos, de catastrófica. Más cifras abrumadoras: en abril vence un préstamo a Portugal de 4.200 millones de euros y en junio otro de 4.900 millones y hay que reembolsarlos. ¡Uf!

Única tabla de salvación: que el presidente de la Republica, Aníbal Cavaco Silva, convoque elecciones anticipadas, debe hacerlo en un plazo máximo de 55 días. A pesar de su fracaso, Sócrates se presentará para probar suerte en la nueva coyuntura política. Zozobra e incertidumbre acentúan el tradicional carácter portugués, ya marcado por la “saudade”, sentimiento fatalista y estoico característico.

De nada sirvió la admonición del respetado ex primer ministro socialista y ex presidente de la RepublícaMario Soares, advirtiendo del peligro que conllevaría en las actuales circunstancias celebrar comicios legislativos pues paralizaría -y asi va a ser- la vida nacional durante dos meses cruciales, con la espada de Damocles de la bancarrota pendiendo sobre su cabeza, como decía la leyenda griega. Antes de la cura de caballo propuesta a la Asamblea Nacional en Lisboa por el Gobierno saliente y rechazada por los parlamentarios portugueses, la Unión Europea ya había pedido al Gobierno luso un ajuste fiscal, compromiso que ahora el primer ministro en funciones reiteró de nuevo. Así, al borde del abismo y para que nada falte, el recurso a un plan llamado eufemísticamente de rescate, como en los casos griego e irlandés, se perfila en el horizonte. En esta ocasión está incluso cifrado: 75.000 millones de euros según declaró el presidente del Eurogrupo y primer ministro de Luxemburgo, Jean Claude Junker, 75.000 millones que habría que devolver a toca teja. A esta hipótesis , Sócrates, voz de Portugal en la última y tensa reunión de Bruselas, respondió con una clara negativa. Por ahí no hay posibilidad de entendimiento. Portugal se resiste con uñas y dientes a este rescate humillante. Grecia fue el primero de los países rescatados y lo fue por 110.000 millones de euros, y después Irlanda, por 85.000 millones. Ambas naciones forman parte de la Unión Europea y tenían derecho a ser ayudadas en momentos difíciles pues contribuyen con su territorio, población y consumo a la conformación de un vasto mercado. Salvarlas no fue una acción altruista sino de mantenimiento de una alianza económica de intercambio comercial y compraventa de productos. Si Portugal cayese, se perjudicaría al prestigio de Europa y a la moneda única, aumentaría el riesgo para otros países, razonó el ya citado primer ministro portugués dimisionario.

Ahora bien, los insensibles mercados, de lógica despiadadamente capitalista, están al acecho, tienen sus propias leyes y volverán al ataque una y otra vez para pescar en río revuelto. Las agencias de calificación norteamericanas Moody’s, Standar and Poor’s y Fitch, ejercen una dictadura sobre los mercados en beneficio de los inversores y pueden hundir a países como Portugal, al que ya han rebajado en esta ocasión su estimación aunque la Bolsa de Lisboa no haya caído. ¿Quién elige y fiscaliza a estas fiscalizadoras?: Nadie, actúan con toda impunidad. Sería absurdo e ingenuo pensar que hay consideraciones morales y democráticas en los mercados bursátiles. Ante las quejas de España y Grecia, la imparcialidad de estas agencias ha sido puesta en tela de juicio y todas deberán justificar sus calificaciones según un reglamento que prepara Bruselas para antes del verano. En realidad están lanzando a la larga una ofensiva de acoso y derribo contra el euro.

Pero, todo hay que decirlo, el problema de Portugal hoy por hoy es que, como sentencia un refrán luso, “é tarde para a economía quando a bolsa está vacía”.
Acuña, Ramón Luis
Acuña, Ramón Luis


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