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Liberalismo político anticultural

martes, 06 de febrero de 2024
En gratitud a mis maestros.

Sé que no soy el único que se escandalizó cuando, con motivo de las elecciones argentinas, el iluminado Milei arrancaba de un panel informativo el Ministerio de Educación. Y ante tamaña tropelía, unos se pregunta ¿hasta dónde están dispuestos a llegar esta caterva de ignorantes que rigen las sociedades? ¿Será posible que aquí todavía anden dando conferencias y mitines personajes parecidos y sean seguidos por unas turbas desnortadas más ávidas de líderes que de libros? ¿Hasta dónde vamos a llegar con estos descerebrados que cada día abundan más por nuestras sociedades?
¿Es posible que ahora el intelecto pueda ser vilipendiado por esas masas de auténticos zombis que sólo necesiten para vivir la droga del dinero? ¿Seremos tan torpes que hasta pretendidos intelectuales les hagan la cama en busca de reconocimiento o beneficios?.
Decía estos días el antropólogo Eudald Carbonell: "La gente dice que la inteligencia artificial nos destruirá, yo digo que no hace falta, con la inteligencia natural tenemos suficiente". Por cierto, también decía algo que siempre sospeché: "La globalización es el invento más catastrófico".
Vivo en una sociedad donde parece ser que sólo se puede decir o escribir lo políticamente correcto, pero a mí me van a permitir que no me dé la gana seguir sus directrices. Soy una persona independiente de cualquier partido o confesión, así que aplico la enseñanza de Martín Lutero King:
"Para tener enemigos no hace falta declarar una guerra, sólo basta con decir lo que se piensa".
Hace unos años un reconocido poeta, Miguel Anxo Fernán Vello, hizo unas declaraciones, quizás dolido por los escasos resultados electorales de su partido, diciendo algo así- no recuerdo exactamente sus palabras- como que aquellos resultados se debían a la incultura de los votantes. La verdad, pensé en aquel momento y sigo pensando ahora, que llevaba razón. Efectivamente, Miguel Anxo no fue políticamente correcto, pero si sincero. Y, como no podía ser de otra manera, conociendo el medio, rápidamente saltaron los junta-letras pesebristas, esa ralea de miserables que para vivir de la sopa boba sirven a su señor cacique, para realizar su función de acoso y derribo.
Decía Voltaire: "la política es el camino por el que los hombres sin principios pueden dirigir a los hombres sin memoria".
Los locos vivimos para decir la verdad, porque para mentir ya están los cuerdos. Recuerden aquello de Juan de Mairena "La verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero. Y decir que abunda la ignorancia no sólo es un derecho, sino mirar la vida con realismo, mal que nos pese. Y tratar de desmentirlo, es ponerse las gafas de la mentira para satisfacer el ego y la soberbia. Ciertamente, conozco a varias personas que pasan por inteligentes y presumen de incultos. Son más abundantes de lo que la gente cree. Y, aunque cause hilaridad, están más cerca de usted de lo que se puede imaginar. Y recuerden otra perla del maestro Machado: "Todo lo que se ignora, se desprecia", o aquel otro dicho anónimo: "Lo peor de la ignorancia es que, a medida que se prolonga, coge confianza". Y es que, cuando las ignorancia es abundante, la manipulación de las masas es muy fácil. Basta con ofertar una carretera que nunca se hará; con prometer una industria que después se instalará en otro sitio; o simplemente seguir metiendo miedo como antaño se hacía con que "vanche quitar a vaca" o te van a quitar la pensión.
Volviendo a la incultura y las elecciones, conviene saber que estamos en la vieja táctica del Gatopardo que sufre retoques puntuales, cambia un poco los personajes y decorados para, como decía Giuseppe de Lampedusa, seguir haciendo lo mismo. Y eso lo que pueden hacer en un País donde abundan los acríticos, los encerrados en su ideología incapaces de evolucionar, donde las miserias de favores cobran peaje, donde hasta las relaciones sociales están supeditadas a ese mísero corsé ideológico fuertemente arraigado y donde la discrepancia paga oneroso tributo. Cambiar esa mentalidad es una labor que requiere mucho esfuerzo; hay que valorar la educación y practicar la lectura; se precisa abrir la mente a nuevas ideas, siendo laxos y permisivos con las ideas ajenas; conviene comprobar los errores de los sistemas políticos para adaptarse a nuevas situaciones; vivir la vida mirando la realidad de una manera global; ser consciente de los desequilibrios sociales y corregirlos en la medida posible... Y a este respecto todavía sigue vigente la máxima de Aristóteles: "la política es el camino para que los hombres sin principios puedan dirigir a los hombres sin memoria".
Y esa memoria se precisa para percatarnos de que los pilares básicos de nuestra sociedad se tambalean. La degradación y abandono de la educación, sanidad y servicios de atención a los mayores, víctimas de los intereses crematísticos disfrazados de motivos ideológicos, es un error incuestionable. D. Dinero, el verdadero dios de muchos hombres, es tan voraz que labores tan enriquecedoras y gratificantes como las realizadas por maestros, sanitarios, cuidadores y otros altruistas oficios, están hoy al servicio de esos buitres carroñeros que son los fondos de inversión. Y todo ello con la complicidad de personas muy dispares, donde no falta gente culta, que alardea de mil carreras. Ahí están los autoploclamados liberales que consideran que la empresa pública es ruinosa y ven más efectiva la privatización de estos servicios. Para mí, hay un error irrefutable de base: el dinero público se gasta en atención a la ciudadanía; no hay ningún negocio en ello, excepto en las derivaciones que los liberales se han encargado de colar en el sistema. Que requiere más eficacia y control su gasto, ese cierto; pero no es, por lo general, negocio. Sin embargo, todos aquellos que se les llena la boca de acusar de despilfarro a la empresa pública, son los primeros en defender los sistema de privatización de la sanidad, de la educación, de los centros de mayores. Miles de ejemplos tenemos en nuestro entorno del buitreo que propugnan estos paladines de la "libertad de empresa". Ahí tienen ustedes las clínicas privadas y su facturación; los cristianisimos colegios elitistas a los que no tiene acceso los niños emigrantes; las residencias de mayores donde es insultante la calidad de la comida, el trato vejatorio y ver como esquilman a los ancianos en connivencia y complicidad de las comunidades autónomas. Fondos buitres sin dios ni piedad que, al mejor estilo americano, dejan en el contenedor de la basura a sus semejantes. Y es que cuando vemos el dinero como dios, nos olvidamos de los pobres. Y no olvidemos que muchos de éstos buenos políticos son de comunión diaria.
Es el Capitalismo salvaje y peligroso que hemos importado de Estados Unidos y que cada día se asienta más en una sociedad poco formada.Y esa es la vieja táctica de los explotadores: ellos no quieren colegios abiertos a toda la gente, por más que sean enriquecedoras otras mentalidades; ellos no quieren que se formen las clase populares y se les dificulta, a base de dinero, el acceso a las universidades y a otros medios de aprendizaje. En eso consiste la filosofía de estos iluminados, en apagar las luces al pueblo porque, si lee, quizás descubra la realidad de su escasa valía y los ponga en su sitio.
Todos los dictadores, y ejemplos recientes tenemos, aspiran a lo mismo: Cuanto más ignorante es el pueblo, más manipulable resulta. Hay un viejo adagio popular: "Robar a los ricos para dárselo a los pobres te convierte en criminal, robar a los pobres para dárselo a los ricos te convierte en presidente".
Y Platón decía: "Nadie es más odiado que el que dice la verdad".
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


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