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Arroz de pulpo gallego

viernes, 17 de marzo de 2023
En este recorrido por la gastronomía de esta vieja Península, especialmente, la rústica o popular o de siglos/generaciones le ha tocado la vez al puchero de arroz y pulpo galaico-portugués

Me aconsejan/sugieren/diagnostican que construya con palabras una receta, tomando una tradicional, la reconvierta y añada algún elemento. Y, les digo, que no estoy cerrado a esa posibilidad, pero que en el supermercado de Internet, de la misma receta esencial tienen diez variedades, explicándolas con palabras y con videos, más otras diez, de los cocineros de autor o autoría. Con lo cual, sin negar que pueda añadir algunos elementos o alguna variedad a una receta, por ejemplo, a esta, yo, diría, después de realizado este plato, se cogerían partes de ellos, y se haría con huevos una tortilla de arroz de pulpo gallego... -con dos variedades con patatas o sin ellas-.

Existe una tradición larga, no solo de los pucheros, que esto es universal, también existe una cocina del Amazonas de los pueblos que están dentro de ella. Bueno, sería que los doctorandos hiciesen tesis sobre este aspecto, porque nos pueden sugerir ideas de la evolución histórica de la cocina, desde la prehistoria, tomando estos grupos como periodos intermedios, antes que sus tradiciones culturales, todas se pierdan...

Una frase es un conjunto o combinado de varias palabras, que son y representan datos o conceptos o ideas o imágenes y se combinan y recombinan buscando multitud de significantes y significados, continentes y contenidos. En cierto modo una frase formada por una o varias oraciones es un gran edificio mental y cultural. Ahora con la IA, acabará superando a los escritores biológicos, nos aprovecharemos de ella, nos escribirán un artículo sobre el arroz con pulpo gallego, y después, un ser viviente humano lo perfeccionará, o, cambiará algunas palabras, y dirá que es suyo.

En la cocina es lo mismo, es un combinado de palabras-ideas-conceptos en forma de substancias alimentarías, en este caso: pulpo, pimentón picante, pimentón dulce, vino blanco, tomate frito, aceite de oliva, pimiento rojo, dientes de ajo, cebolla, arroz, sal. Y, yo, siempre añado, ya como imagen de marca: agua -desde el exterior o la que se evapora de los alimentos al cocinarlos-, fuego y aire y tiempo y espacio. Porque sin fuego no se hace esta comida y otras muchas, y sin aire tampoco, porque el fuego se combina con el oxígeno del aire, y, el sabor del aire, si es que tiene algún sabor se mezcla con los alimentos. Acaso, antes de degustar ese plato, recorre el comedor el olor y la fragancia de la comida, sea la que sea. Espacio porque exige un lugar para cocinarla y un lugar para consumirla, y, tiempo, por la misma razón.

Te presentan una escultura alimentaría en un recipiente-cuenco-plato, es una especie de instalación, con colores y formas y olores y sabores. Es una especie de realidad que te lleva a recuerdos del pasado, de tu bisabuela, diríamos con Proust, o quién sabe de futuro, puedes preguntarte, dentro de mil años, seguirán degustando estos platos -cuando ya los descendientes viajen por la galaxia...-.

Era necesario que la gastronomía se considere como una de las artes, las artes del sabor y del gusto, comparables a otras artes, en el siglo veinte se diese el salto hacia las vanguardias. Y, eso es lo que se ha hecho. La cocina ha caminado fundamentalmente en dos direcciones, una, la renovación de la comida popular de generaciones o siglos, por otro lado, la creación y perfección de nuevos platos, combinando todos los alimentos posibles del planeta, y, según la creatividad de los autores y autoras...

Hay quienes piensan que todo plato, sea el que sea, popular o de última creación, está formado o conformado: por el arte, la ciencia, la técnica. Dicho de otro modo, todo plato está basado en conocimientos científicos sobre los alimentos y una serie de cadenas de producción, desde el agricultor al cocinero; por una serie de técnicas o tecnología de cocción o fabricación o realización; y, es un arte, porque cada persona puede darle un toque o un matiz o una realidad o relación diversa o diferente o diferenciada, la creatividad o la originalidad...

Pienso que la comida popular o tradicional, tiene elementos de esas tres áreas. Es más, durante generaciones, un cocido o una paella o la tortilla o el pulpo con arroz se ha ido matizando y perfeccionando y encontrando el equilibrio entre sabores, cantidades, colores, alimentos, tiempos de cocción o de fabricación, incluso echar a la sartén primero, un alimento u otro. Es como los bailarines en un teatro y ópera entran primeros unos y después otros, cada uno expresando con los movimientos su papel.

Hay que recordar que una persona que llegue a vivir unos sesenta años, ha existido bajo este sol, unos veinte mil días. Por lo tanto, se ha puesto delante del mantel y el tenedor, si no han existido vicisitudes graves, ese número de veces, al menos. Con lo cual, cuando se le presente arroz con pulpo intente modesta y mesurada y sosegadamente degustarlo y saborearlo. Porque la comida, la buena comida popular, es una razón de esperanza en la vida. Una campana de pequeñas alegrías, que nos pueden endulzar los ojos ese día o esa tarde. Y, si es posible tenga buenos recuerdos, y, si es posible, no tema malos presagios del futuro, y, si es posible, deguste el plato con compañía agradable y mesurada y paciente y moral. Paz y bien.
Caminero, Jmm
Caminero, Jmm


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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