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Razones y errores (Horrores)

martes, 31 de octubre de 2023
En esa parte del mundo donde tuve el privilegio de nacer, nos educaron en una serie de valores que muchas veces echo de menos, no porque los hayamos olvidado, sino porque no los practicamos. Me refiero a la reflexión, al esfuerzo, al trabajo, al respeto, a la correción de errores, al tratar ser cada día mejor persona... Pero, observando la deriva de la sociedad, la realidad contradice mi pensamiento y, virtudes tan valoradas como la consideración de los demás, la empatía, la solidadridad, la lucha por una sociedad más justa y humana y un largo ecétera, se ven maltratadas por la gente que, llevada por una codicia desenfrenada, pierde o tergiversa sus valores, acalla su conciencia y justifica sus tropelías bajo paraguas tan socorridos como Dios, la patria, la amistad o similares.
A estas alturas de la vida todos debiéramos saber cosas tan simples como que Dios no juega en ningún equipo; que la patria es un viejo invento -la Historia así lo demuestra- para que los pobres luchen o trabajen para los ricos mientras ellos practican la depredación; que aquellos hermosos principios de nuestra niñez se han convertido en plastilina moldeable siempre en aras del negocio o el asqueroso dinero. ¿A dónde hemos llegado con el becerro de oro que compra las conciencias, la verdad, la libertad, la salud, el estatus, la comodidad... y casi todo?. Nos enseñaron que era un idolo, sin embargo, por adorarlo, surgen los conflictos y estas guerras tan crueles, no sólo a nivel mundial, sino hasta deshacer familias. ¿ Seremos ímbéciles? No, tontos no somos, egoistas si.
No, no reflexionamos, vivimos obsesionados con el maldito parné de la canción, que nos grabaron a fuego nuestros antepasados, y para mirar lo bien o mal que éste nos sitúa en la sociedad. ¡Qué poco sabe el dinero que a mí me traen sin cuidado tales estrados!
Además muchos viven esclavizados por él y para él, y a muchos les parece que con riqueza pueden alcanzar grandes metas. Materiales quizás, pero a mí siempre me dieron pena. Nunca dejarán de ser avaros! ¡Qué mal nos llevamos siempre el dinero y yo! ¡Y a cuántas personas compra o vende su amor!
Hace mucho tiempo que vengo hablando de la superficialidad y falta de coherencia con la que vivimos, y criticando toda esta situación absurda de vivir de muchas vidas, pero supongo que más pronto que tarde pagaremos, como les pasó a los romanos, esas consecuencias; sin embargo nosotros seguimos erre que erre sin que esto tenga visos de cambiar. La absurda vanidad, las bobadas... se ponen de manifiesto cuando uno se entera que hay helados para perros y no hay pan para niños. ¿Si pienso que vivimos como zombis, estoy equivocado?
Vivimos diiscutiendo todo el día que si rojos o azules, que si dejamos entrar a los pobres de las pateras o no, que si el tren llega a nuestro pueblo... Y no queremos ver nada en la televisión de las malditas guerras de Ucranía y Gaza. Altera nuestra sensibilidad, pero justificamos el horror al que nadie tiene derecho a practicar. Bien debieran saber los judíos dos cosas: Sufrieron el exterminio nazi y nos dolió, y que Israel se creó artificialmente en Palestina con el consiguiente menosprecio de los nativos. Ergo... no tienen razón. El abuso, la prepotencia y el armamento no son argumentos para el avasallamiento. Y los civiles, sin duda ajenos al conflicto, sean mayores o niños, jamás deben ser masacrados. Nada justifica una guerra ni allí ni tampoco como debiera saber Rusia con Ucrania. El respeto de la voluntad popular no admite interpretaciones sesgadas y mucho menos la invasión de territorios estratégicos. La libertad de los pueblos a elegir su destino es sagrada.
Pero la vorágine guerrera está ahí latente con iluminados peligrosos y con las amenazas cada día más evidentes y eso ocurrre en todo el planeta. Somos tan terriblemente irreflexivos, que en vez de enfocar nuestros esfuerzos a solucionar los problemas más acuciantes como pueden ser el cambio climático, estamos todo el día preparando la guerra, como decían los romanos porque querían la paz, y asi, dos mil años después, todavía no hemos aprendido que la paz se logra con justicia, con diálogo, con renuncias, con esfuerzos, con sincera voluntad y con acuerdos.La industria armamensitica necesita escenarios bélicos, pero los hombres no necesitamos ni la una ni el otro. Recuerdo mis lágrimas cuando en la mili me obligaron a coger un cetme. Un capitán se apiadó de mí.
Nunca, pero nunca jamás, me pareció respetable el violento, y aunque sé que es mi obligación hacerlo, nunca justificaré sus actos. NADA JUSTIFICA LA VIOLENCIA.¿Cuántas lágrimas amamantaron mi niñez con la Guerra Incivil? ¿Cuántas lágrimas derramé por culpa de la Eta? ¿Cuánto llora ahora mi corazón ante una y otra barbarie? ¿Será cierto que no aprendemos nada?
Sólo me queda rezar a Dios, a Alá o a esos niños muertos que inocentemente murieron a manos de la brutalidad más absurda. No los condenéis, mis dioses, por asesinos, porque nunca vivirán sin su conciencia; pero, por amor, enseñadles lo que es la PAZ, es necesaria y urgente.
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


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