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Felices y cinematográficas navidades

martes, 05 de enero de 2010
En la Navidad de 1914 ocurría el hecho más sorprendente de toda la historia de la Primera Guerra Mundial. Aquella primera Nochebuena bélica, las tropas alemanas colocaron sobre el borde de las trincheras abetos iluminados, que habían sido enviados al frente por orden directa del Káiser. Fueron enviados junto con los abetos, raciones extra de pan, salchichas y licores, unas medidas para aumentar el ánimo de la tropa, durante tan señaladas fechas. Los soldados franceses y británicos admiraron perplejos los árboles luminosos. Esa visión casi irreal ayudó a crear un inesperado clima de fraternidad durante la noche.

Las tropas alemanas comenzaron a entonar canciones navideñas, los aliados ante tal circunstancia se quedaron perplejos, el sentimiento familiar acechaba a la tropa. Tímidamente y envueltos en la magia de la Navidad, se fueron uniendo a distancia a sus grandes enemigos, entonando cánticos al mismo son. Al amanecer, el día de Navidad, algunos soldados germanos, comenzaron a agitar banderas blancas y a salir desarmados de sus trincheras, a tierra de nadie. En el primer momento los aliados vacilaron, pero pronto salieron a su encuentro. Los hombres, que hasta ese mismo día habían estado matándose, compartieron tabaco, alcohol y chocolate. Los gestos de solidaridad continuarían durante toda la jornada, cada bando pudo recoger a sus compatriotas muertos en los combates de los días anteriores y darles digna sepultura.

La noticia de esta tregua llegó a los respectivos cuarteles generales y se adoptaron medidas para frenar esa actitud. Un número indeterminado de soldados franceses sufrieron severos castigos como escarmiento, mientras que por parte de los alemanes fueron enviados al frente oriental, uno de los más castigados por la aviación aliada.

Las cartas en la que los soldados narraban los hechos a sus familiares fueron destruidas y algunas informaciones que llegaron a los periódicos británicos se censuraron. Los franceses confiscaron los negativos de las fotografías que algunos soldados habían tomado durante la tregua, en donde se veía posando a todos amistosamente. Poco a poco, la vida en el frente retomó la dinámica anterior y la tregua navideña pasó a ser un recuerdo agradable diluido en la realidad de una guerra despiadada.

La Navidad toca a nuestra puerta un año más y orgullosos tenemos que estar de recibirla. Porque se desvirtúe la fiesta más o menos, el consumismo se dispare, o los Mr. Scrooge del siglo XXI se pongan escépticos, sólo hay una cosa cierta. La Navidad une tanto en recuerdos como en anécdotas, en llamadas y en conversaciones, en abrazos y enhorabuenas. Porque la Navidad nos recuerda que seguimos viviendo e importando y que nos espera todo un año más por ser vivido y, quien sabe, ¿quién nos dice que no será el año de nuestra vida? ¿Acaso no le vas a recibir como se merece? Cierto, los buenos sentimientos deben ser cosa de todo el año, pero, teniendo en cuenta como va el mundo que nos rodea... ¿porqué no empezamos desde ahora? Ha sido un año de crisis, despidos y parados, pero si hay algo del que tenemos que partir es del cariño de los demás y, sobre todo, estar rodeado de ellos. Es lo mejor para dar el salto a un nuevo año y vivir estos días en el que el mundo se para, va más lento y más calmado gracias a que se mueve más con el corazón que con la cabeza, más con el sentimiento que con el sinsentido. Por eso, como el oasis de paz de los soldados en medio del conflicto, cultiva un árbol lleno de amigos, buenos deseos y mucho cine.

Será lo más adecuado para que en el 2010 tanto los buenos sentimientos como la magia de la pantalla sigan corriendo por tus venas.

¡¡Feliz Navidad y que vivas las mejores historias de cine!!

Película: FELIZ NAVIDAD (2005)
Director: Christian Carión.
Interp.: Diane Kruger, Steven Robertson, Frank Witter, Bernard Le Coq.
Curiel, Manuel
Curiel, Manuel


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