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Árboles que se secan

martes, 24 de octubre de 2023
Para algunos, los árboles no son seres vivos, pero lo son. Como nosotros, nacen, crecen, se reproducen y mueren. Es el ciclo de todos nosotros, los que vivimos. Frente al Palacio de la Diputación, paradigma del destrozo urbanístico local, hay árboles que se han secado, como en otros recientes ajardinamientos.

Para vivir es preciso disponer de un sitio adecuado que reúna las condiciones necesarias para poderse desarrollar. Un árbol tiene raíz, tronco y copa. La raíz es un órgano con doble función, la de absorber agua y nutrientes y, además, fijar la planta al Árboles que se secansuelo, expandiéndose a lo ancho de la superficie que le da soporte, y hundiéndose en profundidad.

En los jardines lucenses tenemos dos tipos de árboles, según su suelo. Los que están plantados en tierra, digamos libres como los del parque y la Plaza Mayor, y los que tienen sus raíces metidas en unos macetones hundidos bajo la acera. En éstos, las raíces no se pueden expandir bajo tierra, sin poder fijar al árbol ni buscar más agua y nutrientes que los que hay en su exiguo cubículo. Estos árboles son mayormente los que están en nuestras calles realizando su función ornamental.

Desconozco cómo están los del jardín del Museo y los de la Plaza de Sto. Domingo.

Los arbustos que tenemos en jardineras, corren suertes diversas, aunque muchos de ellos se han secado en este verano pasado.

Creo que nadie duda que el clima está cambiando. Tanto en régimen de lluvias como en ritmo de temperatura. Esto incide seriamente en muchas actividades que han considerado inamovibles a los factores climáticos, como es el caso de la agricultura. Las temperaturas suben y los veranos aparecen antes y se alargan. Son más largos que hace pocos años. Los suelos se calientan más y las plantas han de acomodarse a estos cambios.

Si hablamos de animales y su respuesta a estas modificaciones, vemos que tienen un gran recurso, la movilidad. Sabemos de animales, propios de otros climas, que hoy son normales en nuestro entorno, como las cigüeñas.

Las plantas no poseen esta habilidad. No pueden moverse, si bien la dispersión de sus semillas les permite modificar sus áreas de distribución en sucesivas generaciones.

Paseo por Lugo y me recreo viendo los árboles que hay en nuestras calles y plazas. Todos ellos son seres vivos en cautividad, que pueden estar viviendo situaciones extremas debidas a los cambios ambientales y a las deficientes condiciones de vida que les ofrecemos, por ejemplo su limitada posibilidad de desarrollar un adecuado sistema radicular y el escaso nivel de agua disponible. Muchos árboles ornamentales, procedentes de países lejanos empiezan a sufrir las consecuencia de estas modificaciones que todos vemos. Son varios los árboles y arbustos que muestran síntomas de secado, situados en diversas zonas lucenses.

Algunas ciudades, comienzan a estudiar la respuesta de sus plantas ornamentales a estas novedades y su capacidad de resistencia a ellas. Encuentran una amplia gama de comportamientos: las coníferas lo pasarán mal, los arces sufrirán más ante los cambios, mientras los plátanos de sombras podrían ser los más resistentes. Muchas ciudades preparan sus jardines a estos cambios al emprender futuras plantaciones.

También hay quienes piensan en jardines adornados por plantas propias de climas secos y cálidos, como los que se supone que serán los nuestros en el futuro. Así, muchos miran a jardines del norte africano, donde hay unas condiciones ambientales que parecen ser aquellas a las que se dirige nuestro clima. En tales jardines, con plantas muy diferentes a las nuestras actuales, es posible encontrar belleza y frondosidad, caracteres muy apreciados por todos. Tampoco creo que disgustase en Lugo una calle flanqueada por palmeras.

No lo sé, pero soy de la opinión de que conviene ir pensando en estas cosas, como promover lugares de sombra en plazas que hoy son eriales, como el lugar de San Marcos o la Plaza de Bretaña. Ya Eloy Maquieira puso una pérgola en el parque de Rosalía de Castro, y en esas plazas, y en otras, se podría seguir su ejemplo.

Lo que sea, con tal de que los calores no nos encuentren desprevenidos, como sorprendidos por un cambio del que nadie nos había avisado.
Valadé del Río, Emilio
Valadé del Río, Emilio


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