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Día a día (II)

lunes, 11 de octubre de 2010
La madre Patria, descubridora y colonizadora de los Pacha Mama que se fueron independizando hace alrededor de doscientos años desde el Sur del Río Grande hasta el Cabo de Hornos, ha visto y, sobre todo, ve con enorme satisfacción la eclosión de golpistas que acceden al poder por vías ahora llamadas democráticas rompiendo los esquemas habituales según los cuales los dirigentes con ánimo de perpetuarse en el poder procuraban acceder vía urna para luego mantenerse perpetuamente en el machito con el machete para consagrar la machada.

Hitler, el nacionalsocialista, lo hizo así. Ganó unas elecciones y al final, gracias al odiado yanqui, fue exterminado. Pero es claro que el gen ario no es el gen indolatino. Aquí primero golpeo y luego me hago rápidamente demócrata y me quedo. Hay que reconocer que en esos virajes los hispanos somos modélicos. Terroristas, comunistas, etc..., se convierten en liberales-conservadores por supuesto y falangistas, nacionalsindicalistas; adictos a la dictadura personal que se mantuvo en España casi cuarenta años, se han convertido de súbito en maestros, que digo, profesores y catedráticos de democracia. ¡Ay que fastidiarse! Los hijos de españoles en Sudamérica, mestizos, por tanto, son los primeros denostadores de la Madre Patria. Conmemoran los aniversarios de sus respectivas fechas de independencia denostando a los descubridores, como por ejemplo, los húngaros cuando conmemoran la égida rusa aunque ésta esté más justificada aunque no se crea.

No consta que en Hungría o en Polonia o en Chequia haya habido una sola Malinche, quizá porque en esos países no era el dios de la lluvia el que lloraba sobre ellos sino el dios del odio, del fuego, de la esclavitud. Los rusos no llevaron con ellos a ningún Fray Bartolomé de las Casas.

Pero la Madre Patria, madre al fin, tiene unos enormes senos en los que acoger a las Paches Mamas con sus democráticos Gobernantes, inundándolos de regalos, apoyando a sus dictadores “democráticamente” elegidos y, en fin, acogiendo a sus emigrantes como hijos pródigos aunque vengan a poner las cosas muy difíciles a los nativos.

Un español, contribuyente trimestral, anual y siempre que a algún roto se le presenta un descosido, no tiene acceso a la Seguridad Social salvo que, de acudir a sus servicios -que por cierto son muy buenos-, tenga a bien pagarlos según factura. Pero creo que cualquier visitante foráneo, dispone de gratuidad absoluta en el uso de tales servicios.

Probablemente se estará pensando en casos como el de aquel infante negro zahíno que una soleada mañana en el Caracas de Locoven -el padrino político de Felipe González- que era como se conocía a Carlos Andrés Pérez, me limpiaba los zapatos en la puerta de un bar y a sus siete u ocho años como mucho, tras de oírme hablar me dice: ¿Vijte, ujté é ejpañol? -Sí- Mi papá también é ejpañol.

Vendrá de ahí aquella canción que decía: ¡Ay mamá qué tiene el negro!

¡Qué cosas se le ocurren a los viejos!
Goás Chao, Domingo
Goás Chao, Domingo


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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