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Holanda, estallido de color

domingo, 18 de abril de 2010
En 1983, la Asamblea General de la UNESCO declaró el Día Internacional de los Monumentos y Sitios, cada 18 de Abril.
Con este motivo y con dinero en el bolsillo, ya tenemos una buena excusa para hacer una escapada este fin de semana.
Propongo un viaje en avión de unas dos horas a un pequeño lugar y, en éste caso, para un sólo fin de semana, es decir, escasos dos días, a la ciudad de los puentes y las bicicletas, Ámsterdam, capital de la llana y siempre colorida Holanda.
Como un reventón, como una explosión, resurge, una y otra vez, el estallido de color en Holanda.
Primavera tardía por un invierno que no acaba pero, la naturaleza es sabia y los campos, jardínes y plazas brotan y estallan.
Mercadillos de colores, abarrotados de flores y, para muestra, los bellos y naturales tulipanes de Rembrandt en el Rijksmuseum.
Mi apreciado Vincent, tampoco se salva.
Jardín de mi deseo cumplido, visitar el Museo Van Gogh.
Estallido de color puro, amarillo, rojo y azul intenso, en pinceladas de fuertes trazos a veces mezcladas para fomar colores vivos como sus  intensos verdes, anaranjados, violetas, que reflejan la fuerza y la explosión de la naturaleza.
Cuanto más le observo, más me deleita y atrapa.
Recrearse paseando por la ciudad de los 1.281 puentes repartidos entre sus 160 románticos canales, cuya agua es renovada cada tres días, y disfrutar navegando entre ellos por barco mientras contemplas sus casas flotantes.
Subirse en un tranvía tras otro y rendirse ante la belleza de sus casas de fachadas altas y estrechas, de ladrillo rojo y grandes ventanales, al estilo del clasicismo renacentista, con tejados en forma de campana, escalera, ribete o cuello de botella.
Montar en bicicleta y sentirse un estudiante más en una ciudad con más de 600.000 bicicletas para  sus 700.000 y poco habitantes. 
Ciudad liberal donde las haya y "políticamente tolerante", cuenta con su archifamoso
distrito de Wallen o Barrio Rojo, por las luces de sus locales donde se ejerce la prostitución, y los conocidos Coffee Shops donde se venden pequeñas cantidades de marihuana a los mayores de edad, creando gran expectación a los turistas curiosos que transitan perplejos y turbados por la zona.
Callejuelas entre canales con mercados variopintos rebosantes de mercancias frescas, delicatesen exóticas y baratillos donde poder comprar recuerdos y objetos antiguos, al mismo tiempo que te sientas a descansar en una terraza de un café junto al canal y degustar un buen café, chocolates o su famosa cerveza Heineken.
Ciudad despierta, multicultural, políglota y multirracial, a pesar de la crisis internacional, no ha sido difícil oir hablar el español entre la multitud de turistas que esta pasada Semana Santa se hacía fotografiar, escuchar e, incluso, dejarse guiar por emigrantes españoles que amablemente te atendían en algún comercio o rincón de la ciudad.
Campos verdosos, flores, vacas, molinos de viento y agua, acampan por la llana Holanda.
Canales pintorescos, románticos puentes, bicicletas y más bicicletas, zuecos de madera, tulipanes de todos los colores, mercados de quesos y más quesos,... convergen por toda Ámsterdam.
Museos, más de 1.000 en toda Holanda,  galerías de arte. Arte y cultura, invaden las vidas cotidianas.
Terrazas, tascas y cafés, teatros y espectáculos, ocupan las tertulias y el ocio de las gentes que pasan.  
 
En definitiva, ¡iconos de Holanda!
Antolín, Celia
Antolín, Celia


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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