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Vade Retro

jueves, 04 de junio de 2009
Me reuní con dos mujeres que conviven con otras más en un hogar de acogida en medio del asfalto.
La tristeza de sus miradas lo decía todo y un distintivo en sus muñecas delataba su pasado.
No estaba segura pero, algo me decía que buscando sus miradas la empatía se produciría.
No tardé mucho en conectar y, sobretodo, en absorber y empaparme con sus historias crueles e impropias para estos tiempos modernos y, sin embargo, de total actualidad.
Sus nombres y su nuevo hogar no lo supe pero era suficiente oirlas hablar, gesticular y observar a todo aquel que se cruzara alrededor de ellas.
Tuve el tiempo suficiente para escuchar sus trágicos relatos y los de sus compañeras de hogar.
Mujeres de toda índole social y cualquier nivel cultural; sus pasados no entienden de estas cosas; sus tristes historias sólo tienen que ver con los monstruos diabólicos que se toparon con ellas en algún momento fatídico de sus añoradas y felices vidas, ahora destrozadas por el celo, la inseguridad, el desprecio y la cobardía de sus verdugos que abusan de ellas utilizándolas como excusa para sus atrocidades y complejos.

Las historias, por respeto, no las voy a reproducir pero quiero expresar sus anhelos, sus iras y sus luchas por conseguir la paz interior que el mal llamado amor un día se lo arrebató.

Dedicado a toda mujer y buen hombre que empatice con toda alma rota que trajo un mal encuentro.
Pero, sobre todo, dedicado a los monstruos despiadados que habitan en las almas rotas de los seres indefensos, y que pululan tan felices por la vida, como almas que trajo el diablo, sintiéndose superiores y dueños de todos a quienes claven su tridente.
Dedicado a estos pobres diablos, quizás enfermos, quizás psicópatas, porque gozan con ello con total impunidad.

Vade Retro Satana


Me gustaría comprender lo que ya no entiendo.
Desgranar el reloj del tiempo que se quedó atrás
y encontrar aquel segundo perdido que trajo el caos.

Recomponer cada milésima para borrar tu alma.
Negar aquel beso a la rana para que Judas no salga.
Dejar pochar la manzana que trajo la serpiente de tu estirpe.

¡Apártate, Satanás
Belcebú, Mammon!
¡Sapos y culebras
llevan tus venas!

Sentir la feliz soledad que trajo tu ausencia.
Sentir la paz que deja tu olvido.
Y no requerir tu presencia ni una sola vez más.

Volver a ese tren y borrar la estación de tu tiempo.
Quitar el recuerdo de lo absurdo.
Matar al diablo que se subió a mi encuentro.
Antolín, Celia
Antolín, Celia


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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