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Polvorín, botoneras y un campo de basura

miércoles, 29 de noviembre de 2023
Cuando encuentras un vertedero ilegal del que nadie se ocupa

Dedicado a José Luis Eiroa Martínez, catedrático de Universidad jubilado, docente
e investigador del Departamento de Química de la ULPG, por su clarificador estudio sobre
la quimiotaxonomía del género Nauplius (sinónimo Asteriscus), en el estudio de las
lactonas sesquiterpénicas y por la amistad y admiración que nos une.

Lo prometido es deuda, a un artículo más largo el sucederá otro más corto. Mil palabras tendrá éste. Ni una más.

Comienzo por las escombreras. Para ubicar estos vertidos, debemos situarnos sobre la carretera GC-100 que desde Telde nos lleva al municipio de Ingenio. Se trata de la vieja carretera que saliendo de Telde por Lomo Cementerio pasa por la Cruz de Jerez, el núcleo urbano de Cuatro Puertas y que hoy en día es frecuentada por muchos ciclistas pues el tráfico en ella no es alto y la belleza y atractivo de su trazado y entorno paisajístico, innegable.

Una vez pasamos a la altura de Cuatro Puertas, encontraremos la urbanización de Piletillas. Seguiremos hasta atravesar el barranco de Silva y, un poco antes de cruzar el barranco del Draguillo observaremos a nuestra izquierda la imagen de una montaña próxima a la carretera, la montaña de Las Tabaibas, el último cono volcánico de esta zona de las medianías teldenses más próximo a la costa y, frente a él, elevarse la montaña de Malfú, la primera perteneciente al municipio de Ingenio. Es a la altura de la montaña de las Tabaibas cuando se inicia, a nuestra derecha, una pista asfaltada sin señal informativa alguna.

Este desvío es el inicio de una carretera, asfaltada en su primer tramo, que se dirige a un Polvorín, vigilado por una empresa privada de Seguridad y situado en la Loma sur de Los Ovejeros, una loma rodeada por dos pequeños barranquillos que se unen en un cauce común para formar el barranquillo de Los Ovejeros que, a su vez desagua en la pequeña red hidrológica del barranquillo del Cardonal, barranquillo que en la llanura de Gando entregará sus aguas al cauce del barranco del Draguillo, en la actualidad desviado su curso hacia el núcleo costero de Ojos de Garza.

Tomamos esta carretera que, si no nos desviamos hacia el Polvorín -carretera sin salida-, nos llevará al corazón del conjunto vulcanológico de Rosiana. Recomiendo aparcar y ponernos a caminar, pues esta pista que discurre entre montaña Águeda oTopino, montaña Herrero, La Montañetilla y la montaña de La Majada es estrecha, se encuentra en mal estado -algo que nos alegra a quienes pensamos que no podemos asfaltar todas las pistas rurales pues acarrea domingueros, deterioro y basuras-.

Sin ir más lejos, no es necesario seguir la pista de tierra para observar el sucio trabajo de los amigos del destrozo del paisaje, de los insolidarios y egoístas personajes que ven en el campo el lugar perfecto para dejar sus residuos, para delinquir de tal modo sobre un espacio ajeno, público o privado, separado de la carretera principal y oculto a la vista de otros conductores. Siempre es la misma canción, estos delincuentes ambientales buscan espacios que no se encuentren vigilados. Las fotos que acompañan el artículo hablan por sí solas. Una docena de vertidos incontrolados muy impactantes. Aunque estamos en el borde del límite municipal con Ingenio, nos encontramos en territorio teldense.

Siendo éste uno de los puntos negros de vertidos ilegales, sorprende la antigüedad de muchos de los residuos fotografiados y uno se pregunta cómo no se han erradicado en todos estos años -observen las fotos que acompaño-.
Polvorín, botoneras y un campo de basura
La primera pregunta que surge es la siguiente: ¿Cómo, sabiendo las instituciones públicas de la existencia de este histórico punto de vertido, continúan ahí restos de muebles, escombros, carpintería de madera, restos de automóviles, neumáticos, pinturas, cristales, uralitas...?

Es incomprensible, sin más. Sirva este artículo como denuncia, esperando que el Cabildo, el ayuntamiento o a quien corresponda, sean capaces de activar la limpieza y retirada de los residuos existentes.

No es ésta una petición inútil pues, hace un año, denuncié otro punto masivo de vertidos de escombros y restos industriales en la carretera que se dirige a la sima de Jinámar y Hoya Niebla desde la urbanización industrial de Malpais y en poco tiempo se procedió a la limpieza de ambos márgenes de la carretera y al cierre de la misma fuera de horarios de uso, siendo ahora obligado el acceso por Caserones. Sigue echando de menos una mayor vigilancia por parte de la policía municipal mediambiental y de los cuerpos y agentes insulares para evitar nuevos vertidos y que cuando se inicien expedientes, éstos terminen en sanciones ejemplares que se lleven a cabo, pues de no hacerlo seguiremos observando nuevas zonas de vertidos incontrolados.

Polvorín, botoneras y un campo de basuraPero aparte del Polvorín y los vertidos, la suave rampa que desciende en dirección este, de la montaña Topino o Aguilar, nos revela pequeñas poblaciones de una planta que no he observado en otra zona del municipio.

Para identificarla consulté la página BIOTA en www.biodiversidadcanarias.es, confirmándola posteriormente una excelente profesional y estimada amiga, doctora en Biología, Isabel Santana. Se trata de la botonera grancanaria (Asteriscus graveolens stenophyllus), de la que adjunto un par de fotografías. Viendo en el mapa su zona de distribución insular, sería interesante confirmar y añadir la cuadrícula correspondiente a estas soleadas laderas deTelde donde se encuentra esta planta endémica a nivel de subespecie, endemismo registrado en el Libro Rojo de las especies amenazadas de las Islas Canarias en sus habitat propios, es decir, escarpes, rampas y laderas rocosas, secas y soleadas.

Es este un paisaje libre aún de torretas y campos solares. Aún se respira la vida del campo y se escucha el sonido del viento, los graznidos del cuervo y los chillidos agudos de las aguilillas.

Es obligación de los representantes públicos preservar estos espacios para nuestro disfrute y el de las futuras generaciones, pero sobretodo, para conservar la pureza de los últimos espacios con bajo índice de alteración antrópica, permitiendo que su flora y fauna puedan recuperarse en la medida de los posible, y con ello restaurar el equilibrio del ecosistema.
Espiño Meilán, José Manuel
Espiño Meilán, José Manuel


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