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Entre danzas y lanzas

sábado, 22 de abril de 2023
Nos remontamos al Medievo. En un extremo y otro de la Península Ibérica se producen dos hechos milagrosos, que a la postre han generado tantas leyendas como frutos sabrosos.
En la parte occidental, un ermitaño descubre por mera casualidad -aunque algo había soñado ya- una tumba con un cuerpo que, poco después, se da por hecho que pertenece al Hijo del Trueno, a Santiago, primer apóstol decapitado en lo que hoy es Tierra Santa. Corría el año 813 d.c.
Hacia el lado oriental, unos niños pastores hallan por puro azar -eso dicen las gentes- una imagen mariana de pequeña talla. Cosa extraña pero cierta: aún se venera en el mismo sitio, en una cueva situada en escarpada montaña. Corría el año 880 d.c.
Ambos inesperados sucesos ponen en revuelo a monarcas, señores feudales y fieles cristianos al darse la voz de alarma. En ambos lugares, poco a poco, paso a paso, pero sin pausa, se van levantando diversos templos a los que, a lo largo de los siglos, han acudido devotos de todas partes: peregrinos y romeros que han sido testigos de no pocos milagros, éstos a su vez, narrados y recogidos en pergaminos bellamente decorados y, en bastantes casos, tan mal tratados o deteriorados, que causa tristeza y pena consultarlos.
Los dos sucesos alteraron la tranquilidad de esos puntos geográficos para convertirse, desde entonces, en centros en los que vivir el sosiego es harto complicado.
La Catedral de Compostela y el Monasterio de Montserrat, estando lejos, tienen en común más de lo que pudiera parecer, manteniendo cada una su propia singularidad o seña de identidad. Catalanes y gallegos siempre han sido bien llevados. Contaba el desaparecido X. R. Barreiro Fernández, gran comunicador y excelente maestro, cómo habían llegado a nuestras costas barcos y gentes que mudaron la Galicia rural en un territorio preparado para una tímida e incipiente revolución industrial.
Sigamos con los santuarios, tal cual he comenzado.
La Virgen de Montserrat, "La Moreneta", que todos tienen en mente, y de la que próximamente celebraremos su fiesta (27 de abril), atrajo a piadosas personas, pese a estar el monasterio en lugar de difícil acceso. Si ahora así lo vemos ¡cuánto más hace años, cuando no existían ni carreteras, ni teleférico ni trenes! No obstante, este escollo Entre danzas y lanzas no fue obstáculo para que fuesen a venerarla. Se diría que tenía como una especie de imán que hasta sí conducía incluso al más "renegao". Pensemos en que no se halla en un cruce de caminos ni en lugar de paso. Hay que desviarse y desandar lo andado para volver al lugar de antaño.
A través de un interesante pergamino de grandes dimensiones, cuya factura se remonta al s. XIV y culmina en el s. XVI, conocemos qué rezaban y qué cantaban (¡y danzaban!) las gentes que allí recalaban. Esa fuente es el "Libro Rojo" o "Llibre Vermell", así llamado por estar encuadernado con tapas coloradas. Importantes son las referencias a las prácticas y aspectos religiosos (sermones, tratados teológicos, indulgencias, milagros de la Virgen, etc.) que, en principio fueron recopiladas para bien de los monjes y presbíteros seculares encargados del culto montserratino y que, poco a poco se fueron haciendo necesarias para atender y entretener a los peregrinos que allí se juntaban.
Sin duda, una de las partes más significativas es el apartado musical, que contiene melodías para cantar y para danzar. Por entonces en las iglesias, de aquí y de todas partes, la música estaba bastante condicionada. Del canto gregoriano nadie desconfiaba, pues se consideraba inspirado por el espíritu divino. Otras melodías, difícil lo tenían.
En el Llibre Vermell los textos están en latín y en lenguas "romances" (catalán y occitano). Las melodías son sencillas, a una o dos voces... o las que, en la praxis, se terciasen. El acompañamiento instrumental no nos consta, pero sería inútil afirmar que no lo hubiese. ¿La única condición impuesta por la iglesia? Que fueran, en todo, manifestaciones "honestas", conformes a todo lugar sagrado.
En este Libro se han conservado 10 piezas vocales destinadas a los peregrinos y dedicadas casi enteramente a "La Moreneta". Es fácil imaginar el escenario. Llegaban romeros cantando y bailando por el camino, haciendo ruido, bulla y estruendo de tanto contento. En la explanada o a la entrada de la iglesia, su júbilo se desbordaba... [Inciso: ¿No recuerda a lo que pasa en el Monte do Gozo, cerca de Compostela?].
Para festejar tal júbilo en feliz y lógica compañía, en lugar donde no había más "distracción" que la devota oración, se agarraban de las manos, se ponían en círculo... y bailaban. No, todavía no se había "inventado" la sardana por mucho que hoy represente, y sean, el baile más popular de Cataluña. Ese modo "agarrao" de bailar es común a otras civilizaciones y otros tiempos, como lo es también el fluir de peregrinos por caminos inusitados. Visiten el Museo das Peregrinacións en Compostela. Quedarán estupefactos de tanto dato como hay.
Las danzas en los templos, por raro que parezca, eran frecuentes y totalmente asimiladas. Insisto: si eran "honestas" y no escandalizaban ni a clérigos ni a fieles. Reconstruir sus pasos no es nada fácil pues no hay tratados, ni nos quedan más muestras que pinturas o grabados. Tampoco sería muy necesarias, pues querer aplicar normas a épocas tan tempranas a tan entusiastas peregrinos es temerario. ¿No creen que por muy "adoctrinados" que llegasen, también en materia de cómo dar un paso detrás de otro sin arrebato, no les podría el libre manejo de su cuerpo serrano? Inútil es poner puertas al campo...
Estas y el resto de melodías del "Llibre Vermell" son bellísimas y delicadas. Vale la pena escucharlas, mejor si son buenas y atinadas. La versión que hace Jordi Savall -como buen catalán-, con su viola da gamba y los miembros del grupo Hespèrion XXI, son un buen referente. Véase: https://www.youtube.com/watch?v=Ka6WlOlBK0Q
Lo del baile, prefiero dejarlo a un lado... Es más arriesgado acertar y opinar con tino, pues se presta a mucho improvisar.
Por citar una de esas danzas, señalo el "virolai" (una estructura literario-musical peculiar de la época) conocido como el "Ad morte festinamus". Se le considera la más antigua danza de la muerte, abundantes en el medievo. La versión de Jordi Savall se puede consultar en https://www.youtube.com/watch?v=xzAqfYVp9mg
Vayamos de nuevo al otro extremo, a Santiago. ¿Qué nos encontramos? Otra fuente de información nada despreciable: el "Códice Calixtino", guía del peregrino, en cinco libros dividido.
¿Similitudes y diferencias con el "Llibre Vermell"? Muchas, pero si en algo se distancia es en que el Liber Sancti Iacobus no tuvo, ni tiene, como fin "distraer" al peregrino. Su naturaleza es otra: un prolijo relato de la historia de Santiago Apóstol, su martirio, el descubrimiento de su tumba, los inicios de su devoción, sus milagros, la liturgia... y los cantos de la época en que fueron recopilados (ca. 1160-1170).
En el aspecto musical, las melodías que contiene (antífonas, himnos, secuencias...) están pensadas para el canto sacro y solo alguna excepcional posee un carácter popular. De ahí que requieran intérpretes experimentados, "cantores" preparados para la mayoría de esas melodías.
¿Y el "Ultreia" y otros himnos al Apóstol que aun hoy se cantan? Pueden ser interpretados por cualquiera, pero no por ello dejan de ser piezas de autor conocido. Fueron concebidas por un "alguien" y no por un "todos". Otro tema es cómo quieren verlas a posteriori investigadores e intérpretes de diferente calado. O cómo nosotros mismos queramos cantarlas.
Una de las grabaciones más completa que, además, está basada en transcripciones y estudios de personas con peso en la musicología reciente, es la del Coro Ultreia, dirigido por Fernado Olbés (1999). Contiene toda la monodia y la polifonía del Códice, amén de ser completado con los textos litúrgicos que se cantaban o rezaban en este santuario, o de camino hacia a un templo tan atrayente.

