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Rebajas

jueves, 12 de agosto de 2010
¿Se acuerdan de las rebajas de antes, las de Agosto? ¿Aquellas que empezaban cuando el calor del verano se apagaba?
¿Recuerdan las rebajas de Enero? ¿Esas que aparecían justo después de Reyes?

Hoy en día hay rebajas en cualquier estación porque se van anticipando tanto que se encadena una con otra.
Es como el turrón de Navidad, cuando llega su época estámos saciados de gula.

Pero hoy día las rebajas son una necesidad, tanto o más para el comerciante como para el cliente.

Las rebajas más conocidas son las que se aplican en el comercio textil pero resulta que existen gangas hasta en la Bolsa, según los expertos analistas que hablan de "gangas bursátiles" en algunos valores del Ibex 35.

Sin subida del IVA o con subida, del 16 al 18 por ciento, lo cierto es que, este año "hacer el agosto" sale caro debido a la crisis financiera y al paro.
No es buen año para alardear de comprar ni en las rebajas, máxime cuando muchísimos ciudadanos ya se han rebajado pidiendo limosna, acogida o comida.

Un año más, las rebajas no servirán como forma de saciar algún capricho sino que, me temo, será la única forma o fórmula para poder comprar lo más necesitado.

Atrás quedaron aquellas tardes calurosas donde comprar en rebajas era como ir a pasar la tarde bajo las temperaturas gélidas de los aires acondicionados y, de paso, llegar alegres a casa por las gangas encontradas aunque luego no sirvieran para nada.

El gasto medio en las rebajas caerá de manera estrepitosa.
Y el porcentaje de placer que conlleva comprar será proporcional al aguante del bolsillo del ciudadano inmerso en la crisis.
Calculando esto, hoy día serán menos felices los consumidores que no puedan ejercer como tales y, parece ser que, ya se cuentan por millón, con lo cual, tenemos un número considerable de personas menos felices por frustración y no es bueno tener una nación desilusionada y desesperada.

Así que, sí, estámos en época de rebajas pero, no sólo en el sector comercial ni bursátil sino, también, rebajas en lo referente a la oferta laboral y, por ende, una disminución en el consumo de ocio; un descenso en placer y un gran debilitamiento en poder.
Antolín, Celia
Antolín, Celia


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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