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Obras civiles de Ortigueira en el siglo XIX (2)

martes, 20 de septiembre de 2022
El matadero de Ortigueira

Para todos aquellos pueblos que tenían un cierto número de habitantes, los mataderos públicos fueron una necesidad de primer orden. Esto se debía a que no todos sus vecinos disponían de un local donde poder sacrificar, despiezar y eliminar los despojos de los que animales que destinaban a su consumo particular o a la venta.

Ortigueira ya contaba con su propio macelo antes del siglo XIX, y el Ayuntamiento como propietario del mismo, sacaba su gestión a concurso cada año. Pero, como todo servicio público, la experiencia de uso y las costumbres de cada momento fueron Obras civiles de Ortigueira en el siglo XIX (2)haciendo que se tuvieran que abordar algunas modificaciones para su mejora. Esto fue lo que hizo que el Ayuntamiento de Ortigueira procediera a su renovación en 1877, ejecutando en él distintas obras. Una de ellas consistió en la elevación de su suelo con el fin de impedir que el local, que entonces se encontraba situado en una isleta en la ribera de la ría, se anegase durante las mareas altas, lo que lo inhabilitaba para su cometido, a la vez que dificultaba el acceso a él tanto de animales como de personas. Debido a ello, no solo se elevó el piso del macelo, sino que también se fabricó una calzada desde la orilla de la ría hasta él para mejorar su acceso. Otras obras que se efectuaron tuvieron por objeto subsanar el deterioro ocasionado en el edificio por el paso del tiempo, como fue el caso de las goteras del techo, para lo que se dispuso cambiar el anterior tejado por otro nuevo a cuatro aguas.

Desde entonces y hasta no hace tantas décadas, el macelo ortegano cumplió con su función primigenia, pero, como decimos, los tiempos cambian y con ellos muchos aspectos que antes no eran considerados importantes o a los que no se les daba un valor significativo se convierten en prioritarios e, incluso, en trascendentales para la sociedad. Esto fue lo que les ocurrió a todos los mataderos municipales y particulares diseminados, no solo por toda la geografía gallega, sino también por todos muchos países de nuestro entorno, al comprobarse las deficiencias con que contaban y los perjuicios que causan a los animales, lo que llevó a dictar y aprobar numerosas nuevas normas sobre las condiciones sanitarias de los animales y su padecimiento a la hora de su sacrificio, así como sobre la eliminación de los restos y despojos producidos. Todo ello produjo una renovación de unos viejos y obsoletos macelos por otros más adecuados a las exigencias legales y sociales.

De este modo, el modelo de pequeños mataderos municipales fue agotando su vida útil, dejando paso unos procedimientos en los que presta una mayor atención a la calidad de vida de los animales, a su sanidad e higiene y a una muerte menos traumática, a la vez que sus residuos son transformados por medio de procesos más sensibles con el medioambiente.

La mayoría de los antiguos mataderos han sido abandonados a su suerte y solo unos pocos han llegado a tener una segunda vida, cumpliendo ahora nuevas funciones como la de talleres o sala de exposiciones, como le ocurre al de Ortigueira, lo que permite aún verlo como una prueba viviente de cómo se hacían las cosas en otras épocas.
Suárez Sandomingo, José Manuel
Suárez Sandomingo, José Manuel


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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