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Esto es lo que hay, mal que nos pese

lunes, 15 de mayo de 2023
No hay momento en la vida política más esclarecedor que las elecciones. Ahí vemos con claridad hasta que punto mienten los candidatos con el fin de ganar nuestro voto. Ellas o ellos visitan las ciudades y los pueblos vendiendo crecepelos de ilusión y utilizando para ello las falacias y las descalificaciones a base de las hipérboles más cautivadoras. Es el momento también de ver con claridad la catadura moral de nuestros candidatos y como, por lo general, llama la atención, susss escasas personalidad y formación para tan alta función. La osadía y la falta de autocrítica presentan un panorama esclarecedor y la mayoría de las veces desolador. Evidentemente, siempre caben las excepciones.

Sin duda, ser elegido para cualquier cargo implica una responsabilidad, pero, si ésta supone una tarea tan ardua y y tan alta como formar parte de la dirección del País, debiera ser una enorme satisfacción, además de un gran honor, y así sería muy lícito recibir el reconocimiento a su capacidad y labor; sin embargo, en la actualidad, es tal la cota de desprestigio de nuestra clase política, que rápidamente genera desconfianza y el temor a unos sentimientos negativos amén de contradictorios. Y no hay nada más elocuente que ver como los paladines de la causa, llegado su ocaso, parecen renunciar a sus ideales y raudos terminan "comiendo" de alguna empresa, cuando no en la cárcel.

Es tiempo también para comprobar como las personas de auténtica valía huyen de lo que debiera ser el más alto servicio cívico. ¿Qué tendrá la política que en ella fracasan los científicos, las personas independientes serias y formadas, gentes de prestigio en los diversos ámbitos? ¿Estará caduco el sistema de partidos o será tan férrea la disciplina que no acepte cualquier mente divergente? Debieran de mirárselo los partidos ¿o será la vieja tendencia del pensamiento único? Lo cierto es que decir la verdad a muchos les ha costado el puesto por no ser políticamente correctos. Veamos un ejemplo: si uno dice que hay demasiadas subvenciones a golfos, rápidamente es acusado de estar contra los pobres. ¡Hay que joderse! ¡Cómo se tergiversa!. Si el dinero dado a bancos, a empresas que se deslocalizan o a habituales vagos es una sangría insoportable. Porque aquí, en le País de la picaresca, se arreglaron casas bajo el amparo de ser rurales y no lo fueron nunca ni se devolvió un céntimo; porque aquí se subvenciona hasta el déficit de las empresas privadas, léanse radiales mal planteadas, léanse hospitales públicos de gestión privada. Aquí todo el mundo a chupar de la teta y resulta que decirlo es ir contra el sistema. Pues dicho queda y sepan que a mí no me echan de ningún partido porque para eso primero hay que entrar. Si en los partidos hay miedo a que la gente hable libremente, entonces apaga y vámonos. Y así están ellos. No hay como mirar las listas de los pueblos y comprobar, exceptuando a algunas personas, lo que hay.

Todos tenemos nuestra visión de como funciona el País y votamos acorde a nuestra filosofía de vida. Así que, respetando todas las opiniones, me van a permitir que humildemente exponga la mía, muy personal, muy suspicaz, muy reivindicativa, muy parca en conocimientos económicos, muy triste en experiencias, pero fruto de la observación vital:

Creer que España es un país democrático, moderno, serio, responsable... donde las decisiones corresponden al Congreso y al Senado es una aspiración muy loable. aparte de muy ingenua. Porque mi sensación es que España es el cortijo de una élite de señoritos que mandan y mangonean sin pudor alguno; son los dueños de los medios de producción del País y forman parte de los consejos de administración de empresas, sean trust, cárteles o multinacionales... Evidentemente, son una élite muy exclusiva con patrimonio diverso y con sofisticados medios para legislar a su conveniencia y expertos en maniobras que los pudiera obligar a la tributación debida. Son "patriotas" mimados por los distintos gobiernos y administraciones. Para estas empresas, si les sale mal una operación, siempre está el Estado dispuesto a echarles una mano, léanse bancos, constructoras... Todo sea en aras de la economía del País, es decir, de la cuenta de resultados de los accionistas de las empresas y a base de los impuestos que el resto de la ciudadanía pagamos.

