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Tontos Club (2)

martes, 13 de febrero de 2024
Para mis amigos Ángeles y Oural, para un momento de descanso.

Como saben mis lectores, Maika y otro que también los sufre, tenemos dos hijos fruto del magín: Antony, el bobo, y Elizabeht, la cretina. Ambos nos salieron gilipollas integrales y, aunque para remediarlo hemos tratado de darles unas hornadas más, los dos salieron con las luces fundidas. Si acaso, muy de vez en cuando, se les encienden las intermitentes. Son dos especímenes con una inteligencia que para si quisiera la artificial. Si les digo que son tontos de la hornada de la "Presidenta de la libertad", me lo deberían creer, pero, a mayores, les cuento que en los álbumes de cromos de la especie humana no salen nunca. Hace años, los que entienden de estas cosas los llevaron al laboratorio de genética para investigar hasta donde puede llegar su torpeza y todavía no hay noticias de la raíz de sus pensamientos. De las ramas sí, por eso les cuento estas cositas, que son los frutos de mis queridos bobones. Parece ser que les pasa como a la bondad de algunas personas, que la tienen tan profunda que no encuentran el final del pozo. Algo me hablaron de que hay indicios de puerco celta, pero, todo de oídas, son de una raza tan exquisita que Darwin no los tenía catalogados.
Y como Dios los da y ellos se juntan para la evolución de las especies, ni que decir tiene que sus parejas son una versión más actualizada de la estupidez. Las dos parejas llevan aibarg y navegador de serie. El aibar somos sus padres que los sacamos de todos los tropezones y el GPS les permite encontrar todos los charcos donde se meten. Ellos los encuentran aunque haya sequía.
Hay estudios avanzados que dicen que tienen madera de influencers, y ellos, al oír eso, decidieron que era mejor dejar de hacer selfies, puenting, rafting y demás gilipolleces de riesgo y se fueron al bosque a recoger leña, por aquello de la madera. Y les garantizo que de madera para hacer y decir gilipolleces están servidos.
Vean un apunte del panorama: Melany, la mujer de Antony, hasta el otro día, todavía creía que el dinero era un papel que salía del cajero del banco y ya podías hacer con él lo que quisieras. Mi Antony, en esas arrancadas de las intermitentes de lucidez, una o dos al año, le explicó que Manolo, el papá de la niñata, había hecho una cosa que se llama trabajar y que había sido primero paleta, después constructor y había pasado toda la vida deslomándose para depositar en el banco el fruto de su esfuerzo. Se lo explicó con mucha calma... por activa... por pasiva... y por perifrástica. Mi Antony es lo que tiene, otra cosa no tendrá, pero tiene un coco que hasta lo llamaron para probar sombreros.
Como ya saben, Antony es anglófilo hasta los calcetines y ahora, que ya se deshizo el grupo musical "Los Porkis" (Cerdos) del que era guarro cantante, bueno cantante lo sigue siendo, está creando un partido político con un grupo de colegas tan iluminados como él. Ninguno de ellos terminó la primaria, pero se apañaron en esas academias, universidades y chanchullos varios, que crecen como las setas, y ya presentan mejores curriculums que Puigdemont, que no es por nada, pero bajo ese peinado de franciscano, sólo hay un titulo de bachiller. Ahora entiendo lo de la amnistía: es una concesión de otro colega como él para que estudie Derecho, porque torcido ya está.
Mis hijos, como también saben, siempre vivieron de la sopa lista: su madre les hace bizum y yo trasferencias. La palabra trabajo, con la anuencia de sus educadores, ellos la traducen por funambulismo y a eso se dedican. Viven en el alambre y tienen unos papás que hacen de red para que los payasos no se esnafren. Por nuestra parte, pobres trabajadores, antes hacíamos una cosa que se llamaba sacrificarse y para ello no íbamos al cine, no tomábamos una caña, aguantábamos la ropa hasta que se caía del armario... hasta la tele era en blanco y negro.Todo por ahorrar y poder darles unos estudios. Para ello los mandábamos a colegios buenos, de esos de pago, diría mejor de atraco, y allí, con tanto intelecto y tratando de buscar buenas amistades, el diccionario perdió la palabra sacrificio. Porque, papá, dicen ellos, estás muy fuera de onda. Hoy se vive sin trabajar, basta con afiliarse a un partido, calentarle el oído a los ignorantes y pelotillear con los mandamás. Fijate bien: Pepiño Blanco, licenciado en cuentos socialistas, Pablo Casado en cuentos populares... sólo por citar dos cifuentes. ¡Y lo dicen ellos que están en investigación genética!. Mis genes debieron sufrir contaminación ambiental. Así que ahí tienen a mi ilustre idiota en la camarilla con los figuras del PNT (Patriotas NO Trabajadores) o también (Personas Necias Totales). Y miren como será que ya presentaron los estatutos, los entrevistaron en la televisión y abrieron delegaciones en toda España. Esperan convertirse en la primera fuerza del País. Y créanme que los votarán. Visto lo que hay, quizás tengan éxito.
