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El faro y sus fareros

miércoles, 11 de febrero de 2009
Todos somos marineros, unos remando en el barco que lleva en su amura el nombre de emigración, otros haciendo la singladura normal por el piélago de la vida; no queremos naufragar y, por ello, cuando vemos avecinarse alguna tempestad, como Ulises, nos atamos al mástil de la fe, pero no solamente hay que recurrir a la oración cuando se acerca el peligro, ella debe ser velamen izado para ayudarnos a realizar una singladura más segura contando con la brisa espiritual como energía favorable. Nuestra mirada va buscando el Faro de la Navidad que en Begonte está. Su luz, la que irradia ese belén electrónico, es tan diáfana y clara que nos salva de las nieblas de las dudas e incertidumbres. En ese singular fanal, están sus fareros y entre los mismos detaca a Joselín, José Rodriguez Varela, hombre entregado y abnegado a colaborar para que esa luz cada vez vaya a más haciendo posible que aquella primera ilusión del sacerdote fundador hoy sea una realidad. Llegado primeros de diciembre se enciende esa potente luminaria espiritual, a la distancia, para los ojos de los nautas parece una estrella que bajada del cielo se ha asentado en terra Chá. Este faro cuenta con la más limpia y descontaminada de todas las energías, la que solamente se genera cuando Dios decide hacerse hombre. Contemplando esa luz no perdemos nuestro norte y vamos superando los inviernos de la existencia. Los cimientos de ese foco, la Galicia rural, y el cuerpo la esperanza. Está ése en tierra adentro porque el espíritu de la Navidad es especialmente interior.

Nuestra felicitación a la provincia de Lugo, a Terra Chá y a Begonte por ser la base de ese faro espiritual. Vendrá otra nueva Navidad y percibirimos su luz para, agarrados al timón de creyente, conducir nuestro esquife lejos de los duros acantilados y llegar al puerto seco de Monforte y desde allí, en singular peregrinación, proseguir el camino hasta Begonte, pues si Santiago es la meta de rutas jacobeas, Begonte se ha ganado la fama bien merecida de ser centro de peregrinación para despedir y recibir años dando gracias al Señor. Amarremos nuestra nao con las maromas sólidas y flexibles de la ilusión y la esperanza y, cuando pongamos pie en tierra sea para admirar a la Luz del mundo y a sus fareros, ese grupo de personas que, desde Joselín, pasando por Xulio Xiz y continuando con la emblemática figura de D. Xesús, presidente del Centro Cultural, personalidades todas que, contando con el apoyo de diferentes instituciones, siguen haciendo todo lo posible para que cada año Galicia tenga en ese belén electrónico la luz de las luces. Puede haber crisis materiales, pero contando con luminarias como ésta nunca viviremos en crisis de fe lo único por lo que merece en este mundo luchar, pues lo demás se lo lleva el vendaval de la vida, pero si creemos, seguro estaremos de que el existir tiene un sentido y nunca un fin, ya que cuando parece que se acaba entramos en la vida eterna y, para eso, para recordarnos la fugacidad de èsta y la perennidad de la otra, ahí tenemos la luz de Begonte, ese belén de los belenes de Galicia.

Pol, Pepe
Pol, Pepe


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