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Entre modas y tendencias, lo 'progre' y lo importante

domingo, 26 de marzo de 2023
Las modas, buenas y malas, nos arrastran. No es un fenómeno de ahora, ni aplicable a un ámbito concreto. Ocurre sin percatarnos en casi todo y casi siempre. Serán otros, y no nosotros quienes, pasado el tiempo, valorarán la trascendencia de esas tendencias, bajo pautas que no podemos ni tan siquiera imaginarnos.
Es tendencia, y está en boga, tirar de hemeroteca. Basta ver ciertos programas televisivos, o escuchar espacios radiofónicos, donde se caza o extrapola lo que ha dicho un famoso, un divo o un político, hace un mes, una década o toda su vida, frente a lo que opina ahora, y es aceptado y aceptable por un sector partidista que está en la cresta de la ola. Y, todo habitualmente, para mofarse de la metedura de pata o el desaguisado creado por una desafortunada confusión, acción u omisión de la que, si se acordara o levantara de la tumba tal o cual personaje, preferiría borrar de su historia y memoria, o volverse a la cámara mortuoria.
Asumir un error hoy en día, no es de sabios. ¡Ya lo lamento por Alexander Pope (Londres, 21 de mayo de 1688-30 de mayo de 1744), el célebre poeta! Lo sabio -está de moda- es escurrir el bulto o sacar pecho y envalentonarse justificando tropezones con razones que van y vienen sin ton ni son: son... sinrazones.
También es tendencia jactarse de ser los primeros en todo. ¿Lo han visto? ¿No se nota? No importa mucho de qué se trate. Es sinónimo de ser más avanzado, moderno y "progre". Queda bien. Un imberbe diría que "mola". Ser el primer país, tener el primer hospital, ser la primera persona, el primer "ganso colorao"... Cuando había tantos "primeros de la clase" en mi época de colegiala, si se hacían notar por sus buenas dotes, se les premiaba; si por dar la murga y levantar el dedo, se les ignoraba: darle pábulo era el peor remedio.
Entre modas y tendencias, lo 'progre' y lo importantePara los jugadores olímpicos ser los primeros es lo suyo. Encaminan sus esfuerzos a ese fin. Es su meta: competir para superarse y ganar, si es posible y, si no, volver a entrenar para batir nuevas marcas, sin enfrentarse ni rivalizar con nadie, con ánimo positivo y espíritu deportivo y, sobre todo, afán de sobreponerse siempre, sin vilipendiar a nadie, ni crearse enemigos en el banquillo.
Es moda también en estos meses, sentir o hacer notar que toda una etapa se acaba, con sus cosas cabales y otras mejorables. Fin, final y ya se verá... que ¡malo será! Esta actitud optimista tan nuestra, mal entendida, casi crea tendencia. ¡Hay tanta genial creatividad acumulada, tanto hacer y quehacer, tanto esperar hacer sin haber hecho y tanto no hacer nada! Lo curioso es que todo parece que cansa y, según nos hacen creer, cansa por igual, aunque de eso discrepo bastante.
(Paréntesis obligado: ¡Ay, las jubilaciones tempranas y/o forzadas! ¡Ay, esas pensiones que no alcanzan para ahora ni para mañana! ¡Ay, esas semanas laborales con cuatro días de horas mal contadas y/o mal aprovechadas! ¡Ay, ese IVA, ese IPC, ese PIB! ¿Protestamos más de lo que ya se hace? ¡Vamos a ello, a ver si alguien nos hace caso!).
Moda es hacer cábalas más que nunca, ahora. Un ejemplo. Con total seguridad me decía una buena amiga: "Cuando todo esto acabe y vuelva todo a ser normal, iré... haré... bla, bla, bla". Le paré el discurso y, aunque medio adormilada por la tardía hora de la llamada, metí baza: "¡Qué me dices! ¿Sabes cuándo va a acabar todo esto y en qué consiste la normalidad? ¿Es volver al pasado o poner en marcha otro mundo mejorado?"
No obtuve respuesta alguna por parte de mi entusiasta interlocutora. Tan ensimismada estaba en contarme sus proyectos, y su futuro ideado para ella y sus seres cercanos, que cualquier palabra al margen no tenía cabida. Cábalas, cábalas y más cábalas. El "cuento de la lechera", me dije, y seguí escuchando, con la mente en movimiento a ver si, en verdad por un instante me había perdido algún capítulo en esa retahíla de noticias, réplicas y contrarréplicas, dichos y contradichos, con la que, desde todas partes, se empeñan en atiborrarnos o mal acostumbrarnos.
"Moraleja" de propia cosecha: entrar a debatir (y/o rebatir) con quien no admite más visiones que las suyas, ni tampoco argumento alguno, salvo lo que solo existe en su cabeza, agota inútilmente y resulta tan ingenuo como ocioso e inoportuno.
Pensé, no sé por qué, en un tema musical bastante conocido, de esos que van y vienen como soniquetes, sin quererlo ni beberlo. Quizás en este caso se deba a que va ligado a una obra llevada al cine, más fácil para la retentiva. ¿Han visto la adaptación libre de José Luis Garci en "El abuelo" (1998), sobre la novela homónima de 1897 de Benito Pérez Galdós?
Brillante figura la de este Premio Nobel que ahora cumpliría 180 años (Las Palmas de Gran Canaria, 10 de mayo de 1843-Madrid, 4 de enero de 1920) y que, de rebote, curiosamente también está de moda por sus vínculos -no solo estrictamente literarios- con la gallega Emilia Pardo Bazán (A Coruña, 16 de septiembre de 1851-Madrid, 12 de mayo de 1921), la de "Los Pazos de Ulloa", tan asiduamente homenajeada.
Galdós aquí, entre otras cosas, invita a reflexionar de qué vale luchar por un honor ya decrépito, cuando lo que importa es velar por el presente y aceptar lo que no se puede cambiar, por mucho que se pretenda darle vueltas y empecinarse en trastocar lo que simplemente es real.
La banda sonora de esta y otras dos novelas de Galdós son obra de uno de nuestros músicos, hoy casi ignorados: Manuel Balboa (A Coruña, 29 de septiembre de 1958-30 de enero de 2004).

