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Fechas como flechas

viernes, 07 de mayo de 2010
Existen fechas que se nos clavan como flechas, como lanzas, como flechazos de amor repentino, o como estacas o dardos envenenados y, como tales, nos causan un inevitable enamoramiento, una ardiente pasión, un endemoniado fuego, un magnífico sueño de deseo, amor o sufrimiento, un fuerte impacto, un tremendo golpe, una sangrante herida o un simple arrebato.
 
Hay fechas para el recuerdo, la nostalgia, la felicidad, la celebración, y otras que, por sus consecuencias, desastres o tristezas, son mejor olvidar.
 
Tenemos momentos tan sublimes, espléndidos, amorosos, de impacto y/o conmoción, que se hacen imborrables, quedando inmortalizados en la historia y en nuestras vidas, y se anotan y fechan en libros, cartas, documentos e, incluso, en nuestros corazones.
 
Retenemos nuestras vivencias buenas o malas en nuestras mentes y las grabamos resumidas en fechas para poder recordarlas o revivirlas: nacimientos, cumpleaños, fallecimientos, aniversarios, y, cuando llegan de nuevo, un año más, algunas son imposibles de borrar y otras se olvidan sin más.
 
Queramos o no, ¿quién no guarda una fecha clavada en su mente o en su corazón como una flecha de Cupido o de punta envenenada? ¿Quién no ha tenido una fecha hermosa y pasional y ahora es triste y marchita? ¿Quién no hizo de una experiencia nefasta un día histórico difícil de olvidar o incluso ideal para festejar?
 
A fin de cuentas, fechamos lo que nos importa, nos guste o no, bien para agradecer, felicitar o hacer un antes y un después en nuestras vidas.
 
En definitiva, al nacer y al morir somos fechados y, entre medias, soportamos las flechas que la vida nos va lanzando; algunos las van sorteando y otros hacen de diana perfecta y, por mucho que intentan esquivar, se las llevan todas consigo, las quieran o no.
Algunas flechas son como premios, otras son como saetas, venablos, jabalinas, espontones y lanzas de puntas farpas como garras. 
 
La Historia no sería tal sin fechas y nuestras propias vidas no alcanzarían la misma dimensión sin ellas.
Todo el mundo tiene una o varias fechas importantes en su vida.
Yo tengo muchas pero tan sólo una permanece en suspensión como una nota musical disonante a la espera que se pose como un dulce recuerdo al ritmo de son de amor.
 
¿Quién no tiene un mes especial para poner una fecha ideal?
Yo lo tengo claro, me quedo con Mayo, mes florido y hermoso donde los haya, mes de la diosa romana Maia, quien representaba la fertilidad, la castidad y la salud, golpeada hasta la muerte por Fauno.
Mes fértil, seguro que sí, tan añorado y esperado como su agua de Mayo.
Mes de fechas solemnes: Primero de Mayo; Día de la Madre, Día de Europa; Día de la Victoria sobre el nazismo,... y todos aquellos eventos personales que queramos datar para festejar, recordar o, para los negados, olvidar.
 
Hay quienes no quieren retener ninguna fecha en su vida y se quejan de ellas; otros se estancan en ellas; y hay quienes templan sus lanzas, ajustan sus fechas para mitigar el recuerdo, pensando que así son más realistas, se sienten los mejores y sienten que pueden con ellas. 
 
El realista recuerda sus fechas; el valiente las retiene y festeja; el cobarde las aparta o tensa; y el optimista las antepone, a la espera de un flechazo y no una flecha.
Antolín, Celia
Antolín, Celia


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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