Avanzando en el tiempo, y en este relato, vuelvo de nuevo a la advocación mariana y su vínculo con la devoción jacobea.
Si se acercan a la catedral compostelana y no pueden ver (por las "colas", se entiende) Entre danzas y lanzasel Pórtico ni oler el vuelo del incienso, busquen en la girola la "Capilla de los España" (también llamada "Capilla de Nuestra Señora La Blanca"). En medio de la escasa luz que penetra en ella, verán una pequeña talla de "La Moreneta". No pertenece a ningún retablo: es pieza suelta, de época reciente. Cada 27 de abril, en su fiesta, solía presidir el Altar Mayor para ser venerada por catalanes que aquí viven o estaban de paso, y por gallegos y demás romeros que se agrupaban en la última Misa del Peregrino. Su himno, el "Virolai", con texto de Jacint Verdaguer y música de Josep Rodoreda, se cantaba polifónica y "poliédricamente" (el "català" no es en Galicia lengua corriente), sonando recogida y devotamente.
En versión más genuina y pura se escucha cada día en la Abadía de Montserrat. Dadas las facilidades para hacer ahora "turismo religioso" o para hacer la maleta e irse a recorrer mundo como "curiosos", se pueden recorrer los kilómetros que nos separan y llegar a tierras catalanas. Allí, en el Monasterio que ha sido todo un símbolo de Cataluña, se halla la "Escolanía de Montserrat", con sus voces blancas y su acompañamiento al órgano. Es un disfrute verlos y oírlos cantar. El gozo es mayor si se tiene en cuenta que se está ante el coro de voces más antiguo de Europa con, al menos, siete siglos de existencia... y resistencia... y los que -esperemos- le queden por delante.
Para ir ya un tanto preparados y no dar el cante, consulten este enlace en el que dichos escolanos interpretan el Himno a "La Moreneta": https://www.youtube.com/watch?v=7-Fkh3mUqWY

