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Agua en el Parque

lunes, 30 de noviembre de -1
Desde siempre me gusta el Parque Rosalía de Castro. Cuando he podido, he visitado muchos otros parques, famosos por diversas causas, pero el nuestro siempre me ha parecido especial: mezcla de serenidad, belleza y, también, recuerdos.

Entre árboles de diversa categoría y singularidad, junto a los múltiples adornos con que lo jalonó Eloy Maquieira, se configura un lugar que para muchos lucenses, si no todos, está cargado de detalles entrañables.

Todos hemos ido de paseo hasta él por ver el paisaje, felizmente recuperado, con el río Miño describiendo, sereno, uno de sus varios meandros que viene describiendo desde Agua en el Parquelas islas hasta perderse hacia las aguas férreas. Apoyados en la modernista barandilla con aspecto de fragilidad, es difícil admitir que estamos ante el remate de un robusto muro de contención, que tiene más de un siglo de edad, y siempre sirviendo de elegante apoyo a las generaciones de lucenses que vamos hasta allí a disfrutar del entorno.

A veces pienso que el diseñador se inspiró en la idea renacentista del Parque, como un jardín en el que se ponen especies diferentes a las del lugar, para deleite y aprendizaje de sus visitantes. Por eso nos puso los pavos reales, ocas y cisnes, para asombro de los lucenses de entonces, y tilos, sequoias, araucarias, cedros y otras especies no autóctonas.

Tampoco Lugo conocía el uso ornamental del agua. Quiso mostrárnoslo y nos dejó tres obras que la tienen como parte esencial.

Una de ellas es el mapa, hoy restaurado. Situado en un lugar con denso arbolado, coronado por un tejado piramidal, que remata en un palomar en el que nunca vi palomas, el mapa reproduce nuestra península con adecuada escala y múltiples detalles geográficos. El agua fluye por los ríos, y ese conjunto nos ha dado motivos para reflexiones, vaya uno a saber de qué calado.

Otro detalle de agua es el estanque, que son dos a diferentes niveles del suelo, cruzado por un puentecillo y unidos por un leve desnivel en pendiente. Es de los lugares más fotografiados del parque y creo que todos tenemos alguna foto allí. En el centro de cada una de las dos partes, hay sendas islas con vegetación, y presidiendo una de ellas, una casita "para los patos", que nos recuerdan cuentos de los Hermanos Grimm. Ceo que los patos nunca pernoctaron en ella. Al atardecer, guardianes con uniformes de Guardas Forestales, los llevaban a otra casita en la que habían oficinas, aperos necesarios para el mantenimiento del parque y el lugar para que los patos pasasen la noche.

Y la fuente. Situada en el punto central donde se cruzan las dos grandes vías del Parque, es visible desde casi todo el lugar ejerciendo un magnetismo especial. Nada mas entrar, tras un acogedor túnel vegetal de ramas de arce, la fuente parece atraer hacia ella los pasos del visitante.

No tuvo buen comienzo, pues Eloy Maquieira quisoinspirarse en una fuente sevillana del Parque de María Luisa, pero en Lugo las heladas despegaban los azulejos que la ornaban. Se substituyó por una fuente de plato. Al principio, se colocó una figura que representa a un niño cabalgando sobre un caracol de cuyos cuernos sale agua. La figura no gustó y hoy está en la parte ajardinada de una de las islas del estanque.

A mediados del siglo pasado, Ruperto Sánchez realizó el proyecto de la puente actual, que fue dibujada por Benjamín Santín y esculpida en granito por Manuel Mallo. Y allí la tenemos, aportando una solemne serenidad al lugar. El plato es circular y en su centro se levanta un árbol de aspecto panzudo, sección poligonal y dos bandejas de diferentes diámetros y altura. En las caras de ese soporte se esculpieron, alternándolas, la vieira y la cruz de Santiago. No en vano aún resonaban los ecos del Año Santo anterior, que había sido en 1948. Muchos esperaban un alto surtidor, pero en vez de eso, una alcachofa deja manar agua que, lentamente, baja goteando por los dos platos que tiene el soporte central, para finalmente caer al centro de la fuente. El sonido de los goteos es altamente sedante.

Seguimos disfrutando del regalo de Maquieira.
Valadé del Río, Emilio
Valadé del Río, Emilio


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