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Honduras el golpe de estado y...

viernes, 28 de agosto de 2009
“Tengo la seguridad que ustedes recuerdan el terror militar que se vivía en Honduras durante la década de la dictadura militar de los años 80.” Así comienza su carta un amigo hondureño para relatarme la situación que se está viviendo en su país. “Las desapariciones y asesinatos políticos, la negación de las garantías individuales, el allanamiento de viviendas de los opositores al régimen de facto en horas de medianoche, las capturas indiscriminadas de manifestantes, la represión en todo el país, el ametrallamiento de autobuses, la intimidación colectiva y la prohibición para que la gente se movilice a la capital para exigir el regreso del Presidente Constitucional, son ahora la nueva realidad de Honduras”.

No es casualidad que el primer golpe de Estado de América Latina en el siglo XXI se haya producido en Honduras, pues la historia de este país está jalonada desde 1911 de cruentos golpes de estado propiciados y financiados por las compañías bananeras norteamericanas, y siempre gobernado por partidos conservadores que representaban los intereses de la oligarquía dominante. ¿Porqué ahora en pleno siglo XXI un golpe de Estado?

En un artículo publicado en Costa Rica por El Universal, se puntualiza que “quien manda realmente en Honduras, Guatemala y El Salvador es una vieja alianza de política y negocios protegida por los ejércitos”. Tras el golpe de Estado en Honduras ejecutado por la cúpula militar el 28 de junio, la autoría intelectual se atribuye a las fuerzas tradicionales de la oligarquía. El objetivo es claro, perpetuar sus intereses económicos y la exclusión social de las mayorías, y oponerse a cualquiera situación de cambio que altere la correlación de fuerzas, en definitiva perpetuar un estado de violencia estructural. En el mismo artículo, el analista político hondureño Manuel Torres manifestaba “En Honduras las familias acaudaladas son el lobby más poderoso y su expresión política es el secuestro y captura del Estado”. No podemos olvidar que una minoría que representa el 10% de la población obtiene el 51% de la renta. La clase empresarial hondureña, propietaria de las maquilas, las fábricas cárcel con mano de obra fundamentalmente femenina, se oponía frontalmente al incremento del salario mínimo, elevándolo Zelaya al doble. Estas familias controlan el comercio, la agroindustria, alimentos etc., y algo esencial para perpetuarse en el poder, el control de los medios de comunicación mas importantes del país, tanto de las emisoras de radio de ámbito estatal, como HRN y Radio América, como de los principales canales de televisión y de la prensa escrita como los diarios ultra conservadores La Prensa y El Heraldo perteneciente a la familia Larach, o el diario La Tribuna propiedad de la familia Facussé, tratan de dormir conciencias y contener las demandas sociales. Ésta es otra de las realidades, la desigualdad en la información, pues frente a estos grandes medios que operan con total libertad para justificar el golpe de Estado, los medios de opinión opositores al golpe ven cercenada la libertad de expresión.

El otro actor imprescindible en el golpe es el ejército, siempre vinculado y supeditado al poder económico. Reaparecen después de treinta años los militares en el espectro político protagonizando el golpe y demandando democracia, los mismos militares hondureños implicados en las desapariciones forzadas de los años ochenta y que nunca fueron juzgados y gozaron de una amnistía política que los llevó a una impunidad total, son ahora el sostén del golpe de Estado. Irrumpen en las pequeñas emisoras populares, tal como recoge en su informe del 23 de Julio la Misión Internacional de Derechos Humanos , “las fuerzas militares ocuparon y silenciaron las transmisiones de Radio Progreso, siendo hostigado su director, el jesuita Ismael Moreno... El Canal 36, Radio TV Maya y Radio Globo fueron militarizadas como parte del operativo de silenciamiento de medios de comunicación.... Ametrallamiento de la cabina de transmisión de Radio Juticalpa, amenazas de muerte contra el director del diario El Libertador Sr. Jhonny Lagos, situación similar para el Canal 26 TV Atlántida. Entre las vulneraciones se encuentran las ejecuciones extrajudiciales y desapariciones forzosas” Según Berta Oliva presidenta del Comité de Familiares de Desparecidos en Honduras, “en los últimos 40 días hemos contabilizado 2.000 detenciones ilegales, 9 asesinatos, incontables amenazas de muerte que provienen del ejercito y la policía, torturas, desapariciones y persecución política.” Su programa radiofónico “Voces contra el olvido” fue de los primeros que cerraron.

El ejército y la policía han violado la autonomía de la UNAH (Universidad Nacional Autónoma de Honduras), algo que ni en la época del general Álvarez Martínez comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas y responsable de numerosos asesinatos y secuestros en la década de los ochenta, no se habían atrevido los militares, irrumpiendo tras el golpe con tanquetas, disparando a los estudiantes y tirando al suelo a la Rectora de la Universidad Julieta Castellanos, siendo testigo de la agresión Andrés Pavón del Comité de Defensa de los Derechos Humanos (CODEH).

Pero habría que preguntarse ¿tan peligrosa era la consulta de la cuarta urna propuesta por el presidente Manuel Zelaya para hacer un referendo para convocar una asamblea constituyente que reforme la constitución? ¿Acaso la democracia participativa supone un peligro? Como dice el escritor Eduardo Galeano en una entrevista a la emisora hondureña Radio Progreso “si las constituciones no se pudiesen cambiar estaríamos en la era paleolítica, lo que equivale a decir que un negro no podría ser presidente de Estados Unidos, o que las mujeres no podrían votar”. ¿O era realmente la consulta popular la excusa para el golpe de Estado? Hay quien aduce que Zelaya presidía un gobierno con debilidad política, pero lo cierto es que el Tratado de Libre Comercio impulsado por los Estados Unidos beneficiaba a los grupos de poder económico de Honduras y al empresariado de los Estados Unidos. La medida de Zelaya de incorporarse al ALBA (Alternativa Bolivariana para las Américas), posibilitaba una relación comercial entre iguales, con los países latinoamericanos en materias energéticas, de fármacos más asequibles y alimentación más barata. Esto si preocupaba a los grupos de poder económico tanto hondureños como norteamericanos. Cuesta creer que algo se mueva en Centroamérica, sin que lo Estados Unidos lo ignoren o toleren, máxime cuando la base militar estadounidense de Palmerola ubicada en Honduras tiene como misión el control de la región centroamericana. El fantasma del comunismo aún planea entre la derecha hondureña y norteamericana. También cuesta creer que sin apoyo externo se sostengan los golpistas. Un destacado empresario hondureño vinculado con el golpe de Estado ha manifestado en La Tribuna que el golpe “es un efecto dominó que se podría producir en todos aquellos países del ALBA”. Para el escritor y analista hondureño Julio Escoto,” cualquier solución a la crisis en Honduras pasa por la restitución de Zelaya, sin esa restitución, sería una validación del golpe”. Hay que aislar a los golpistas tanto diplomáticamente como con los convenios de cooperación. Obama ha estado muy tibio con el golpe de Estado y como dice Vicenc Navarro, “que las políticas de Obama sean mejores que las de Buhs, no quiere decir que el presidente Obama sea ahora la fuerza política progresista que cambiará América Latina.” Hay que permitir que los pueblos construyan su modelo de transformación al margen de sables, rancias intervenciones de las oligarquías locales y de los acaudalados grupos de presión del norte. La era del patio trasero está fuera de lugar.
Blanco Carballo,Ton
Blanco Carballo,Ton


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