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José Luis González-Ruano, el escritor (5)

miércoles, 06 de marzo de 2024
"Surf republic"

"El suave viento de la orilla deshacía el labio de las olas y levantaba miles de partículas elementales que se perdían en el océano. Silbo Cay seguía aquel soplo de vida renovada con una expresión de concentrada atención, agarrado como un guerrero robusto a su tabla de surf y recibiendo el rumor del oleaje como una revelación.
José Luis González-Ruano, el escritor (5)Pensaba en la poderosa estructura de la ola, dominado por aquel esplendor líquido que se desplomaba sucesivamente hasta rendir a sus pies la belleza rutinaria de su peso salvaje."

Página 9
"Surf republic", publicada en 2008, fue su segunda y última novela, escrita a renglón seguido de terminar la primera. Acababa José Luis de descubrir el mundo de las olas y, admirador de los jóvenes surferos que cresteaban olas en las playas del Hombre y San Borondón, más de una vez me había revelado que la afición y el descubrimiento le habían llegado un poco tarde, añorando una pasada juventud para un deporte que le tenía cautivado. Sólo un enamorado del océano puede escribir este libro. "Dios es el océano y las olas son la libertad." -sentenciaría él, en boca de uno de sus personajes.
"Propongo una alianza ocasional para conquistar la libertad. Tengo un velero de dos palos anclado en el puerto de Honolulú con el que, retocando algunos detalles, podríamos zarpar en busca de un significado para las olas que atraviesan los mares. El barco se llama "La République". Creo tener también fondos para un par de años. Años de encuentros inesperados en otras islas. Hay un mundo pedido en la sinceridad de la gente que vive pendiente del océano. Muchos otros se unirán a esta peregrinación por el oleaje. Seremos como una reserva de salvajes al comienzo de una nueva civilización. Crearemos una isla nueva en el mar para restaurar la vida, y hundiremos la violencia para siempre, porque la nuestra no será una expedición guerrera. A nosotros nos inspirará el viento y las corrientes, como a las hierbas marinas y a las aves, y recordaremos las antiguos navegaciones en la exploración del vaivén de las olas."
Página 30
La república del surf, La République... Toda una declaración de intenciones sobre el pensamiento del autor. Pacifista a ultranza, era consciente de que el deterioro ambiental y humano del planeta guardaba una estrecha relación con el odio, la violencia y las guerras. Esta novela era su respuesta ante tanto horror, una especie de entrada en el mundo mágico de Harry Potter pero sin la puerta abierta en una columna de una estación de metro, su puerta de entrada estaba en manos de un universo en movimiento, el oleaje y el mundo de las olas. Allí se hallaban muchos otros que, como él, encontraban la plenitud a sus vidas y a sus deseos cabalgando sobre el agua, sintiéndose parte del mar azul, de un océano interminable de espuma y sal.
"Si el profesor nos sigue apoyando, nosotros vamos a construir una realidad de lo que encontremos en las orillas. Creo que somos una tribu grande y que tenemos una posibilidad. Ya habéis oído al viejo: se puede fundar un país sobre las olas. Lo ha estado comentando con colegas de la universidad, expertos en derecho marítimo, y cree que podemos aprovechar el vacío legal que se mueve con el oleaje. Este barco y los que se le unan serán un archipiélago, como los de la Micronesia, pero en movimiento. La República del Surf."
Página 38
La belleza de las olas, las relaciones humanos establecidas en este mundo singular, el respeto a la naturaleza y a la vida que alberga pues se trata solo de eso, de cabalgar la onda, de deslizarse por su seno, de disfrutar inmensamente de la comunión del surfero y la ola, llevan al autor a soñar despierto, a albergar remotas posibilidades de una existencia al borde de lo convencional, de lo establecido, de las fronteras absurdas orquestadas por los seres humanos.
"Ya estamos a merced del oleaje y nuestra deriva empieza a tener sentido para mucha gente que aguarda en puertos desconocidos para unirse a nosotros. A algunos seguramente nunca arribaremos, pero incluso si se quedan en sus orillas para siempre, todos ellos intentarán alguna vez desnudar el alma de las olas, divisarán los límites de este gran naufragio liberador y aceptarán con agrada para el resto de sus días la íntima naturaleza de su aislamiento. Es como la música, profesor, una verdad extrema con pretensión de eternidad. Este nuevo país es como una tormenta incesante con un dinamismo propio apreciable para todos en el ritmo regular de las mareas."
Página 60