Si no se han ido de Compostela y todavía les queda tiempo, busquen otro vestigio que nos une con Cataluña: aquí también está presente "Sant Jordi".
No tiene culto y, para colmo, está semioculto, pero a falta de una, hay dos pinturas que lo representan. Una pasa casi desapercibida al estar en lo más alto del retablo de la que ahora es la "Capilla de la Soledad", antes en la nave central y ahora en el crucero, conocida también como "Capilla de Sancti Spiritus". Es una pintura de S. Jorge, patrono de soldados y caballeros, con lanza en mano y montado a caballo, similar a nuestro Santiago ecuestre, como el que verán, por ejemplo, en lo alto del baldaquino del Altar Mayor, entre ángeles de gran tamaño.
Busquen, asimismo, la antesala de la Sacristía. Es lugar reservado y, por tanto, poco visible y no visitable, salvo por asunto pertinente. Si no hay aglomeración, ni arman mucho follón, con delicadeza pregunten por una pintura que se halla dentro. Es obra de gran tamaño de "Sant Jordi", realizada por Gregorio Ferro (ca. 1809), con la lanza con que abatió al dragón (¿o a una bestia?) liberando así a una ciudad o a todo un país, como narra la leyenda.
Casualidad o no, ambos "santos" se representan con un caballo blanco. De S. Jorge se ha escrito que es porque él representa el bien (blanco) y el dragón el mal (negro). De Santiago, más allá de lecturas mitológicas que también afectan a S. Millán de la Cogolla (representado, por ejemplo, en el cercano Monasterio de S. Martín Pinario de Santiago), hay más certezas ya que aparece así citado en los milagros IV, XV y XVI del "Códice Calixtino": es el Santiago luchador que socorre a los que imploran su favor.

Cierto es que la "Virgen de Montserrat" no tiene mucho culto en la catedral compostelana, ni fuera de ella. Ahora bien, quizás dure poco. Hubo un tiempo en que, en Santiago, allá por 1732 y hasta fines del XIX, existió una "cofradía" que le rendía culto. Desaparecida ésta, actualmente se intenta su Refundación. Si, tras recorrer la catedral buscando "Morenetas" y "Jordis", les da todavía tiempo a acercarse a la Capilla de San Roque (son dos pasos), podrán admirar otra imagen de "La Moreneta", situada a la izquierda, sobre un pequeño pero elaborado altar. Si, además de aproximarse a esa hermosa estatua, dejan a sus pies alguna limosna en prenda de su devoción, habrán hecho un gran bien. Seguro que después de ver tantas la habrán adquirido. Con eso contribuirán a su culto y también a esa anhelada restauración.

Un motivo más para tener "gusto" por tan venerada Señora de Monserrat, puede ser saber algo que pocos conocen: que es patrona de confiteros y pasteleros. En ese día -27 de abril- cierran sus establecimientos, "aguando" (¡siento mentarlo!) así su fiesta, aunque derecho ¡vaya que sí lo tienen!...
Ya puesta a escribir sobre banalidades (o aspectos más mundanos), no olviden que "Saint James" es patrono de Inglaterra... ¿Qué por qué lo digo?... Piensen.
Por último, una pregunta al cante para los catalanes: ¿Qué hay de culto "gallego" por esos lares? Que alguien lo cuente...
Y, aprovechando, si no es mucho molestar, que nos digan a los gallegos porqué ellos, nuestros seculares amigos catalanes, en su tierra no nos acompañan en la fiesta (¿o fiestas?) del día 25 de julio. Sepan que nosotros, con agrado, les invitamos a la nuestra/s, incluidas las vísperas, que no son "moco de pavo".
Alén, Pilar
Alén, Pilar


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