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Reliquias en desgracia

jueves, 06 de abril de 2023
Antiguamente, las viviendas eran unifamiliares y podían ser de una sola planta, o bien de dos. En estos casos, en el piso bajo estaba la empresa familiar, que solía ser de pequeña dimensión, mientras que en el primer piso vivía el empresario y su familia y el desván se destinaba a almacén.

En Lugo tenemos casas de esta época. Tuvimos muchas más, pero en la mitad del siglo pasado, no pocas cedieron su solar para edificar en él nuevos edificios de pisos para vender o alquilar. No obstante, en los accesos al recinto amurallado, aún nos es posible ver estas construcciones que nos hablan de una época en la que se conjugaba el deseo Reliquias en desgraciay necesidad de individualidad con una cierta dignidad, que llevaba a construir casas con bonitas fachadas modernistas de vanos orlados y diseños para ser pintados en dos colores.

En ocasiones no es preciso ir hasta la rúa San Roque o a Camino Real, Lamas de Prado o rúa de Santiago, para encontrarnos con estas casas llenas de nostalgia, vestigios de familias que vivieron en nuestra ciudad aguardando tiempos mejores, ojalá que les hubiesen llegado en cualquier momento de su historia familiar. También en el interior del recinto amurallado hay casas de este tipo, muchas veces blasonadas. Con dos vanos en su primer piso, entre ellos lucen el escudo familiar o alguna señal que hubiese servido para identificar a sus habitantes. En alguna ocasión, sobre el blasón luce una corona nobiliaria.


Hoy todo este legado está maltratado y casi deshecho. Apena pensar cómo lugares que fueron testigos de hechos importantes, hoy caen en la miseria y el olvido. En algunas paredes, hay placas que evocan hechos ya olvidados o ignorados, o se indica el lugar de nacimiento de un desconocido para los lucenses de hoy en día. No encuentro recuerdos institucionales ante esos hechos que, en su día, tuvieron su relieve ciudadano, siendo merecedores de algún tipo de memorial en algún lugar de nuestra ciudad.

Dentro del recinto amurallado encontramos casas que claman su desgracia sin que nadie parezca prestar atención a sus quejas. En la Rúa Nova, esa calle por donde transcurre media vida ciudadana, encontramos múltiples exponentes de cuanto digo. Desde la plaza de la Soledad hasta la del Campo, la calle transcurre entre casas que se vienen abajo si no se han venido, aunque allí tenemos un emporio de buenos establecimientos de hostelería, tanto por sus instalaciones como por sus ofertas. En verdad, ya desde Montevideo, es posible entrever el desgaste consumado de muchos edificios que pudieron ser envidiables en su día y que hoy solamente nos hablan de recuerdos y evocaciones olvidadas.

Hermosas galerías de madera, ventanales barrocos que recuerdan las estructuras en placas compostelanas, amplios portales, recios balcones, blasones historiados, todo eso está allí expuesto y tal vez sólo nos sirve para meditar sobre las glorias efímeras.

Me detengo, contra mi costumbre, en una casa concreta, muy querida por mí por recrearme durante muchos años mientras pasaba ante ella.. En sus bajos hubo una tienda de componentes eléctricos. Me gustó su fachada de planta baja y primer piso como vivienda de un comerciante que, en este caso, desconozco si vivía allí. Fachada con puerta a la tienda y escaparate y, además, acceso al portal. Primer piso con dos ventanas. Separándolas, un hermoso escudo nobiliario labrado en granito, capaz de suscitar envidias entre el vecindario. Sobre 1940 se renovó la carpintería de la planta baja y se diseñaron puertas y postigos en estilo modernista. Si bien la parte superior es una muestra deplorable de suciedad y abandono, la planta baja lució su bello estilo hasta hace bien poco.

Al pasar por esta calle, la miraba con cariño admirando su belleza e imaginando sus buenos tiempos, cuando lucir blasón pudo haber sido motivo de singularidad en la vecindad. Hoy la he visto pintarrajeada, como profanada, y me ha dolido esta situación.

Desconozco si existe algún organismo encargado del mantenimiento del decoro de nuestras calles, o si hay ayudas para restaurar estos lugares. Si hay algo, en una palabra, para evitar que venga por tierra todo este patrimonio nuestro, que nos habla de nuestro pasado, de nuestra historia.
Valadé del Río, Emilio
Valadé del Río, Emilio


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