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Galicia ¿'Calidade'?

viernes, 09 de febrero de 2024
A José Manuel Arias Franco (ARIFRAN), creador de "Viveiro no es un sueño, existe" con gratitud y memoria.

Hoy es seis de febrero del 2024 y escribo esto ante las inminentes elecciones en Galicia. Y uno, que no es augur, ya intuye el resultado. No porque acuse a nadie de pucherazo, sino porque no hace falta ser adivino para ver, una vez más, que la realidad supera a la ficción. Dicho de otro modo, que para entender Galicia no son precisos grandes estudios de sociología ni de economía, sino que basta con vivir en ella y ver como se desenvuelve el ciudadano.

Galicia sigue siendo territorio feudal por más eufemismos que se usen; la palabra cacique, que tanto molesta a algunos, quizás porque se sienten súbditos, resulta muy real; y para ello no hay nada mejor que fijarse en el entorno y ver las personas intocables con que nos encontramos, y como esa casta dirigente, tan altiva como idolatrada, disfruta de sus privilegios siempre amparada por una clase media servil de pedigüeños de favores. Si a eso añadimos una clase funcionarial cómoda, unas fuerzas de seguridad comodísimas, una Iglesia, siempre amiga de los poderosos y comprensiva con los anticristianos, una prensa propia dócil y amaestrada... y una inusitada marea de indolentes que prefieren tomar un vino que defender su salud.. de poco vale una oposición débil, fragmentada, carente de medios, con escasa intelectualidad comprometida y que se encuentra encerrada en esa tela de araña que la estructura del sistema lleva realizando desde tiempo inmemorial.

En estas circunstancias, obvio parece el resultado. Y los resultados de Galicia no son extrapolables a cualquier otro lugar. Indudable es que ciertos problemas sí lo son, pero la mentalidad gallega tiene connotaciones propias. Desde el señoritismo y su influencia en los trabajadores, hasta la desconfianza que alimenta la desidia. Tantos siglos de sumisión a los señores, tantas decepciones de los paladines de los cambios- Revuelta Irmandiña por medio-crean el caldo de cultivo, desgraciadamente propicio, para la inacción, que tanto daño hace. Las clases populares siempre fueron masacrados por esa nobleza y clero -hoy en empresas del IBEX y servidores- que todavía subsisten con mando en plaza.

Estoico resulta el gallego al ver como algo normal el desarraigo familiar en la búsqueda de mejores condiciones de vida; familiarizado está ya con tener una pirámide de población tan clara que los colegios se cierran por falta de alumnado;cansado está de ver cerrar casas, aldeas y pueblos tras el triste mantra de que esto es lo que hay. Vergüenza puede sentir viendo que la industria de sus Tierra son la proliferación de los geriátricos, muchos en manos de fondos buitres, y que se llenan, cual granjas, para que los ancianos sean víctimas propiciatorias de estas alimañas depredadoras de sus ahorros. ¡Qué sablazos! Eso si, siempre amparados por leyes permisivas y con cómplices en la Xunta. Y para seguir presumiendo de calidade, ya ven como va disminuyendo población; como seguimos subsistiendo de pensiones y subvenciones; como vamos perdiendo parte de nuestra escasísima industria; como "baila" ALCOA, no para solventar de una vez los problemas de sus trabajadores, sino para ver lo que "rasca" de las administraciones, que a su vez permiten la importación de aluminio de Asia y Arabia. Como vemos, si queremos mirar, presente resulta la merma de la flota y como se restringen cada día más sus cuotas de pesca; como se despueblan aldeas y pueblos y con ellos se cierran pequeños comercios; cualquiera puede percatarse de como terrenos públicos se han habilitado, cedido, concedido..., y otros sinónimos protectores, para favorecer los grandes supermercados, que bajo la falaz artimaña de los puestos de trabajo, enriquecen intereses de multinacionales. Fácil es ver como se entregó el mercado, y terrenos públicos si fueren precisos, a estos súper o plataformas logísticas. La escasa industria está en manos de clanes familiares, lo que distorsiona la visión o, lo que aún es peor, en manos de intereses foráneos. Si esto no fuera poco, los grandes flautistas de Hamelín de la política se inventaron un Camino de Santiago, gran reclamo turístico, para negocio de comerciantes, con la complacencia de una Iglesia siempre servicial con estos cambalaches. Ahora entretienen al personal, de la mano del cambio climático, con un turismo de masas donde se puede recurrir a Merlín u otra falacia histórica, recurso siempre propicio, para contribuir a alimentar el alquiler de viviendas en negro y abastecerse en los súper. En algunas zonas todavía queda el mercado de la droga con amigos en la política y en el partido.

Y vengan guiris a playas, senderismo, fiestas y demás agasajos gratuitos en aras de la llamada hospitalidad gallega. Y pinchos a destajo.

Ya ven todavía no he hablado de la sanidad, ni de la educación, ni de las carreteras y sus variantes, ni de los proyectos de industrialización, ni siquiera de los mantras tan habituales como Fitur. ¿Acaso hoy tiene sentido gastar un dinero, que dicen que no hay, para fomentar este tipo de turismo tan chabacano como miserable?

Señores, voten lo que quieran, que lo mío sólo es una opinión y cada uno tiene su conciencia. No hay como la verdadera libertad. Por cierto, que nada tiene que ver con las aceitunas de Ayuso. Sólo les digo esto para que piensen un poco en la realidad y, si es cierto que les afecta, actúen en consecuencia.
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


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