Día a día (VI)

En este malhadado País, más cercano a Cartago tras la batalla de Zama o al Dresde arrasado por la aviación inglesa que a la Octava Nación más desarrollada del Orbe, desde hace algunos días, los problemas más profundos del Estado (siguiendo la nomenclatura vasco-catalana) han sido, al parecer, los abucheos al Presidente del Gobierno, la entrega del poder al Sr. Rubalcaba, el nombramiento de varios Ministros y Ministras (la paridad va a menos) y el drama de un Alcalde supongo que del PP, que aludió a los morros de una Ministra (claro, del PSOE). Ah! Y una Convención del propio PP en Madrid, no sé para qué, aunque lo supongo (¡Viva Rajoy nuestro carismático líder!).

Es decir, que de trabajar más, de reformas laborales, de remisión de parados, de préstamos a empresas, de solución al problema autonómico, de la última operación de trueque, Gobierno, -CC y PNV- nada. Eso son trivialidades. El drama son los morros de una Señora.

Uno no se puede explicar tanto baboseo, tanta indigencia mental, tanta hipocresía y manipulación y tanto timo al pueblo.

¿Es que nos hemos olvidado que a partir del Año 1982 se entregó la custodia, dirección, mando y demás atribuciones a las APAs, hoy en virtud del criterio de igualdad, AMPAS, -¿por qué la M antes de la P? ¿cuál es la regla de igualdad?-

Es que nos hemos olvidado de que gracias a aquellos aires frescos y nuevos de la progresía y de la libertad se acabó con la buena educación, las más elementales reglas de urbanidad, el respeto, la corrección, las buenas maneras –que tanto habían prosperado en los dulces años 20 (del siglo XX) en los que Josephine Baker bailaba vestida con un breve cinturón de plátanos (no había tangas)- se acabó la confianza (binomio confianza/respeto) y con ella la lealtad, la fidelidad de la pareja, las relaciones normales padres/hijos y profesores/discípulos y toda esta suerte de miserias que ahora nos han sobrepasado y, gracias al contradictorio buenismo que -para unos sí, para otros no- nos está asfixiando. Había que cambiar las 3C: casa, coche y compañera/o.

Pues como de aquellos polvos vienen estos lodos, -y ya lo adelantábamos días atrás- ahora hay que prohibir los abucheos al Presidente. No se puede ni mentar –un hombre a una mujer- ni por guapa, ni por fea, ni por tonta ni por lista, ni por buena, ni por mala. No mentar. A la inversa no, porque este sentido de igualdad ha decretado la abominable condición del hombre. ¿También del homosexual? ¿O ése es aceptable, asequible, defendible e imprescindible y necesario?

A mí me gustaría saber, a la vista de aquellas Ministras de 2004 en portada del Vogue, a la vista del armario de la Sra. de la Vega, a la vista del reportaje a la Sra. Saenz de Santamaría, hace unos días de Dña. Rosa Díez en una portada, a la vista, en fin, de los modelos de las Ministras tan cambiantes y tan rutilantes si tengo que ver, callar y, a lo sumo, oír lo que dicen.

Pues que quede claro: reivindico, sin limitación, mi derecho respecto a esas Señoras y a cualquier otra, a ver, a no oír ni leer lo que dicen porque no me interesa pero sí, absolutamente, a opinar, desde mi personal punto de vista, si me gusta o no la expuesta y, siempre que no le falte al respeto, ni por supuesto, la insulte o calumnie, seguro que con más corrección y educación que la “mass media” opinaré lo que mejor me parezca.

Pero, insisto, en vez de andar frivolizando chorradas y restando cuotas de libertad al pueblo, trabajen, den ejemplo de seriedad y, sobre todo de eficacia y eficiencia. Y, en cuanto a clases de corrección, vayan primero a la escuela porque para enseñar, hay, primero, que aprender. Y distinguir la función pública de la privacidad. Y, no mentir que es el insulto más grave que se puede hacer al pueblo. Y no se descansa en esa función. Basta ya de Maestros Ciruela que no sabían leer y ponían escuela. Por último, cuando uno o una no quiere, dos no se morrean.