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Tributo a Antonio Vega

viernes, 15 de mayo de 2009
Se nos fue el eterno adolescente por su vistosa y delatora timidez y triste mirada.
Músico y poeta, cantautor de sobrecogedora voz quebrada, tierna y viril a la vez, melancólica hasta el punto de perturbar el alma.

Su último tributo de cuerpo presente se lo pudimos rendir en la Sala Manuel de Falla de la sede madrileña de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), el pasado miércoles y jueves hasta ser incinerado en el cementerio de La Almudena de Madrid.
Tres guitarras y un piano cortejaban su féretro junto a centenares de admiradores que con su familia y amigos, le lloraban, admiraban y recordaban.

Se nos fue, dicen los entendidos, uno de los mejores artistas de música pop, género musical donde prima la voz melódica y los intrumentos musicales sencillos como la guitarra, el bajo y la batería, y es el género más extendido entre la juventud de nuestro siglo.
Se nos fue un "rockero madrileño, de la época de `la movida', un referente de la música moderna española".
Se nos fue, pero no se dejó llevar por la heroína como se suponía sino que, ésta vez, una neumonía y su cáncer de pulmón se lo llevaron, quizá al sitio de su recreo, quizá con la chica de ayer, donde le llevó la imaginación, con los ojos cerrados para divisar infinitos campos y su mar de plata y cielo azúl.

Se nos fue un artista, un poeta, un arreglista de música y letras, un contador de historias íntimas y sensibles, una voz privilegiada que paralizaba los sentidos y no fue más valorado por su propia timidez, por su sencillez y, lo peor, por ésa enemiga cruel que le acompañaba, la heroína, que le restó importacia y prestigio a su música y persona para algunos pero, los que le apreciamos, como artista, le valoramos por su gran arte creativo, único y personal, más allá de sus debilidades.

Adiós Antonio Vega, tus canciones eran y serán para muchos de nosotros, "el sitio de mi recreo"; tu muerte ha sido "una condena de libertad sin beso que la trabe; un infierno por tu ausencia".

A trabajos forzados

A trabajos forzados me condena
mi corazón, del que te di la llave.
No quiero yo tormento que se acabe,
y de acero reclamo mi cadena.

No concibe mi alma mayor pena
que libertad sin beso que la trabe,
ni castigo concibe menos grave
que una celda de amor contigo llena.

No creo en más infierno que tu ausencia.
Paraíso sin ti, yo lo rechazo.

Que ningún juez, declare mi inocencia,
porque, en este proceso a largo plazo,
buscaré solamente la sentencia
a cadena perpetua de tu abrazo.

No creo en más infierno que tu ausencia.
Paraíso sin ti, yo lo rechazo.
Que ningún juez, declare mi inocencia.

(Canción de "Antonio Vega Básico", 2002)


Tributo a ...

La voz muere en tu garganta
Con ella declina el día ..."

(Canción de Antonio Vega de "Anatomía de una ola", 1988).
Antolín, Celia
Antolín, Celia


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