Piratas del siglo XXI

Piratas sin garfio y sin pata de palo.
Piratas sin sombrero y sin barba azul ni roja.
Da igual porque son piratas igual.
Piratas porque saquean atacando navíos, robando la carga o exigiendo rescate por sus prisioneros.

Pero estos piratas del siglo XXI dejan mucho que desear.
A estos, les falta el romanticismo que les envolvía y que tanto fascinaba a las mujeres de la época; piratas que por sus destrezas llegaban a ser héroes, corsarios, piratas legales reconocidos por los gobernantes; lo ideal para muchas novelas y películas aventureras.
Piratas sin escrúpulos pero con un gran sentido de la lealtad y firmeza en sus "leyes". Amantes de la libertad, de la equidad, pero también, del libertinaje y del pillaje.

A los nuevos piratas les falta todo eso y mucho más, y nada de lo que hacen se justifica ya en estos tiempos. No tienen el coraje ni el valor de sus antecesores. No luchan cuerpo a cuerpo. Su mejor espada es un arma de fuego y utilizan las últimas tecnologías de espionaje y ataque sucio. Atacan a gente desarmada, a jornaleros cuyas familias les esperan impacientes en sus lejanas casas.
No quieren los tesoros que portan sino fortunas desorbitadas que exigen de la nada.
Atrás quedaron sus viejos galeones que confiscaban. Ahora atacan con lanchas a motor y esconden sus caras.
Son cazafortunas sin ideales.

Ser piratas les viene grande.

Y espero que Rajoy y Sáenz de Santamaría se enterén, de una vez, que el Capitán Garfio no existe, o es que ¿acaso se creen ellos Peter Pan y Campanilla?

¡Felicidades Alakrana!, y a todos los que han hecho posible su liberación.