Opinión en Galicia

Buscador


autor opinión

Editorial

Ver todos los editoriales »

Archivo

Fuel

lunes, 15 de marzo de 2010
Pasada la nochebuena
Miraba el mar desde el alto da Vela
Esperando a que las tinieblas a las nueve de la noche
Descubrieran en las heridas olas los cabellos de ébano de Mesalina
Entrando en la lobera con sus hermosos pechos
Sostenidos en una red de corcho y tanza
Ebria de satirión.
Aguardando a que el día develase su basura o el balanceo de siempre
Esa cadencia de pentagramas y rocío
El azafrán perfumado a los pies de las imágenes de los dioses y los esteros.
Agua con nieve fundida filtrada de nuevo sumergida
Entre la nieve
Echaban los caros y preciados esclavos de Alejandría
Sobre los hombres.
Hoy Ganímedes sin sueño
Esparce su cuenco de copero divino
Sobre los cormoranes y los frailecillos tristes
Carcomidos por la peste de las mareas.
Las niñas atropellan orquídeas y rosadas hortensias
Con el silbido de las máquinas de los trenes de las telas de araña de los desvanes.
Y con el hierro de las vías crean rosas
Arrojadas en el día
Que las algas desoladas convirtieron en hojas caídas del mar.
Hojas que besan esta arena estos dedos
Hojas secas de las almas vendidas aventadas
Consumidas almas sin sueño sin fiebre y sin dolor.
En el horizonte marino las gaviotas con picos de sangre de naranja
Desgranan la espiga de un sol doliente
Y partidas vienen en cadencia de granos
Paso de fuentes calmas libres de ligazón.
Las cenizas del mar caen a tierra
Y una proa embiste líquida de algas
El pecho del crepúsculo con redes de trasmallo.
Un sol de albas
Descansado del fuego de las hogueras.
Baje por los senderos que van hasta las calas hacia la Punta do Corno
Y la maldición de un esclavo sin el tendón de las corvas
Sembrado de blancos monos voluntarios
De botas militares.
Las calas donde el fuel quemó los cantos rodados las carrascas
Y la cara lavada eternamente por la espuma
De los cantos que miran a la tumba de Osiris
El retorno de las urcas de sal de Bretaña el vino de Sevilla.
Fueron pasando los días y cediendo las hojas de sus calendarios
Como en las batallas de las sagas de los hijos de Odín
Hasta el aullido de la Raposa da Mordaza que muerde como el olvido.
Días que se enredan con noches de vela y calma
Mareas vivas y poemas de Safo en los salgueros.
Cientos de pájaros con sus cristales hendidos
Por la campana dorada que en las tardes de claros
Llama por las almas de los guerreros que caen
En una muerte sin la mírtea corona del poeta.
Magnolias de betún y tulipas de broma
En un imposible eco sin palabras.
En las inválidas flores con plumas de fango entre los dedos
En el ardor de los caballos lisiados
De los piratas malandros de los aviones de lata
Podemos imaginar soñar de nuevo
En la niñez con trenes y nieve
Que nunca nosotros tuvimos en Fisterra
Y esconder esa palabra
Fuel
Esa palabra
En el velo del paladar.
Rocío místico rocío alquímico rocío de esconjuros
Caído de la cuesta maldita en donde rompe el crisol
Crepúsculos sin estela.
Patria de la sombra y de la cara oscura
De las hojas de la encina.
Hasta los dedos me arden con la tinta delatora
De este oficio de este sacrificio
Fabricando un poema manchado de salitre.
Bajaban de los barcos los pescadores de Camelle.
Por una herida de la tierra en medio de las montañas
Parte el sol su cuerpo de nácar y de cuerda.
Una cría de gallo de mar aprendía en la laguna su primer baile
Su vuelo primerizo.
Entre una isla y un largo arenal de lanchas oscuras.
Bajaban de los barcos los pescadores de Camelle
Con sus blancos trajes manchados por el fuel.
Buscaban la taberna de Barca
El abrazo de la tierra donde los gatos miraban con sueño la parte del tiempo.
La costa después del paso de la segadora
Con el filo limado de la hoja de acero
Afilaba de nuevo en la punta de la lengua su canto de vida.
Algún barreño verde con pescado oscuro
Nécoras bullendo por las rocas
Buscando las uñas postizas de las nereidas.
El mar
Perro comido por la rabia
Despeinado a sotavento de mareas vivas y quebrantos
Se fue desprendiendo nortada a nortada de aquella cotra
Del monstruo partido más allá de la puesta del sol
Donde escupen los dioses y vomitan los diablos
La primera sangre impura de la matanza de las vírgenes en el lecho que fue cuna.
Volvía un niño perezoso del parque entre hierros y grava
En el barullo de los niños siempre amigos de la bulla y del caos.
Los oscuros bulbos de los gladiolos de Samarcanda
Las tulipas de Delft en las cajas de olivas de creta
El mar olía a laca con hinojo y torvisco
En el alambique clandestino de las cabañas de los marineros.
Grupos de pícaros holgando en el remate de la marea
Posando a los turistas de las cámaras al free lance.
Un Filoctetes cualquiera apuntaba sus dientes con flautas de centeno
Y un pequeño Homero hacía bigotes con las barbas del maíz.
Las miradas de los pájaros muertos por la mugre
En mis ojos quedaban abrasados de sal
Muros comidos por las jaras
Y pretendía flores de centáurea y lecherena
Sin llevar cuenta de las cruces sobre la piel lacada de las hojas.
Despegaba de las retinas los negros números
Bajo las imágenes de las santas de los almanaques
Y buscaba la ceremonia perfecta
Algo en donde perderme sin sentido
Esa cicuta esa droga esa blasfemia.
El pórtico sur de la iglesia de Santiago de Cereixo
Barca de piedra sobre olas o nubes.
El tímpano de la Última Cena en el monasterio de Moraime.

(Sete vagas, 2005).
Lema, Rafael
Lema, Rafael


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


PUBLICIDAD
ACTUALIDAD GALICIADIGITAL
Blog de GaliciaDigital
PUBLICACIONES