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Quisicosas XIII

jueves, 18 de marzo de 2010
SVOBODA SOCIALISTA

El día nueve de noviembre de 1989 cayó el muro de Berlín y, prácticamente con él, el calificado años atrás por Winston Churchill, el “Telón de acero”.

Es imposible leer todo lo que sobre el tema se ha escrito esos últimos tiempos y a saber lo que falta por escribir todavía.

¡Quién no recuerda el bloqueo de Berlín con su única conexión exterior: el aeropuerto de Tempelhof!

Atrás queda la proclamación de JFK: Ich bin ein Berliner.

Pero la que entendemos verdadera realidad de la caída fue la ruina del sistema comunista: repartir miseria a fuerza de palos; hambre y torturas; pobreza y obediencia ciega. Eso era lo que -comprobado personalmente- se pregonaba a la entrada de la frontera checoslovaca: svobda socialistiskaya”: felicidad socialista. Y añadían, 25 Jahre: veinticinco años de felicidad socialista.

Es cierto que aquí se celebró, coreó y vitoreó el aniversario de los veinticinco años de paz en plena dictadura franquista.

Tan sólo tres diferencias por citar alguna.

La primera: total libertad de movimientos en España, contra total prohibición de salidas -salvo compra de salvoconductos-, de los paraísos comunistas al exterior, ni siquiera entre ellos, ni aún dentro del mismo país sin permiso especial.

Los que visitamos en plena dictadura española, Alemania Oriental (República Democrática Alemana), Polonia, Checoslovaquia, Hungría y Yugoslavia, no tuvimos el menor problema para entrar y salir de España, obtener visados y eso sí, ser estafados por los “paraísos” al entrar (cambios oficiales p. ej. de la Corona Checa = 7 * 1$. En la calle a 1$ = 36/40 coronas checas, o, szlotys: 15 * 1$. En la calle 1$ hasta 120/150 szlotys.

La segunda: la miseria general existente en todos los países visitados entre los años 1970 y 1977. En España, pese a Franco, el año 1964 se había logrado la renta más alta que nunca había vivido la Nación y que, desde entonces, continuó su crecimiento.

Y, en fin, la tercera, que ningún autóctono, ciudadano o súbdito de cualquier paraíso socialista podía acceder a determinados sitios públicos tales como hoteles, restaurantes y lugares de diversión excepto la “nueva clase”, es decir, los mandamases, enchufados y prostitutas autorizadas. ¡Cómo aquí, vamos!

Bien está, por tanto, toda suerte de conmemoraciones, fiestas y reconocimientos. Pero, siempre hay un pero.

El Sr. Presidente del Gobierno, según he oído, ha dicho en Polonia, creo, que a nosotros nos había caído nuestro muro de la vergüenza unos años antes, al morir Franco.

Y la única respuesta coherente que también he oído, lo cual no quiere decir que no haya otras de igual o parecido tono, fue la del Dr. Vidal cuando le recordó al Sr. Zapatero que los causantes de la venida de Franco eran correligionarios de los que levantaron el muro de Berlín.

Siempre hemos estado de acuerdo con la prohibición del nazismo: no en vano liquidaron a seis millones de hebreos y, a saber cuantos alemanes disidentes pero no podemos entender que no haya seguido igual prohibición el comunismo con más de cien millones de muertos tras de si.

Y vamos a dejarnos de igualar o parangonar al fascismo italiano con el nacional sindicalismo español – ambos condenables – y a ensalzar a Luis Companys asesino de más gente que los otros dos juntos.

Pero, y ahí viene mi preocupación: Hoy en España se lee que un ciudadano que ha sido elegido Secretario General del Partido Comunista, que se autotitula, viendo la foto interpretando la Internacional como “paria de la tierra”, que levanta el puño izquierdo -“los otros hacían el saludo romano”- y que, al parecer, dice que “no tenemos que avergonzarnos ni que pedir perdón por nada”.

Echo en falta que no añadiese que había que pedirles perdón a ellos en nombre de sus cien millones de asesinados. Claro que no siguen ni a Lenin, ni a Stalin, ni a Trotsky, ni a Mao, ni a Polpot. Sólo al Niño Jesús, aunque claro está, no creen en él.

La preocupación no para ahí: Desde que D. Alfonso Guerra, certificó la defunción de la división de poderes preconizada por el Barón de Montesquieu, enterró el Estado de Derecho. Luego, vino el GAL. Ahora, Sintel. La corrupción ya no tiene color; es como la niebla baja: no deja de ver una sociedad diáfana y limpia y todo ello, crímenes de estado, fiscalización y vigilancia orweliana de los ciudadanos a través de sus conversaciones telefónicas no autorizadas judicialmente y la corrupción de políticos, “la nueva clase” nos está acercando peligrosamente a los paraísos socialistas que liberó la caída del muro de Berlín.

Es inaudita la desfachatez de los rojos defensores de los regímenes totalitarios de su cuerda que hoy no se atreverán a ir con tales postulados, por ejemplo, a países como Hungría donde el odio ruso es tan acerbado como justificado: mujeres violadas, niños objeto de abusos… y ello gracias al ejército rojo o popular de la antigua URSS.

Esperemos que en no mucho tiempo no tengamos que hablar, no ya de España -término en total desuso- sino de “Unión de Autonomías y Regiones Socialistas” y nación Catalane, antes España.

Viva la libertad para las personas que nos sentimos libres, es decir, para los que vivimos en y para la verdad y no, por tanto, para la mentira, ni para la estafa antidemocrática.
Goás Chao, Domingo
Goás Chao, Domingo


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