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64º Aniversario de la Liberación de Auschwitz

martes, 27 de enero de 2009
Un día de invierno como hoy, el ejército ruso entró en el campo de exterminio nazi de Auschwitz, Birkenau y Monowitz, en Polonia, y liberó a unos siete mil prisioneros. Desde entonces, éste día se conmemora en memoria de los allí fallecidos, más de un millón, y los liberados, la mayoría enfermos y moribundos.

Yo, quiero conmemorar éste día, 27 de Enero, una vez más, para que no se olvide, para que no se siga repitiendo y, sobre todo, para todos aquellos que estan hartos del tema pero no hacen nada y lo dejan pasar o se ponen a criticar a los judíos, sin más, escudándose en que en otros países y otras razas también lo están pasando mal.
Pero eso no me basta ni me quita recordar, ni denunciar, cualquier atrocidad.

Cuántas veces me pregunto, cuántos Auschwitz existen en la actualidad, clandestinos y a la vista mundial. Cuántas personas sufriendo y muriendo a cada segundo por alguna que otra crueldad y, la mayoría, por la barbarie humana. Cuántas personas impasibles e incrédulas ante tales sucesos.

¿Algún día seremos capaces de vivir en paz? ¿Seremos capaces de reconocer tales hechos sin pasar de ellos?

Lo dudo pero, eso no quita que lo intentemos y que pongamos nuestro particular granito de esperanza, esfuerzo, palabra, obra e ilusión.

Podría empezar a relatar, una y mil veces más, todo lo ya dicho y escrito por los testimonios vivos de esa tragedia.

Podría empezar a contar, historiar, y no parar hasta hacer llorar al más escéptico.
Y es una pena o, casi, un delito, no hacerlo.

Todas esas pobres almas, allí fallecidas o enfermas, se merecen estar siempre en la memoria y nunca en el olvido.

Pero me resulta triste y agotador relatar tanta crueldad, tanta locura, tanta maldad salvaje y brutal.

Aunque peor me parece no hacerlo a la vista de tanto loco depravado suelto.

Podría describir un día en esos campos de exterminio, de trabajos forzados
sobrehumanos, de once horas, sin parar tan sólo para pellizcar un cacho de pan, hasta causarles una muerte tortuosa.

Podría revivir la corta y efímera vida de esos niños allí deportados o nacidos que morían, la mayoría asesinados, inmediatamente por ser demasiado débiles para trabajar o, fallecían desnutridos, violados o enfermos de sarna y carcomidos y desollados por sus profundas heridas ulcerosas.

Podría hablar de las mujeres, de cómo se les arrancaba a sus hijos de sus brazos o de sus entrañas; de cómo eran brutalmente violadas, o sometidas a los mismos trabajos forzados y experimentos médicos que los hombres, siendo su promedio de vida un cincuenta por ciento inferior al de ellos.

Hablaría de los mártires fusilados por intentar salvar a los demás, sublevándose.
Hablaría de los verdugos, de los soldados de la SS, de los experimentos brutales de los médicos con los prisioneros, de los... pero, hoy, me da rabia hacerlo, tanta como tristeza e impotencia. Y me da más rabia aún, seguir oyendo a ignorantes y desinformados, opinar de lo aburridos y saturados que están con el tema y salen con peteneras con tal de obviar la realidad, lejana y actual.

Pero hoy sólo quiero apuntar, señalar y evidenciar.

Prefiero que hablen los políticos, que actúen los gobernantes por la Paz; que nos aseguren el final de estas atrocidades, el final de las guerras, de los campos de concentración de prisioneros, de los campos de refugiados...
Prefiero que nos relaten las ONG, sobre sus trabajos, sus ayudas, sus éxitos, y su futura extinción también, como señal de que el Mundo, la Vida, van mejor y que no hacen falta ayudas adicionales porque el Mundo se sustenta y protege solo y porque los habitantes nos hemos hecho humanitarios, sensatos y decentes.
Prefiero que nos cuenten estas historias reales en el cine, por ejemplo, que siempre parace una fantasía, y un buen medio para llegar al público e intentar que conozca,
algo, sobre la persecución judía por los nazis en la II Guerra Mundial.
Películas como "Resistencia", que podemos ver actualmente, del director Edward Ziwick, paisano del actual presidente americano, Barack Obama, y especializado en historias bélicas de guerras acaecidas ("Leyendas de Pasión", "Diamante de sangre"...), donde, en ésta ocasión y basándose en hechos reales, nos narra la épica historia de tres hermanos judíos polacos que huyen de la muerte nazi. Historia de huida, venganza y salvación, año 1941, II Guerra Mundial, donde los judíos de la Europa Oriental están siendo masacrados a millares por los nazis.

Hoy conmemoro este día, con tristeza y alegría, y espero que, con el tiempo, no se sumen más días señalados para no tener que reabrir ni dañar, más, los corazones heridos y rotos que traen estas fechas tan señaladas.

Que no tengamos que seguir escribiendo la Historia a base de tinta roja, a base de sangre inocente derramada por el salvajismo de unos locos vesánicos.
Antolín, Celia
Antolín, Celia


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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