Creer que con mi voto voy a poner a este o aquel gobierno es un sueño más. Porque la realidad demuestra que son ellos los que ponen y quitan dirigentes pasándose por la entrepierna las decisiones democráticas de las elecciones. Siempre pueden financiar a unos militares golpistas- viejo hábito español- o disponer de unas televisiones manipuladoras, de prensa propia o domesticada a base de subvenciones y otros medios defensores de la esquilmación ciudadana. Ellos son quienes forman parte del mundo real, quienes gobiernan y se reparten el pastel entre constructoras, bancos, eléctricas, aseguradoras, farmacéuticas... y demás máquinas de "robar" (uso las comillas porque el expolio es autorizado por leyes que lo amparan).

Para darle apariencia y maquillar su explotación disponen de los partidos. Estos reyes del mambo gozan de la clase política, esos presuntuosos tiralevitas que, con diversas siglas, de un lado más que otro, legislan, acomodan y engrasan, también se llama untar, la maquinaria esquilmadora con las leyes que fueren precisas.

Dice un loco amigo mío: "Nos guste o no, en la realidad nosotros estamos controlados por esa élite y todo el engranaje social está sometido a esa esclavitud actual. Y prosigue: "Ellos pueden decidir practicar chantajes, publicar dossieres, fabricar escándalos, desprestigiar a las personas con los medios más sofisticados... así como encumbrar ineptos dispuestos a arrastrarse en pos del triunfo hasta la cima. La fragancia del poder y el pedestal de las soberbias vanas".

Y continúa: "Tú, que pretendes decir verdades, deberías reparar en que si observas a tu alrededor, por ejemplo,verás autopistas cuya concesión jamás caduca, igual que concesiones administrativas de terreno público; subvenciones millonarias para grandes empresas que cuando les viene bien se deslocalizan; bancos que se enriquecen a mansalva sin devolver el rescate del dinero público; quiebras programadas para despedir al personal y evitar su indemnización; avales del Estado para radiales deficitarias; terrenos públicos regalados a empresa privadas que curiosamente forman parte de esos conglomerados; recalificaciones de terrenos de según y como sea el beneficiario (Decis en Galicia que la ley de Costas actúa dependiendo de quien son "as costas" (espaldas); subvenciones a despabilados múltiples, sin contraprestación alguna, y no a verdaderos necesitados; ladrones autorizados para robar con facturas varias; subvenciones a sindicatos domesticados; ayudas a empresas afines que mejoran a base de mordidas... Debieras ya saber en que País vives en el País y que los golfos siempre usaron las mordidas como primer peldaño de la prosperidad. Aquí quien no da mordida, no triunfa".

Y sigue: "Pero la cosa no acaba ahí: porque las leyes están al servicio también de esa mangantería. Las eléctricas, las telefonías, los bancos... siempre están amparados por una legislación que aprovecha cualquier resquicio para favorecerlas, y el ciudadano casi siempre siempre sale perdiendo cuando se enfrenta a sus abusos. Abuso, tras abuso. Y la mayoría ciudadana adormecida, domesticada, creyendo en la libertad de las cañas de Ayuso. Si, son tontos,- y eso no es un insulto sino un adjetivo de connotaciones negativas- les desmantelan la sanidad y todavía los votan. Están faltos de una mínima formación política y se niegan a ver esta realidad".

Y de nuevo: "No, no defiendo el Marxismo opresor que impusieron dictaduras sanguinarias, pero tampoco me gusta el sistema del Capitalismo de esta gente, donde "la libertad", es utilizada para esclavizar al persona. Si, hablo de allí donde donde la explotación humana se disfraza con palabras como progreso y similares. Ellos, los señoritos miserables, saben mucho de otras miserias, son conscientes de que tienen cogido por los cataplines a los diversos gobiernos; saben que las leyes los favorecen; siempre tienen a su alcance los conseguidores que navegan por el proceloso mundo de la política, esos correveidiles que legislan acorde a los intereses de sus amos y sólo unos cuantos, pocos y lenguaraces, que remueven al personal en partidos de izquierdas".

No, no es reciente la locura de mi amigo. Siempre anduvo sólo, es huraño, taciturno, esquivo... No le importan nada los convencionalismos, huye de la superficialidad, se niega a integrarse en grupos donde, según él, "siempre hay líderes que manipulan a la masa", lee cosas diversas, observa mucho la vida de la gente, da un vistazo a la prensa o a la televisión sin profundizar, dice que la inteligencia artificial hace mucho tiempo tiene ganada la batalla porque hay muy escasos pensadores para utilizarla como herramienta. Y en un alarde más de soberbia, cierra la conversación: con un proverbio latino: "Platón es mi amigo, pero más lo es la verdad". Definitivamente un espécimen.
Y yo le contesto; "Es lo que hay, mal que nos pese".
Y me responde: "Alguien decía el otro día que los jóvenes ya no leen un libro. De ahí a la extinción un pasito corto".
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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