Hombre azul, su pasión por el océano se vio acrecentada, si cabe, con el conocimiento manifiesto sobre las olas. No se trataba sólo del placer deportivo de coger olas, de surfearlas, de crestearlas, de hacer giros, saltos, mortales, descensos, tubos…, se trataba de sentirse partícula elemental del océano, de saberse criatura marina, de volverse semejante a un delfín o al escualo que surfeaba al lado de los surferos más atrevidos. Era consciente de que había atravesado una puerta líquida y descubierto los secretos que escondían las murallas de agua.
"Ahora sólo somos un clan de las olas, que se prolongará en una tribu del oleaje, una nación de las orillas, hasta que finalmente se inunde toda la humanidad de este planeta océano."
Página 62
El deseo supremo, el ideal, la utopía. Una revolución en toda regla de amantes de la vida en las orillas, sobre las olas, en tablas o barcos que portan tablas pues la pasión de sus navegantes es el eterno movimiento de las mareas y el oleaje. Reclamación unánime de que el Planeta Tierra se convierta en lo que es, un Planeta Océano, pues tres cuartas partes de su superficie son agua.
"Habían señalado la isla de Banaba como un lugar de encuentro, la isla en la que permanecerían algún tiempo para conceder asilo a nuevos insurgentes, desertores de la civilización que habían arrojado al mar a sus dioses y que buscaban en las olas la causa de la auténtica libertad. La isla donde proclamarían ya sin remedio la República. Una nación universal".
Página 65
Esta novela es sin duda la obra donde José Luis González-Ruano desvela su verdadero yo. Es claro, conciso y determinante. Su país, nación utópica, la viste de realidad, no sólo dotándola de principios constitucionales sino de Declaración de Independencia. Es tanta la belleza que acompaña al mundo de las olas y las orillas en sus textos, como revolucionaria su urdimbre de República del Surf. Por ello deseo que sean sus textos quienes, en un crescendo continuo, nos revelen el auténtico espíritu del escritor, sus ocultas verdades y su extraordinaria valía literaria.
De la Declaración de Independencia:
"Es un acto de naturaleza compartida el reconocimiento de la soberanía de la República del Surf desde cualquier ola hasta donde se acaban las orillas del planeta.
...
Termina así: Así nos declaramos libres y salvajes como las olas."
Página 118/119
"Las islas son cárceles cuando pierden el horizonte."
Página 125
"Es muy posible que la belleza sea la perspectiva de un deseo inminente, pero necesita de una arquitectura natural".
Página 131
"En la quietud de la profundidad, arterias afluentes animaban los latidos del gran corazón circular. Un corazón salado y azul.
Lo que hacía a continuación sólo podría saberlo la propia ola, pero se encrespaba al iniciar la suave pendiente del banco de arena submarina, como si se inflara al respirar, y dejaba ver el recorrido fugaz de una luz verdosa a lo largo de su lengua extendida."

Página 131/132
"Un pájaro voló cerca del casco y vieron las primeras islas de coral. Las islas de los Cocos.
Al acercarse visualizaron el gran anillo efervescente que trazaban las crestas espumosas, las garras del arrecife bordeando las playas vírgenes y la espesura de una jungla impenetrable de palmas que brotaban en la misma orilla para teñir un trozo del horizonte con un verde cimbreante. Eran islas bajas, mansos afloramientos de las formaciones coralinas que, no obstante, resaltaban como una alternativa de extraña luminosidad ante tanto delirio azul."

Página 146
"Multitudes advertidas llenaban ya las orillas. Habían roto las fronteras del porvenir. Era la declarada rebeldía abierta al oleaje: el impulso creativo, la razón migratoria, la inteligencia activa en las olas, el lenguaje de las islas en el mundo, convertidos en una verdad mestiza. La música de las olas seguiría sonando eternamente, porque ahora llevaba un pensamiento capaz de sobrevivir a los exploradores y a los náufragos, a los piratas y a los ahogados. Tanta era, que ya sólo atendían el canto de los que habían compartido travesía."
Página 147
Es difícil encontrar palabras que me permitan loar la calidad literaria de textos tan soberbios, plenos de vivencias, ávidos de aventuras, con recuerdos claros a referentes literarios de su autor, Emilio Salgari, Jack London o Ernest Hemingway.
Sólo un apunte y es de viajes. En ningún otro libro encontré periplo más emocionante entre islas de los océanos Pacífico e Índico. El recorrido en veleros que partiendo de Hawaii culmina en islas de Cocos tiene la magia de llevarnos de viaje entre pasiones y muerte, esperanzas e infortunios, sentirnos parte de la belleza de unas islas que creíamos inexistentes, propias de un mundo mítico, irreal y perdido y que José Luis las recorre para nosotros y nos las oferta como una hermosa dádiva para nuestro recreo y placer lector, despertando en cada uno de nosotros el amor por la vida y el descubrimiento y esa capacidad que todos tenemos de seguir soñando en cada viaje.
Sin lugar a dudas, es una novela que encierra un buen guión cinematográfico. Tiempo al tiempo. Mientras tanto, disfruten con su lectura.

José Manuel Espiño Meilán, lector agradecido de su obra, amante y defensor de la vida y del camino, ecologista y docente, buen amigo.
Espiño Meilán, José Manuel
Espiño Meilán, José Manuel


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