Carmen, de Lorca

(A Carmen; para Antonio, Ángel, Paco y María José)

Lloró el Santísimo Cristo de la Sangre y la Virgen de las Huertas.
Tiritaron las Alamedas, el cerro del Monte Calvario,
el Puente de Piedra y San Clemente.
Lloró Lorca ese domingo. Quedó abrumada Murcia y el Mediterráneo.
La Cala de la Gruta, La Cala Honda, la Cala Blanca;
todas las playas de Lorca palidecieron.
Dolor en Murcia, pesar en Lorca;
llanto y dolor en Águilas.
Carmen, de Lorca, se cobijó en los latidos
de otro corazón en despedida.
Carmen, de Lorca, se supo amada y respetada.
Tuvo su calvario y su pasión.
La risa del amor y las palabras.
Carmen, de Lorca, se marchó desde su casa,
desde los más amados; desde su cama.
Puede ocurrir algo semejante,
pero no habrá, sin duda, amores tan llenos
como los que Carmen tuvo.
Sintió el abrazo despidiéndose de élla
y se supo amada hasta después del adiós.

No sé, Carmen, si eras del Paso Blanco o del Paso Azul;
Yo soy de todos los que hay en Lorca:
también del Encarnado, del Morado, del Negro
y de Jesús Resucitado.
Te he querido mucho, Carmen.
¡Me hablaron tanto de ti y tan bonito,
que empecé a quererte sin haberte visto!.
Cuando esté de nuevo en las Alamedas
te evocaré tan cercano como te recuerdo ahora mismo.

El día quince el viento del norte me lo dijo:
Se ha muerto Carmen, de Lorca;
se ha ido en un domingo.
No supe interpretar que era tu voz.

¡Carmen! Carmen, de Lorca, te rememoro.
Pienso en Antonio, Angel, Paco y en María José.
¡En lo mucho que os han querido!
¡En lo mucho que os quieren!
Carmen, de Lorca, estás con Carmen.
Sé que estais las dos en paz,
con el Manto de la Resurrección en vuestras almas