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El pasado... un legado

viernes, 07 de julio de 2023
Iba muy ufana buscando cómo continuaría el texto de una pieza musical del archivo compostelano de fines del S. XVIII. Solo sabía su primera frase que no pasa desapercibida ni a un profano: "De las cuatro religiones que en Santiago existen".
¿CUATRO? Ni más, ni menos... Pero cuáles. ¿Las monoteístas?
Recuento y no me salen las cábalas: cristianismo, judaísmo e islamismo son las ya sabidas. ¿Acaso pudiera haber algún budista (religión politeísta) también por aquel entonces en Compostela?
Cierto que ahora "haberlos hailos" (me refiero a los budistas) y, según dicen, su propósito fundamental es "ayudar a todos los seres a eliminar el sufrimiento y a desarrollar la felicidad última". Suena bien, especialmente este final tan "ideal".
El pasado... un legado¿Qué dice la letra de la susodicha composición musical catedralicia? Juega al despiste, como voy comprobando.
Hoy, acostumbrados estamos a que no pocos cantantes y otros personajes nos lancen, a través de las letras de sus temas musicales, lo que ven, sienten y aman, lo que les confunde, les atemoriza o aquello que no dirían de otro modo.
Hay miles de cantos por los que, a cuentagotas o de sopetón, nos vamos enterando de la vida y milagros de un artista o de todo tipo de agrupación musical.
En el archivo, tras mi búsqueda, mirando la partitura -fuente segura, o eso parece a primera vista- observo que el texto es sucinto, breve y no muy elaborado, pero, cierto, así comienza: "De las cuatro religiones que en Santiago existen..." Insisto, mal empezamos.
Algo tiene esta sutil idea que confunde al más pintado. Caigo en la cuenta de que no trata de religiones ni credos. Esa letra intenta poner de relieve que los miembros del cabildo que no llevan mitra y pocas veces bonete- con sus músicos y cánticos, procesionaban para rendir pleitesía a un niño que está en brazos de su madre: "Llenos de tiernos afectos vienen a dar al amor que está en brazos de María".
Evidentemente, es un texto para la fiesta natalicia del Niño-Dios, al que todos aman y así lo expresan: "Deo gracias. ¿Quién es? ¿Quién llama? Somos los prelados de las cuatro sacras religiones nobles que a Santiago agracian // ¿Vienen a rendir las armas al Dios de Israel que está en pajas? // (...) ríndanles las armas y como a su jefe háganle la salva".
Esos "prelados" a los que se alude eran miembros del cabildo que acudían de tal guisa al belén que se divisaba en alguna parte de la catedral o de una otra capilla no muy lejana. No son "jefes" de otras religiones. No rinden al recién nacido culto extraño, ni tampoco son gentiles que se aproximan de tal forma para catequizar o, con cortesía, simplemente saludar.
El poco texto que aquí transmito es aproximado, pues difícil es descifrarlo desde su origen.
Su lenguaje bélico, propio de su tiempo, a primera vista confunde. Piensa uno en las cruzadas, en momentos en que era necesario tomar las armas para combatir al infiel con lanza y espada. De aquél entonces quedan órdenes civiles y militares. Unas perviven y otras ya no pintan nada.
Compostela, la ciudad levítica, como algunos llaman, rebosaba entonces de clérigos y monjas que dentro o fuera de recintos sacros moraban.
Si nos fiamos de los cálculos, a finales del S. XVIII, de los 16 mil habitantes que había El pasado... un legadoen Santiago, hacia 1760/1787, según el Catastro de Ensenada, aquí coexistían cuatro comunidades religiosas masculinas y otras tantas femeninas, repartidas en conventos, monasterios y en un par de otras instituciones. ¡Pero todos eran cristianas!, con bautizados que del mundo se retiraban y se dedicaban a orar por las gentes que les rodeaba y de otros mundos lejanos. Daban culto, alababan, agradecían, proclamaban la Palabra y hacían otros menesteres que emanaban de sus reglas sagradas. Había conventos de benedictinos (S. Martín Pinario y S. Pelayo), mercedarios (en Conxo y en su actual monasterio), dominicos (en Belvís) y franciscanos (en su convento de ahora y en S. Lourenzo de Trasouto).
Esos antepasados no bautizaban infieles, ni galopaban con arma en mano. Atendían las necesidades de una ciudad hospitalaria, cual era Santiago en doble sentido: acogía a peregrinos y atendía a sanos y moribundos que hasta aquí llegaban.
Buen ejemplo queda: el antiguo "Hospital Real", hoy parador nacional. Ahora, en vísperas casi de ser sometido a una pionera restauración con técnicas ultra sofisticadas, miramos para él como si allí nunca hubiera enfermos, ni salas de curas, ni camillas. Y, sí, las hubo, aunque no queden vestigios.
Buen texto el de esa pieza musical... ¡pero si vieran cómo está escrita cada palabra y neuma, no habrían pensado lo mismo! Más bien conmigo exclamasen: ¡si lo sé no vengo a estudiarlo!
Excesivamente enrevesado para lo poco que narra y, hay que decirlo, está algo deteriorado por el paso del tiempo, intuyo, que no por el uso que se le ha dado…

Pilar Alén, Profesora de la USC.
Alén, Pilar
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