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La Mariña ¿El Benidorm del Norte?

jueves, 07 de septiembre de 2023
Los más viejos del lugar recordamos cuando el turismo era bienvenido, no sólo por "hacer el agosto" en los negocios, sino por la exquisita educación y confraternidad que a los largo de los años se ha ido afianzando y creando verdaderos lazos de amistad. No, no eran esas mareas de turistas, algunos vulgares y maleducados, que tanto desprecian los nativos en sitios como Venecia, sino familias, por lo general, finas, educadas y pudientes que encontraban en nuestras costas, a pesar de la lluvia, los alicientes de playas, senderismo, deportes náuticos, gastronomía, precios asequibles, tranquilidad... Condiciones todas que ellos calificaban como excelentes. Y cada pueblo disponía de sus incondicionales, que en algunos casos resultaban valedores para los intereses de los pueblos o sus ciudasdanos, y hoy todavía se conservan. Era una relación armónica, enriquecedora y que se mantiene todavía en muchos casos.
Sin embargo, desde un tiempo a esta parte, el concepto de turismo cambió. La masificación actual conlleva unas circunstancias que recuerdan el vino. El buen vino, bebido con moderación, es muy apetitoso; el botellón, de mal vino a granel, produce resaca.

Hoy nuestra costa está repleta y salpicada de anárquicas construcciones con importantes deficits que dan cobijo a tanta avalancha. Mientras, la vieja CARRETERA DE LA COSTA todavía "vertebra" muy malamente la multillada 634, A-74, VAP COSTA NORTE y que llamo AUTOVIA DE LOS SUEÑOS, porque no la veré terminada. Deficit del que culpamos tanto a la Xunta como al Gobierno Central, Resulta evidente que, al contario de Teruel, A Mariña no existe. Al menos para ellos.

Pero tampoco a nuestros alcaldes se les ocurrió abrir viales y avenidas que pudieran urbanizar con saneamiento, agua, luz, servicios, jardines... Fue y todavía se mantiene una anarquía tal que sólo demuestra dos cosas: la voracidad de los constructores y su rentabilidad económica y las escasas luces de nuestros responsables políticos. Tanto afán depredador, al que no quisieron o supieron poner freno, o que aceptaron nuestros alcaldes. Y eso me lleva a unas conclusiones muy negativas: o elegimos a personas muy poco válidas para regir nuestros destinos, o dejan un tufo de sospecha. Pero lo último hay que demostrarlo y evidentemente lo desconozco. Galicia es territorio opaco y hasta aquí nunca llega "Equipo de investigación".

Desde siempre se construye con el singular método gallego de que cualquier huerta es un solar y cualquier campo vale para edificar. Planificar, urbanizar, dotar de espacios para atender las demandas... eso no. Y eso conlleva consecuencias y, si no hay carreteras y no llega la ambulancia, se monta una manifestación porque los tienen abandonados. Mucha jeta ¿no les parece? Es decir, primero creamos el problema y luego que sean los concellos quienes lo solucionen.

Pero para frenar tanta insensatez, la Xunta tiene una Consellería de Territorio, e incluso se cacareó que había una ley para combatir el Feísmo gallego, pero uno se pregunta: ¿ dónde se aplica? Porque mamotretos hay unos cuantos, paredes de ladrillo ni te cuento... En fin, que cualquier esteta, en el antaño paraíso, puede enfermar por un ataque de tanta aberración. Aquí, peculiaridades de la Tierra, el Síndrome de Stendhal se conjuga en voz pasiva: depresión por los horrores.

Moles y moles de pisos apretados dan hoy cobijo al nuevo turista de playa, súper, fiestas gratis y pinchitos para crear el nuevo Benidorm del norte. Un turismo masivo, de escaso presupuesto, de soluciones económicas baratas o gratuitas y en el que abundan osados maleducados y chabacanos - siempre se salvan los educados- y que convierte a A Mariña en la costa más barata de España.

Por nuestra parte, los nativos, sentimos encima la presión, el agobio, la incomodidad que representa tanta gente para unas infraestructuras que no cubren la demanda. Una situación que muchos no compartimos porque pensamos, como ciudadanos sin ataduras económicas a ningún estamento, que este tipo de turismo es negativo. Se pierde mucha calidad, nos vemos desplazados, se encarece la vida, se encuentran dificultades para cualquier actividad y nos sentimos paganinis de unos servicios que no nos reportan beneficio personal. Sólo es bueno para los carroñeros.

Evidentemente, la nueva hostelería no ve igual nuestra postura. La vieja siempre había sido una hostelería familiar, de confianza mutua, por lo general atenta, considerada, de calidad; pero la nueva en algunos casos comienza a dar señales de buitreo con clavadas y precios desorbitados para la zona. Son una minoría ruidosa y siempre dispuesta a la avaricia. Cierto es también que se ha convertido en un grupo de presión económico y la consideración con ella en la pandemia ha arraigado de tal forma que las terrazas parece que han llegado para quedar con el consiguiente malestar ciudadano. La comprensible consideración con los bares, no legitima el abuso y la desconsideración con los viandantes y los concellos están llamados a poner coto.
Si nuestra Mariña, con el cambio climático encima, está aceptando ser el nuevo Benidorm es quizás porque vivimos inmersos en una fiebre hormigonera de acoso y derribo de toda la belleza natural llevados de esa voracidad económica y permisiva. Reitero una vez más: urge una carretera en condiciones que la vertebre y corregir miles de errores cometidos. Ah, y ser tolerantes nada tiene que ver con ser permisivos, aceptar irregularidades y es necesario exigir cumplir la ley.

También es hora de que la ciudadanía digamos algo y manifestemos nuestra opinión para poner coto a tantos desmanes, porque me temo que ya somos el Benidorm del norte. Y así puede desaparecer nuestro Paraíso.
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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