Elizabeht es menos ambiciosa y quiere ser restauradora. No de muebles, mamá, no seas paleta. Voy a montar un restaurante: "Vacas Jet Set", para darle un porvenir a mi hijo Kevin Cosner de Jesús. Va a ser de comida fusión. Te explico con unas pinceladas el proyecto: Mis platos van a ser sofisticados, elegantes, con glamour y sobre todo, elaborados con mucho amor y pasión. Por ejemplo: garbanzo chip a las finas hierbas, con toques de soja caramelizada y crujiente de patata emulsionada bañada con un toque de mermelada de arroz de China mandarina. Otro plato: gusano cocido, tipo gamba roja, con salpimentado de brocolí con fusión de vino escocés añada del 33. El vino será un rosado amarillo, de uva moscatel, con toques de canela afrutada y merengue de plátano frito, madurado en barrica de roble americano con denominación de origen bantú... Y seguía... La carta tenía más palabras que ingredientes.
Pero Maika, que aunque la parió, le da cien vueltas a la redonda, cosa por otra parte extremadamente difícil, porque Elizabeth está tan gorda que lo de mesa camilla lo cambió por plaza de toros, pues bien, Maika, reventada de darle vueltas, le pregunta: ¿pero tú te das cuenta de la inversión que hay que hacer, de que los platos tienen que ser abundantes, que necesitas ir al gimnasio para que no te confundan con una de esas vacas de tanta jet set como quieres tú?. Ves, mamá, -le contesta Elizabeth con las luces en intermitente- estás tan fuera de onda que no te llega Internet. ¿Tú crees que haciendo un cocido o una fabada de las tuyas, que llevan hasta razón, se puede montar un restaurante moderno?. Hoy los restaurantes -siguen las luces en intermitente- son de postureo. Comer se come en casa: un buen bocata de chope, una sobrasada con queso de tetilla de postre, unos callos a la madrileña o un mollete de pringá. En mi restaurante con medio kilo de garbanzos tengo para todo el mes. Este mundo funciona así. Punto y final. Se le fundieron las luces.
Y ahí me tienen ustedes a mi pagando la de dios es cristo para comprar un local amplio situado en la Castellana de Madrid, con unos ventanales grandes y una decoración integral de JR asociados (JetasReunidos.com) que a mi me recuerdan los establos, por aquello de las vacas, con olor a... eso, y que dicen los expertos titulares que es de lo más in. Por una vez estamos de acuerdo: Si señores, lo más im... béciles. Otros dicen de lo más could. (Esta fauna siempre usa palabras así para que no los entiendan y presumir de cultos. Y lo son tanto que no saben la función del lenguaje).
Bueno, el local está listo y parece que tiene posibilidades de parecerse a mi Vaquita del alma. El amor de los padres, ya ven, es un pozo sin fondo, pero mucho hubo que tocar sus paredes para tamaño despilfarro. Pero Eli- otro destello de luces- ya cuenta con las comidas del partido de su hermano para amortizarnos la deuda. No vea usted como mis hijos progresan adecuadamente. Así que fíjese bien en las notas de sus vástagos, que a mi un psicólogo del cole me dijo que los míos eran superdotados. Lo que no me dijo era en qué, quizás para no ofenderme.
Cuando iba a cerrar esta crónica, me llama Maika diciéndome que la llamó Eli pidiéndole otro Bizum porque iba a comprar unas pastillas para los gases, que parece ser huelen a Chanel número cinco y que las necesitaba urgentemente porque iba a abrir el restaurante. Su madre, conociendo el paño, le ontestó que entre tanta vaca y tanto establo quizás no fuesen tan necesarias, pero la niñata se puso a gimotear y allá la mamá y venga, un caprichito más. ¡Hay lo que hace la genética y la estupidez vestida de educación!.

Carnavales 2024
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


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