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La soledad de nuestros mayores

martes, 13 de diciembre de 2022
La semana pasada tuvo cierta repercusión la propuesta realizada por un director de un centro de mayores de Galicia en la que decía que una forma de superar la soledad y el aislamiento de los mayores que viven en las residencias era carteándose con otras personas que se encuentran fuera de ellas. En un primer momento, esta oferta me recordó a las cartas de las madrinas de guerra. Es decir, la de aquellas mujeres que durante la etapa de nuestra Guerra Civil se comunicaban con los soldados que estaban en el frente para aliviar sus desasosiegos. No creo que esta sea una forma demasiado efectiva de acabar con la soledad de los mayores residentes, máxime cuando ambas partes desconocen sus necesidades y sus deseos, algo que está implícito en toda comunicación personal, ya sea por carta, por teléfono o por cualquier otro medio de interacción.

El tema de la soledad es algo que está permanentemente presente en nuestras vidas, unas veces por nuestro propio deseo y otras por el imperativo de las circunstancias en las que nos vemos envueltos. Aprender a convivir con ella es una tarea que convoca muchas de nuestras habilidades personales. Sin embargo, no a todos nos aporta las mismas sensaciones. A las personas introvertidas les cuesta menos sobrellevarla que a las extrovertidas, que necesitan más de los demás para completar muchas de sus tareas vitales.

Pero cuando hablamos de los mayores que habitan en nuestras residencias, no estamos hablando propiamente de soledad, puesto que en ellas estos conviven no sólo con otros residentes, sino que también lo hacen con trabajadores y colaboradores de estas. Realmente de lo que estamos hablando es del aislamiento que ellos sufren con respecto a las personas que formaban parte de su red social habitual, en la que se encontraban integrados desde sus familiares y allegados hasta otras personas más o menos presentes en su día a día: en los comercios, en el vecindario, en las empresas o en las entidades para las que habían trabajado. Esa es la verdadera soledad de estos mayores: el aislamiento de todo aquello que formó parte de su forma de vida y que, ahora, por muchos motivos (personalidad, biología, apoyos, etc.) ya no posee ni es capaz de crear de nuevo.

Por eso, en la sociedad gallega, tan apegada a lo próximo y a la familia, el salir del entorno habitual de convivencia no es la primera opción de sus componentes: "como na casiña en ningunha parte". Pero esta defensa espartana de la querencia por pasar los últimos años en un entorno conocido no siempre es factible ni posible. Así que habrá que encontrar soluciones adecuadas a esta perspectiva. Muchas de ellas son conocidas, como implicar a los mayores en actividades más o menos regladas (memoria, gimnasia, nuevos conocimientos adaptados a sus capacidades y necesidades, etc.). No obstante, a todas ellas les falta un elemento clave: el afecto. Este es un componentetrasversal e imprescindible en todas las relaciones humanas y sólo se consigue compartiendo experiencias, algo que todo el mundo lleva consigo y ellos más que nadie. Un elemento que, dinamizado de forma adecuada por el personal de la residencia, les ofrecerá a sus usuarios nuevos empeños en sus vidas. No son pocos los libros que estos han escrito como protagonistas en las propias residencias de mayores, como tampoco lo son sus programas de radio o sus reuniones y conferencias. El entretenimiento activo es lo que debe buscar siempre el personal de las residencias, pues sólo así sus usuarios dejarán de considerarse una carga para los suyos o alguien a quien sólo le queda esperar su final.

La pandemia ha demostrado que muchas residencias más que centros de atención a nuestros mayores eran, simple y llanamente, centros de aislamiento. Un modelo que, según parece, la Xunta quiere cambiar, pero esta transformación no puede reducirse únicamente a que sus unidades de convivencia sean lo más parecido a hogares funcionales, sino que también ha de haber una labor interna, en la que los trabajadores dinamicen a sus huéspedes tratándolos como personas y haciendo que sus vidas tengan nuevamente sentido para convertirse en seres activos y conectados con la vida de los demás.
Suárez Sandomingo, José Manuel
Suárez Sandomingo, José Manuel


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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