Murió Ramón Irago

Buen maestro y excelente pintor
La escuela y la pintura están de luto riguroso por el fallecimiento el pasado 24 de mayo, a los 82 años, de Ramón Irago, un gran maestro de escuela y un excelente pintor.

Nacido en Moldes, Melide (A Coruña) en 1940, Ramón Irago cursó los Estudios Eclesiásticos (Humanidades, Filosofía y Teología) en el Seminario de Mondoñedo, donde fue ordenado sacerdote en enero de 1963. Entre otros cometidos pastorales, fue nombrado secretario particular del entonces obispo de Mondoñedo-Ferrol, Jacinto Argalla Goicoechea. Posteriormente, fue coadjutor en la Parroquia de San Julián, en la iglesia con-catedral de Ferrol, y a principios de los años setenta fue capellán castrense en San Fernando (Cádiz).

Poco tiempo después se secularizó, estudió Magisterio y se dedicó en cuerpo y alma, hasta su jubilación, a la enseñanza, educación y formación de niños en la escuela. Y es preciso subrayar que desde su infancia hasta su muerte su vocación y obsesión por la pintura formaron parte esencial de su vida, pintura realista en la que refleja con total nitidez los quehaceres y aconteceres diarios de los ciudadanos gallegos, desde sus faenas en el campo y en el mar, hasta sus penas y también las muchas fiestas y alegrías.

Se puede decir que la vida de Ramón Irago se asentó firmemente sobre tres pilares muy sólidos: una fe y un compromiso cristiano inquebrantables, una entrega absoluta a la educación de niños y adolescentes, y la afición sin fisuras a la pintura. Sobre este último apartado, debo confesar que nunca le agradeceré bastante su generosidad al elaborar las pinturas que ilustraron las portadas de todos mis libros.

Por ello, hace algunos años elaboré en su honor cuatro humildes cuartetas, con las que, ahora, a modo de colofón, quiero cerrar esta sencilla, pero muy sentida y sincera reseña necrológica:

PLUMA Y PINCEL
A Ramón Irago, maestro y pintor

Con tus trazos y tus tizas
Con tu pluma y tu pincel
Has orientado destinos
Has sido un buen timonel.

Con tus lienzos y pizarras
Con tu vida y tu saber
Has transmitido valores
Has enseñado el deber.

Tus alumnos serán hombres
De provecho y validez.
Goza ya de tu descanso
Disfruta la madurez.

El Dios que nos enseñaron
Sin duda te premiará.
Te dará lo merecido
Aquí, y en el Más Allá.