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Una escultura escondida

miércoles, 26 de julio de 2023
En mi opinión, una obra de arte debe inspirar algún tipo de reacción en nuestro ánimo. Nos puede alegrar, disgustar, atraer, evocar, generar rechazo y muchas otras sensaciones, todas ellas personales, que hacen que una obra concreta sea de nuestro agrado o no lo sea. Las sensaciones que nos produce no tienen que ser perpetuas, pueden cambiar debido a muchas variables en nuestro estado de ánimo o por causas exteriores.

Comento esto, una opinión mía, porque voy a referirme a una obra que tenemos en Una escultura escondidaLugo y que siempre he considerado generadora de polémicas, a veces encarnizadas, y que hoy se tiene guardada entres árboles, como escondida, en los jardines de Santo Domingo, esos que según leo, se encuentran en peligro de extinción.

La primera vez que vi esa escultura, estaba a ras de calle en la plaza de la Soledad. La encontré un domingo, cuando se celebraba en ella el mercadillo que más tarde fue cambiando de ubicación. La pieza estaba en el suelo, sin ningún tipo de peana que la resaltase y parecía dejada allí, de modo transitorio, antes de situarla en su ubicación definitiva. Pero los días pasaban y la pieza seguía sin moverse,

Mientras, surgieron comentarios acerca del peligro que representaba aquella situación por si alguien chocaba con ella. También aparecieron comentarios muy críticos relativos a la idoneidad de la

escultura, su dudosa belleza y su pertinencia para formar parte de nuestro patrimonio artístico. Opino que el simple hecho de generar controversia ya es motivo para constatar que da lugar a diferentes posiciones encontradas, se enjuicia de un modo u otro, se reflexiona sobre ella y, yo creo, es digna de ocupar su lugar entre nosotros.

Me parece que en escultura somos muy adictos a las obras figurativas y desdeñamos las más o menos abstractas. En plena calle, dejando aparte las figuras de santos en fachadas religiosas, creo que tenemos pocas estatuas. Las demás esculturas son bustos, la verdad es que muy dignos todos ellos. Pero pienso que sólo tenemos una sola obra abstracta, ésta que comento, puesta en lugar público para dejar volar la imaginación de quienes la contemplen. ¿Acaso no gusta a muchos? Tampoco lo de san Marcos enciende pasiones encomiásticas, y allí está.

Opino que la escultura está mal situada. Tal vez siempre lo estuvo. Le faltó una ligera tarima, baja, que la ensalzase sobre todos, confiriéndole un cierto aire de singularidad. También creo que es una pieza para estar situada en una zona central, y de ese modo poder ser contemplada en toda su periferia. Los bustos que tenemos en nuestras calles o plazas definen una posición desde la cual verlos. Ésta que comento ahora, puede verse desde cualquier punto de su contorno. Tal vez su sitio estuviese en el centro de un jardín, y realzada, nunca escondida como si nos avergonzásemos de ella. A mí se me ocurren algunos lugares en las que estaría bien, y dignificada, pero no soy nadie para asignarle un lugar adecuado dentro de nuestra ciudad. En todo caso, pedir "a quien corresponda" que tenga la valentía de colocarla en algún lugar adecuado para ser contemplada y dejar que inspire en el observador la sensación correspondiente, como obra de arte que es y tal como entiendo lo que es "arte".

En algunas ocasiones, me ha dolido el dogmatismo de algunos que, ante esta escultura no han dudado en categorizar diciendo "es horrorosa" o algo similar, en lugar de personalizar la opinión con un "no me gusta". Son dos posturas muy diferentes ante la misma pieza. Diferencias que, por lo que digo, ya nos indican que estamos ante una obra de arte capaz de suscitar controversias.

Recuerdo, siendo niño, un cuadro de tonos tenebrosos, que fue premiado entre una gran polémica, y que hoy forma parte de la pinacoteca del Círculo de las Artes. Es de Tino Grandío.

En la ciudad de París se generó una agria controversia cuando se levantaba la Torre Eiffel. Sus detractores decían que aquella obra no era digna de estar en la Ciudad de la Luz. Sus gobernantes desoyeron las críticas y hoy esa torre es uno de los iconos de la ciudad. Aquí somos menos valientes.
Valadé del Río, Emilio
Valadé del Río, Emilio


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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