Mi anterior "Paseo por Lugo" fue el paseo número cien que escribí en El Progreso. Recuerdo el primero, allá en diciembre de 2019, "Lo mejor y lo peor", en el que hablaba de la Puerta Norte de nuestra catedral, su Pantocrátor de estilo gótico temprano, lo mejor suyo, según mi criterio, y sus herrajes a ras de suelo, destrozados por la orina de viandantes nocturnos, lo peor.
Se han sucedido cien colaboraciones. Al empezar, un amigo, lucense de toda la vida, me dijo que muy bonitos, pero que pasados unos quince, ya me quedaría sin temas sobre los que escribir. Parece que he tenido cien temas, más otros en previsión. Hoy
por hoy, no veo problemas. Pero sí hay algo que me duele, por eso lo comento. ¿Cómo es posible que un lucense no encuentre temas sobre los que hablar cuando se trata de su ciudad natal?. Me apena ese desconocimiento de lo propio, utilizando incluso cierto tono despectivo para insistir en la profundidad conceptual de su mensaje.
A los hechos me remito, hay temas suficientes para escribir sobre Lugo sin utilizar más que lo cotidiano y saberlo mirar con cariño y respeto. Dos actitudes muy sencillas de asumir cuando se trata de nuestra, de mi, ciudad, y sigue siendo, el entrañable escenario de mis días, de mis encuentros y mi modo de transcurrir el tiempo. Cada lugar me regala un recuerdo, una evocación. Lugo me ha dado mucho y por eso le tengo cariño cuando vuelvo a pasar por lugares que significaron tanto para mí, Para todos, esta ciudad ha sido escenario y testigo de hechos muy personales Algunos buenos, otros no tanto, pero siempre recordados y revividos cuando pasamos por una esquina, una calle, o quizá una plaza. En cada parte de Lugo viven para mí múltiples recuerdos que, más tarde, yo evoco desde aquí para todos, con mis opiniones y mi modo de ver esta ciudad a la que de maneras tan diversas, todos queremos.
Recordamos todo, aunque cada uno a su modo, y su desmemoria. Tenemos grandes hitos en nuestra ciudad, aunque también otras cosas fueron muy mejorables. Hay quien dice que hoy la están destrozando, y no les discuto la apreciación, si bien no hay mal que cien años dure. Añoramos rincones irrecuperables de Lugo, pero en todas partes un liberalismo feroz ha destruido mucho patrimonio, Por suerte, en nuestra ciudad ha despertado un sano sentimiento ciudadano y vecinal que está dispuesto a defender lo que queda y a hacerse oir en su defensa.
.Recuerdo algunos logros que hemos alcanzado cuando las peticiones han sido lógicas y hemos sido guiados por buenos gobernantes. Hace años conseguimos para Lugo una Facultad de Veterinaria, que hoy tiene fama de calidad en la Unión Europea. Conseguimos la limpieza de las casas adosadas a la muralla, iniciando de aquel modo una nueva historia para nuestro Monumento más emblemático, que culminó con la declaración de Patrimonio de la Humanidad por parte de la UNESCO. Hemos liberado al antiguo Sanatorio Portela de la actuación de una piqueta ignorante y especuladora que lo quería transformar en escombros y solar edificable. Estamos derribando el Garañón. Por citar unos casos que sirven de indicativo que sabemos cómo organizarnos para conseguir lo que consideramos justo y sin necesidad de grandes alborotos. Somos amigos de la palabra dada. Contamos con algo más de dos mil años de edad, y quiero creer que, para un colectivo, esa edad define bien un modo de ser y de actuar. Creo que formamos una gran colectividad, con criterio y personalidad.
Sólo una cosa me duele de Lugo, pero mucho. Nuestra incapacidad de generar las situaciones necesarias para que nuestra gente joven, llegados sus casos personales, no se encuentren en la necesidad de marchar de la ciudad para desarrollarse personal y profesionalmente. Si acaso quieren irse por decisión propia, es otra cosa, pero no tenerse que ir como un castigo porque aquí no encuentran salidas apropiadas. Esto me duele mucho en todos y en cada uno de los casos. También por Lugo, como colectivo ciudadano. Siempre necesitaremos ideas nuevas en los puestos claves para seguir avanzando.
Creo que este Lugo es el que todos queremos.
