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Sobre nombres del callejero lucense

miércoles, 26 de abril de 2023
En barrios históricos de ciudades antiguas, encontramos calles y plazas con nombres referidos a profesiones artesanas o a gremios. En Lugo tenemos la Tinería, que nos habla de industrias de curtidos de pieles o la Plaza del Campo, que hace referencia al mercado de productos hortícolas que se celebraba en ella. También encontramos la calle de los Clérigos, en las inmediaciones de la Catedral. Otros nombres se han ido perdiendo, por modernidades difíciles de interpretar, aunque tenemos algunos de los que no comprendo su razón, como rúa del Tunel de Oural. Es curioso el sentir popular de estos nombres: en Lugo, hemos dado el nombre "de las dulcerías" a una calle que era sede de varios establecimientos de este tipo. Cuando desaparecieron tales tiendas, desapareció el epíteto como por ensalmo. Hoy tenemos una calle "de los vinos" y no comento más.

Creo que hemos sido poco agradecidos con personas que fueron importantes en nuestra historia ciudadana. Por diversos motivos influyeron en nosotros como sociedad y pienso que deberíamos honrar su recuerdo de algún modo. Tengo en mente diversos nombres de personas que vivieron en Lugo, influyeron en la ciudad, y han sido olvidados. De modo incongruente, en una ciudad como Lugo, no muy clerical en estos tiempos, el oficio más presente en su callejero es el de obispos, seguido por curas, párrocos y clérigos en general. Por cierto, el Doctor Castro, también fue cura con su tesis doctoral hecha, de ahí viene lo de "doctor", no de haber sido médico.
Sobre nombres del callejero lucense
Me gustan los nombres de las calles y lo que nos dicen sobre la historia de las ciudades en las que están. Son exponentes de su historia y sus preocupaciones en cada época de su historia. Por ejemplo, en nuestra ciudad existió una calle llamada "De la cañería" que corría casi paralela al antiguo acueducto romano. Hoy ese nombre ha desaparecido, tal vez por ser considerado poco apropiado para una ciudad que, más tarde, presumiría de sus raíces romanas, haciendo fiestas en su honor. En la citada calle había dos fuentes públicas que se nutrían del acueducto. Una de esas fuentes sigue activa, bien cuidada y pintada. Hemos dejado escapar un rastro de nuestra historia. La calle hoy tiene el nombre de un ilustre personaje al que le cuadraría cualquiera otra vía. Pero el sabor histórico se ha perdido.

En el centro amurallado de la ciudad quedan pocas calles con nombres que nos hablen de hechos o historias pasadas. La mayoría han sido substituidos con el de honorables personajes, muchas veces desconocidos para la mayoría.

Nuestro principal monumento, la muralla, tiene puertas con denominaciones a veces desconocidas o de difícil comprensión. Normalmente, la puertas recibían el nombre del lugar al que conducían las vías que salían por ellas, como nuestra Puerta de Santiago o la de la Estación. Esto, si no había algún detalle que le diese singularidad, como un sol tallado en ella, lo que hizo que se le conociese como Puerta del Sol, pero esto es en otra ciudad.

Entre los nombres de puertas de la muralla, hay uno que me genera una cierta curiosidad. Es el de la Puerta de San Pedro, pues con anterioridad fue conocida como Puerta Toledana. ¿Por qué se cambió esta denominación? Tal vez lo de "toledana" viniese de tiempos en los que, por esta puerta, entraban en la ciudad las mercadurías procedentes de lugares de la meseta y, en general, se pensase que procedían de Toledo. Si fuese así, ese nombre estaría cargado de historia y hubiera sido bueno conservarlo o, en este tiempo, recuperarlo.

De hacerlo de este modo, sería traer a nuestra calle un recuerdo de una antigua función, útil para Lugo y su gente, que hoy está superada pero de la que no renunciamos a considerar como parte de nuestra historia.

Sería dejar a San Pedro sin Puerta. Pero no creo que al Apóstol le importase esta pérdida, teniendo en cuenta que en Lugo dispone de iglesia, parroquia, calle y alguna que otra aldea del contorno. Lugo recuperaría un exponente de su historia, que siempre es conveniente conocer y custodiar. Nunca olvidar como nos ocurre muchas veces.
Valadé del Río, Emilio
Valadé del Río, Emilio


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