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Leyendas de pasión, angostura y vino

jueves, 26 de marzo de 2009
Leyendas de pasión
pócimas de angostura y vino.
Suspiro de limeña
aguardiente quitapesares
grandes remedios para quitar los males.

"Suspiro a la limeña, de limeña o limeño", postre "suave y dulce como el suspiro de una mujer", de harina, azúcar y huevo. Meloso, onomatopéyico y sentido.
Sugerente como su nombre indica, quien lo prueba hace su pausa, degustando sus sentidos.

Este Manjar Real del Perú bien se puede acompañar con otro producto bandera que es el Pisco, bebida alcohólica destilada, procedente del aguardiente de uva, con el que se elabora su más famoso cóctel, el "pisco-sour".
Su nombre deriva del vocablo quechua "pískko" o "pèskko" que significa pájaro, haciendo referencia a la gran cantidad de aves migratorias que llegaban cada año a la bahía, hoy llamada también Pisco.
Desde el puerto del Valle de Pisco, la fina bebida fue transportada en vasijas de arcilla elaboradas por notables alfareros, los "piskos", y estos a su vez dieron nombre a los recipientes o ánforas de barro llamadas piskos, en donde se almacenaba todo tipo de bebidas.
El primer aguardiente de uva que se produjo en el Perú se almacenó en "piskos" y, de éste modo, por extensiòn, la bebida adoptó el nombre del puerto y de los recipientes en los que se embarcaba hacia los diversos dominios del imperio español.
Los primeros sarmientos de uva llegaron al Perú a mitad del siglo XV, procedentes de las Islas Canarias, con el único fin de surtir de vino a la ciudad de Lima para la celebración de los actos litúrgicos en las incipientes iglesias que empezaban a construirse con la fundación en 1535 de Lima, como "Ciudad de los Reyes". Su máximo apogeo se dio durante los siglos XVII y XVIII, convirtiéndose el Virreinato del Perú en el mayor productor vitivinícola de toda América del Sur.

El trago más sabroso y tradicional de la gastronomía del Perú y, por tanto, considerado la bebida nacional peruana, con denominación de orígen desde 1990, es el Pisco Sour.
Si bien el pisco se produce desde finales del siglo XVI, el cóctel "Pisco Sour" tiene un orígen más cercano, los años veinte del siglo XX, cuando su creador, el californiano Victor Morris lo elaboró en su bar del centro de Lima, inspirándose en el whisky sour.
Con un aroma inconfundible, este preparado de pisco y jugo de lima, necesita de una pócima indispensable para equlibrar su acidez, el jarabe de goma y un par de gotas de amargo de angostura que lo coronan de color y perfume característico. Pocos saben que éste aromatizante está circustancialmente vinculado a la Independencia americana. Su creador, el médico alemán Stiegert, estuvo al servicio del libertador venezolano, Simón Bolívar, como cirujano general del ejército durante la Guerra de la Independencia, y creó esta fórmula compuesta con más de veinticinco productos botánicos, para aliviar las volatilidades del estómago de sus pacientes. Su familia sigue produciendo este brebaje, hoy utilizado como bitter y condimento de salsas y sopa.

Desde los tiempos más remotos, el culto al vino ha ido reflejándose a lo largo de la historia. Acompaña a la humanidad desde hace casi más de siete mil años.
La mitología ya hablaba de sus poderes afrodisíacos y la medicina actual empieza a valorar sus poderes curativos antioxidantes. Su ingesta acompaña a las diferentes culturas en sus rituales religiosos, culinarios, medicinales o mágicos.

Hay muchas leyendas sobre el verdadero orígen del vino; una de ellas me ha llamado especialmente la atención y dice así:

"El rey y la cortesana". Había un rey persa llamado Jamshid, apasionado de las uvas, que recibía de las mujeres de su harén enormes y diversos racimos de uvas de distinta variedad y orígen, que él desgranaba sin apuro.
Un buen día, se dio cuenta que las uvas sobrantes que guardaba en vasijas dentro de habitaciones frescas de su palacio reventaron, emanando un espeso líquido cuyo olor en nada se parecía a los dulces frutos. El rey, descorazonado, pensó que aquello se había convertido en veneno y advirtió a todas sus cortesanas del peligro.
Sin embargo, una de las cortesanas que había perdido los favores del rey, y por lo tanto el sentido de la vida, decidió beberlo con la intención de suicidarse. Se sintió mareada, su cuerpo se estremeció y una suerte de alegría y pasión le invadió el corazón.
Así, llenó una vasija con aquel líquido oscuro y entre risas la llevó a la alcoba del rey, quien, al verla caer a sus pies tan feliz, bebió de aquel brebaje que no era más que licor.
Bailaron, rieron y se amaron y la cortesana recuperó los favores del rey...

... y la humanidad descubrió el vino.
Antolín, Celia
Antolín, Celia


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