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¿Fumata blanca en la Casa Blanca?

martes, 27 de octubre de 2009
¿Se imaginan Uds. a un presidente de gobierno, con título de venerable, o beatificado e, incluso, canonizado?
Algún que otro rey ha habido.

También es verdad que tendría que profesar la fe de la Iglesia Católica y, el presidente al cual me refiero, aún hoy, a ciencia cierta no se sabe cuál es exactamente su verdadera religión aunque, sí es cierto que, durante su campaña electoral, dio suficientes muestras de la importancia de la religión en la vida pública y de los valores morales y religiosos, destacando, sobre todo, por ser un excelente predicador.

En fin, basta de conjeturas que no son más que eso y, lo que verdaderamente quería comentar es la concesión del Premio Nobel de la Paz 2009, al presidente norteamericano que recibirá este galardón dotado en novecientos ochenta mil euros, el próximo 10 de Diciembre.

Bajo mi punto de vista, ha sido una concesión precipitada por el poco tiempo hasta ahora de su mandato, ocho meses y medio, si bien es verdad que méritos parece ser que está haciendo, "por sus extraordinarios esfuerzos para fortalecer la diplomacia internacional y la cooperación entre los pueblos", como destaca el comité de los Nobel; por sus grandes discursos, su propósito de desnuclearización, el acuerdo con Rusia para el futuro desarme, o las negociaciones con Irán y Corea del Norte.

No me gustaría pensar que éste premio ha sido politizado, a favor de una campaña de limpieza de imagen para los Estados Unidos, después de los desastres políticos y sus trágicas consecuencias socioeconómicas y bélicas, de su anterior mandatario, que todos seguimos pagando.
No me gustaría creer que éste nobel ha sido otorgado a alguien con el carisma suficiente como para merecerlo pero, sin embargo, con el cargo o poder suficiente para obtenerlo.
No me gustaría sospechar que se debe a estrategias políticas, tanto de los Estados Unidos como del resto de potencias mundiales.

Quiero pensar que, Obama, de verdad representa un futuro más esperanzador, más equitativo, menos pobre, más solidario, más igualitario, menos bélico, menos destructivo, más oxigenado, más ecológico, más paciente, tolerante y reflexivo; un mundo libre de armas nucleares; un Obama que erradique la extrema pobreza e implante un sistema de salud para todos, aunque sólo sea en su país pero que sirva como ejemplo para el resto.

Un premio ya asignado. Ahora sólo falta que sea un hecho no sólo su otorgación sino también, que con el galardón, venga de una vez por todas la Paz tan deseada no sólo por él sino por todos y para todos, aunque no será tan inmediata como su adjudicación.

Laureado Obama, please, no te duermas en los laureles y no pierdas tu fe.

Antolín, Celia
Antolín, Celia


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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