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Portomarín en el tiempo (I)

lunes, 17 de enero de 2011
Portomarín en el tiempo. Vínculos con Paradela (I)

Cabe presumir que desde tiempos inmemoriales las tierras de Paradela y Portomarín gozaron de una estrecha relación de vecindad lo que propició el intercambio de productos agrícolas e industriales entre los lugareños de ambas márgenes del río Miño, pero, a partir de la Edad Media, con ventajas para la villa de Portomarín porque estaba más industrializada, disponía de un núcleo de población más atractivo y, además, se asentaban en ella personajes con brillo señorial.

La gran arteria fluvial, el río Miño, le proporcionó gran belleza, paz sosegada, abundancia de salmones, truchas, “peixes” y anguilas. Pero le supuso también una barrera natural que impidió la libre y cómoda circulación de personas, de animales y de todo tipo de mercaderías durante muchos siglos hasta que por fin, se construyó el gran puente romano.

El puente romano de Portomarín construído probablemente en el siglo III, era el más grande de todos los construidos por los romanos sobre el río Miño. Tenía once arcos y, según algunos estudiosos, medía 152 m. de largo por 3,30 de ancho. Nació con mala estrella. Pedro Peregrino reconstruyó el puente hacia 1120, con la ayuda de la reina doña Urraca, la misma que había ordenado destruirlo algunos años antes, para cortar el paso a su esposo Alfonso el Batallador. El puente era la vía de enlace entre los pueblos del actual concello de Paradela, Páramo, Sarria y Lemos, y de las parroquias de San Pedro y San Nicolás de Portomarín, así como de los concellos de Taboada, Monterroso, Guntín y Lugo. Desembocaba en la calle “do paso” junto a la plaza de la antigua villa. Sería al final de este puente, en la margen derecha del río, a la entrada de la villa, donde se cobraba el derecho de portazgo que aparece reseñado todavía en un documento del año 1753, en estos términos:
“Villa y feligresía de San Nicolás de Puertomarín, Jurisdicción del mismo nombre; que en el término de dicha feligresía hay un puente con el arco mayor parte de él arruinado por el que se percibe portazgo por cada caballería o res que le transita un maravedí a Su Majestad el que le regulan en 480 reales de vellón; otro maravedí que percibe el Comendador de la Encomienda que le regulan en 352 reales y 17 maravedís de vellón. Hay 6 barquitos que navegan sobre el río Miño a los cuales no les consideran utilidad por serviren para entrar en los canales situados en dicho río Miño”.

El real equivalía a 34 maravedís. Teniendo en cuenta este dato, y lo que cobraban Su Majestad y el Comendador, ya podemos hacernos una idea del gran número de cabezas de ganado que transitaba por el puente. El dinero que percibía de portazgo cada uno de estos personajes equivalía en 1753 a 240 días de trabajo de un jornalero del campo.
Fernández López, Ángel
Fernández López, Ángel


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