Recuerden la melodía principal y recurrente:
https://www.youtube.com/watch?v=944waav4W78

Entre modas y tendencias, lo 'progre' y lo importanteLa atmósfera emocional y la belleza musical que recorren juntamente la película de Garci, con la melodía de este compositor galaico, son efectivos por su simplicidad. Sobrecogen ambas porque con ellas no se entorpece la visión de las imágenes, ni tan siquiera se alzan sobre la figura a la que evocan: "el abuelo", el protagonista de este drama.
A Balboa, fallecido a los 46 años, habría que levantarle un monumento. Requiere un estudio profundo por lo que ha significado para la música gallega más reciente, pero es un tema que hoy no toca. ¡Ojalá su obra vuelva a interpretarse, aunque no sea tendencia!
No sé si es moda, pero bueno sería que lo fuese idea semejante que me permito aportarles: ¡Vayamos a lo importante, a lo inmediato, al presente que tenemos delante!
Dicho en poesía por un genio como Félix María Samaniego (Laguardia, Álava, 12 de octubre de 1745-11 de agosto de 1801​), en su lúcida fábula "La Lechera", esta idea mejor entra y suena al recitarla con tan bella letra:

Llevaba en la cabeza
una lechera el cántaro al mercado
con aquella presteza,
aquel aire sencillo, aquel agrado
que va diciendo a todo el que lo advierte:
"¡Yo sí que estoy contenta con mi suerte!"
Porque no apetecía
más compañía que su pensamiento,
que alegre, le ofrecía
inocentes ideas de contento;
marchaba sola la feliz lechera
y decía entre sí de esta manera:
"Esta leche vendida,
en limpio me dará tanto dinero,
y con esta partida
un canasto de huevos comprar quiero,
para sacar cien pollos
que al estío me rodeen cantando el pío, pío.
Del importe logrado
de tanto pollo, mercaré un cochino;
con bellota, salvado,
berza, castaña, engordará sin tino;
tanto, que puede ser que yo consiga
ver cómo se le arrastra la barriga.
Llevarélo al mercado;
sacaré de él sin duda buen dinero;
compraré de contado
una robusta vaca y un ternero,
que salte y corra toda la campaña,
hasta el monte cercano a la cabaña".
Con este pensamiento
enajenada, brinca de manera
que, a un salto violento,
el cántaro cayó. ¡Pobre lechera!
¡Qué compasión! Adiós leche, dinero,
huevos, pollos, lechón, vaca y ternero.
¡Oh, loca fantasía,
qué palacios fabricas en el viento!
Modera tu alegría;
no sea que, saltando de contento,
al contemplar dichosa tu mudanza,
quiebre su cantarillo la esperanza.
No seas ambiciosa
de mejor o más próspera fortuna;
que vivirás ansiosa,
sin que pueda saciarte cosa alguna.
No anheles impaciente el bien futuro:
mira que ni el presente está seguro.

Pues eso: dicho queda.
Hagamos ejercicio de interiorizarlo.
A ver qué pasa... Si es que pasa algo.
¡Malo será! Tiempo al tiempo que, sin duda, coloca a cada cual en su lugar y estima.
Va por todos, aunque quizás, un poco más, por esos "primeros" que palabras y promesas vanas no escatiman...
Alén, Pilar
Alén, Pilar


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