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Chile, donde termina la tierra

martes, 09 de marzo de 2010
La primera vez que pisé tierra sudamericana fue en Santiago de Chile, el mes de Abril de 1993.
Crucé el charco sola, aunque no era mi primera vez, pero, al ir sola, imité a la pasajera alemana del asiento de al lado, tomándome mi primera, y hasta ahora única, copa de coñac, e hicimos el trayecto durmiendo de un tirón sin enterarnos ni de la resaca.
Aún recuerdo esa bella ciudad, sus paisajes, su gente, su artesanía, y su rica gastronomía.
Hubo una amiga muy especial, Susi, con ella y su marido aprendí a amar esta tierra, hoy próxima a Haití por el mismo dolor que las une producido tras otro terremoto y posterior tsunami.
 
El pasado sábado 27 de febrero, Chile volvió a gritar pero, esta vez, no lo hacía su gente sino la furia de su tierra, por culpa de un seísmo de más de 8 grados en la escala de Richter que atravesó más de mil kilómetros de la geografía chilena, sacudiéndola catastróficamente y dejando otra cifra devastadora de muertos y de ciudades y pueblos en ruinas.
 
Viví la época de la Transición chilena a la democracia, y de política se hablaba muy bajito y mirando a tu rededor pues, la sombra de los diecisiete años del régimen militar de Pinochet, 1973-1990,  parecía no irse nunca. El dictador seguía siendo, y siguió siendo hasta 1998, comandante en jefe de las Fuerzas Armadas y, después, senador vitalicio como expresidente de la República hasta junio de 2002. 
Durante mi visita, ocupaba la presidencia de la República chilena, el demócrata cristiano Patricio Aylwin, 1990-1994. Un mes después, Chile celebraría las segundas elecciones primarias, un 23 de Mayo de 1993, dando por ganador al siguiente sucesor democristiano
Eduardo Frei Ruiz-Tagle, por un periodo comprendido entre 1994-2000. Lo sucedió el economista opositor a la dictadura, Ricardo Lagos, 2000-2006, y en la actualidad ocupa el cargo por vez primera una mujer, médico pediatra y política chilena, Michelle Bachelet, que dejará en breve su cargo, el 11 de Marzo de éste año, al actual presidente electo, Sebastián Piñera Echenique.
 
El país se extiende a lo largo de más de cuatro mil kilómetros en una estrecha franja altamente sísmica y volcánica, dentro del llamado Cinturón de fuego del Pacífico, un océano cuyo lecho está en permanente roce de las placas oceánicas que cuando desata su tensión, produce terremotos en los países de este llamado cinturón.
Por eso no es de extrañar que Chile se encuentre flanqueado entre éste océano y la Cordillera de los Andes. 
Mar, montaña, desierto, nieve y ríos envuelven a este estrecho país de gran variedad climática por su gran longitud del territorio.
Valles nevados y grandes lagos helados extasian las miradas, al mismo tiempo casi
que volvemos nuestra mirada hacia el mar.
Desértico y estepárico en algunas regiones y siempre verde en sus zonas de bosque.
Lobos de mar, pelícanos, gaviotas, albastros, delfines, ... nadan por sus costas junto a los bañistas.
Llamas y vicuñas,  alpacas, chinchillas, flamencos,... se pasean por el altiplano.
País de fuertes contrastes, por tanto, e increíbles y bellos paisajes.
Sus constumbres, sus gentes, su cultura y gastronomía, bien merecen capítulo aparte porque no tienen desperdicio.
 
En estos días de desolación y destrucción, de Chile podríamos decir que no es sólo el país donde termina la tierra, como parece ser que el orígen de su nombre aimara indica, sino que, debido a este cataclismo, en Chile parece que acaba la tierra.
 
Las réplicas continúan y sus gentes vuelven a vivir con miedo pero, esta vez, por catástrofe natural ajena a la corrupción de la tiranía del poder de años atrás.
Antolín, Celia
Antolín, Celia


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